¿Necesitamos algún argumento para vivir...?

Para algunos parece que no es interesante la pregunta, o no la entienden, o la encuentran absurda y responden que sólo necesita un argumento aquello sobre lo que tenemos que decidir, y que nuestro vivir, como el de cualquier otro ser, ya está decidido de antemano. Hay una diferencia entre la opinión de estos, que al parecer, sólo han evolucionado en la apariencia pero no en la esencia y la de otros como la de aquellos que son más curiosos y por tanto reflexivos y responsables que consideran importante su existencia y por lo tanto no les cuesta admitir que la vida tiene otras perspectivas que son aliciente para pensar que no sólo somos algo más que un simple bípedo que nace, que vive y que se muere, sino que somos seres extraordinariamente complejos e interconectados entre sí y con el mundo por relaciones, también extraordinarias y complejas. Estos últimos, los más curiosos no quedan satisfechos con que se les explique el sentido de su existencia, pues consideran que sólo a través de una profunda investigación personal se encontrará la posible respuesta a si se necesitan o no argumentos para vivir.

Y si estamos interesados en la solución al problema planteado tendremos que conocer los tres elementos que intervienen en la ecuación: el conocimiento de sí mismo, el del prójimo con quien nos relacionamos, y el de la realidad que nos rodea, es decir, la naturaleza. Y para iniciar la investigación contamos con un valiosísimo aliado que es la Historia del Hombre que nos proporciona todos los datos necesarios: es el estudio de la antropología a lo largo de la historia, la fuente imprescindible para la terea investigadora porque arranca desde el umbral del proceso de humanización.

Pero creo que debemos ser cautelosos antes de proponernos el reto de SABER para dar respuestas a nuestras preguntas, y elegir el procedimiento: CREER o ENTENDER. Si nos inclinamos por CREER, lo tenemos sumamente fácil, al momento y sin esfuerzo, pues podemos recurrir a las Religiones monoteístas y sus Biblias como Sagradas Escrituras y se acabó el enigma; ahí está todo “claramente” explicado; pero sí que en este caso hay que renunciar a los requisitos del entendimiento (pensamiento, reflexión, duda y la consecuente crítica). Pero si optamos por la vía de ENTENDER, que es la más valiosísima facultad humana, primero debemos recurrir al laboriosísimo trabajo de estudio y reflexión que miles de pensadores a lo largo de la Historia han realizado en la contemplación del devenir del hombre, que es considerada hoy, la CIENCIA ANTROPOLÓGICA.

Es la antropología la ciencia que analiza la actividad humana que comienza por la evolución biológica de nuestra especie, el nacimiento y devenir de los modos de vida en todos los campos de estudio del desarrollo humano hasta nuestros días, incluyendo el evolucionismo social, es decir, el estudio del ser humano en el marco de sus sociedades y culturas. Y todo ello, y muy interesante, a través del filtro de la razón y su lógica, es decir del procedimiento y método científico.

Es el SABER científico una actividad exclusivamente humana que debiera ser un privilegio reconocido por cada generación, que humildemente debe asumir que camina como un enano a hombros del gigante que es la cultura que le precede y sostiene y que ha sido construida, elaborada, con el esfuerzo, el sacrificio, incluso la sangre de las generaciones anteriores.

Hasta hace pocos siglos el conocimiento liberador estuvo secuestrado en manos de unos pocos, el llamado poder (Iglesia-Estado) para su perverso uso en la dominación y donde la inmensa mayoría, los dominados, quedaron inmersos en la sombra de la ignorancia; para los dominadores toda una maquiavélica y desleal estrategia de supervivencia y que hoy con otros tintes más sofisticados y sutiles matices sigue estando activa y en pleno vigor…..

