Naturalidad, sinceridad, alegría

La semana pasada me ha tocado “entrar en dique” debido a un diente que decidió rebelarse y darme la lata. Se conoce que como era el único que me quedaba estaba dispuesto a despedirse a lo grande y siguiendo las directrices del dentista; un amigo de siempre que me ha tratado toda cuanta dolencia ha ido apareciendo en la dentadura desde hace bastantes años. Todavía me queda alguna sesión, precisamente mañana martes, pero confío que sea la última de este tratamiento. El caso es que he dispuesto de bastante tiempo para leer de todo, de cosas que tenía aparcadas para otro momento y sobre todo para leer con más atención todo lo referente a esa especie de lucha que hay en nuestro país. Me he llevado unas cuantas sorpresas de diversa índole, pues la cosa no está como una seda sino bastante arrugada.
He leído libros, periódicos, informaciones varias y resúmenes de ultima hora, así como la TV en sus telediarios y cuando no podía más me refugiaba en un programa de música clásica en el que no faltaba la Ópera ni el Jazz de buena clase así como los Conciertos con directores famosos. Ha sido una semana que casi podría llamarse de meditación, pues al final de cada día me hacía - más o menos - la siguiente pregunta: ¿Qué es lo que está pasando en el mundo? ¿No hay forma de ponerse acuerdo en algo que verdaderamente sea digno de personas sensatas? Lo último que me ha llamado la atención es ese barco que iba a pasar el Canal de Panamá, hacia las aguas del Pacífico, con un cargamento mixto de azúcar y misiles. Así estamos viviendo, a medias entre el sabor de lo dulce y el de la tragedia.
¿Había sinceridad en los papeles del despacho de ese buque? No los he visto personalmente, pero cuando lo han detenido y registrado a fondo es cuando ha aparecido el “pastel” y la correspondiente detención del barco. Si falta sinceridad en las relaciones humanas de todo tipo quiere decir que vivimos en un estado de fraude continuo y con la consiguiente sospecha sobre las intenciones de unos y otros. Es muy difícil, tal vez imposible, que se viva con alegría en un mundo en el que el engaño suele estar presente en casi todo. ¿Tanto cuesta la sinceridad, el trato limpio de cualquier asomo de engaño o de doble intención?
Papeles fraudulentos, o con alguna que otra trampa, circulan con diversas direcciones y van siendo mostrados a unas u otras personas en los momentos que se hayan estimado como más convenientes para mantener un estado de incertidumbre y que, al mismo tiempo, puedan servir para crear una seria inquietud en el país, precisamente cuando éste más necesitado está de calma y serenidad así como de buen crédito en el ámbito internacional. Ese tipo de actuación impide la serenidad de la naturalidad, de aparecer como realmente queremos ser y se lucha por ello con grandes sacrificios en todo el país. ¿Cómo se puede ignorar ese imponente sacrificio y utilizar medios tristes y desalentadores en su contra? ¿Donde está la naturalidad, sinceridad y alegría de vivir que todos necesitamos?
Sí; ha sido una semana, para mi, llena de inquietudes y de sorpresas nada agradables, como supongo le habrá ocurrido a otras muchas personas, sin necesidad de molestias en su dentadura, aunque sí en el ánimo, para que nuestro sentir se afirme en la seriedad de la verdad y para que el trato con los demás esté limpio de animosidad y lleno de sincera alegría y naturalidad en todo momento.