Pero cuando se da la circunstancia suprema de la supervivencia, que es NECESIDAD-LIBERTAD-VOLUNTAD, la dominación no se establece; el hombre a través del conocimiento queda imbuido de ese trío liberador que lo sostiene en latente defensa de la integridad de su vida ….”como el armadillo que no se deja aniquilar de un solo golpe”

Es la luz del conocimiento la que alumbra el camino de la supervivencia. El saber es poder. Por eso el poder religioso de la Iglesia y el poder civil del Estado, siempre que pudo mantuvo al pueblo en el mayor grado de ignorancia posible; el rebaño del Señor, uniformado en la ignorancia y fácilmente ordenado, homogéneo, y así dócil y manejable para cualquier Estado.

Pero para la pregunta por la necesidad de un argumento para la vida, la inteligencia humana no obtiene una respuesta satisfactoria en el humano ya “individualizado” ni en ninguna de sus subsiguientes esencias, pues la necesidad intrínseca de vivir no está simplemente en el individuo (esencializado, personalizado), sino que está instalada en la genética de la especie y cuyos estímulos se albergan en el subconsciente, ajenos al control de la mente.

Como en el armadillo, en el humano, la resistencia a la aniquilación no emana de su inteligente sabiduría adquirida ni como reacción a la frustración de sus proyectos, sino a la respuesta de la intencionalidad de la especie hacia la existencia, que en los seres vivos se materializa viviendo…. es decir, a la voluntad incontenible de vivir.

No hay argumento elaborado ni proyecto para la vida, pues la naturaleza ya se ha encargado de proveerlo; de hecho el hombre individualizado por sus esencias no tiene finalidad alguna ni tampoco se exige un rendimiento más allá que su contribución a la perpetuación de la especie, (lo mismo que el armadillo) o que cualquier otra especie animal; y así el ser humano se desnaturaliza cuando decide no tener descendencia. Sin embargo entenderíamos como una contradicción que la naturaleza se opusiera a la continuidad de la vida, pero la naturaleza no es contradictoria sino azarosa y el concepto de azar no es sinónimo del de contradicción. La contradicción es una construcción lógica en la que se apoya la razón humana, y que entiende como incompatibilidad. Eso que se propone el hombre individualizado y su sociedad cuando en países con Estados totalitarios ponen límites al número de nacimientos sí que es una contradicción, cuando entendamos que no existe incompatibilidad. La lógica es una necesidad de la razón, y la naturaleza no es razonable. La razón es una esencia aparecida en el hombre y sólo para el hombre con la que intenta entenderse a sí mismo y entender la naturaleza.

La especie humana, el hombre de ayer y de hoy, no se ha conformado con la naturaleza, se ha apartado de ella rompiendo sus ritmos y sus leyes; el progreso orientado a la economía del esfuerzo, al hedonismo, al revanchismo contra las épocas de escasez ….todo ello favorecido por un fulgurante desarrollo técnico y tecnológico nos ha conducido a la inevitable mecanización de los medios y a una excesiva y mal repartida superproducción de recursos, que en el sistema económico mundial capitalista de libre mercado produce una enorme brecha de desigualdad social: unos pocos cada vez más ricos, y un aumento cada vez más considerable de personas en situación de pobreza. Es el caldo de cultivo, es el espacio propio para la dominación, para la alienación, que es donde se engendra la pobreza …. la miseria.

Y todo esto ocurre y lo vemos cada día en cualquier rincón del planeta ….. en el mundo es evidente un desconcierto generalizado, un conflicto permanente: el equilibrio (aunque inestable) que proporcionaba el velo de la ignorancia de la mayoría, se ha diluido con la expansión del conocimiento, desencadenándose el anhelo de igualdad de la mayoría desfavorecida que se rebela con su actitud reivindicativa y propicia de nuevo la respuesta represiva del poder instituido. Ahora se exige sin paliativos el reparto del bienestar.

Seguro que quien vive en la marginalidad, en la desigualdad, en el desamparo, en la miseria, en la huida, en el desarraigo …. en la desesperanza, ya impotente, no busca argumentos para vivir, más bien ya los tiene para morirse….

Y eso ocurre a la luz del día …. cada día.

No sé si debiéramos llorar….