Nadie quiere fumar solo

Hasta su hijo y su marido, que son fumadores, están animando a Carmen Casado Moya para que lo deje definitivamente. “Mi niña me anima mucho y mi marido me dice que estoy sembrada, que no se lo cree”, asegura Casado.

Acompañada de su hermana, ha llegado a la cita con la psicóloga de la Unidad de Tabaquismo, Araceli Comino, para que ella le realice el seguimiento, puesto que lleva ya un mes y medio sin fumar.
Lo primero es soplar en el cooxímetro. El resultado, de sus pulmones salen dos partículas por millón (ppm) de monóxido de carbono (CO), frente a las, por ejemplo, 16 ppm que corresponderían a un fumador. Menos de 5 ppm, es lo que puede tener una persona normal, pues este gas se encuentra en el aire que respiramos, aunque en muy baja proporción. Y menos mal, porque sus efectos sobre el sistema respiratorio son nefastos a la hora de mermar la capacidad de oxigenación de nuestro cuerpo, ya que el CO ‘engaña’ a nuestros glóbulos rojos, que los ocupan, impidiendo así que entre oxígeno.
Después de casi 30 años fumando, Casado decidió que no quería seguir con ello. “Ya me encontraba muy mal, asqueada y cansada de tanto tabaco. Siendo sincera, ya me levantaba pensando en el cigarro, tomaba café y tenía el cigarro en la boca y me dije que lo tenía que cambiar”, se confiesa esta ya ex fumadora, que antes se metía un paquete y medio diario en sus pulmones.
El caso de Carmen Casado, según explican en la unidad que depende de la Consejería, se aproxima al perfil medio: el de un fumador, hombre o mujer, de 45 años, que ya nota demasiado los efectos del tabaco después de haber estado fumando más de media vida. “A nosotros, es cierto, vienen los casos con mayor adicción”, explica Yolanda Fernández, trabajadora social de la unidad. La media es que su puntación en el test de Fagerström sea de 6,5 cuando comienzan el tratamiento, lo que se considera una adicción alta. Por ejemplo, respondería a este perfil alguien que fuma su primer cigarrillo antes de los cinco minutos siguientes a levantarse, no deja su hábito cuando está enfermo, siente nerviosismo o ansiedad cuando se encuentra en el cine o en un avión y no puede fumar, y fuma 30 cigarrillos al día.

Tres intentos
“Tienen éxito en torno al 40% de las personas que tratamos, son unos buenos datos, teniendo en cuenta que la nicotina tiene unos niveles adictivos similares a la heroína o a la cocaína, según los experimentos físicos muestran”, comenta la psicóloga, Araceli Comino. “Además, hay que tener en cuenta que quien viene hasta nosotros lo hace generalmente porque tiene un alto grado de adicción”, añade. Estos datos, eso sí, se refieren al primer año, que es cuando se hace el seguimiento. “Cuando tratamos a alguien, se fija un día D, el que va a abandonar el consumo. Se tiene que hacer de manera radical, no vale lo de reducir poco a poco”, añade.
Uno de los objetivos es el de reducir conductas de riesgo. “No vamos a prohibirle a alguien que tome el café, pero sí a que sea consciente de que si fuma en ese momento, no puede volver a probar, porque un cigarrillo vale para recaer”, explica Fernández. De normal se necesitan tres intentos para dejar de fumar.
En este año han recibido 45 solicitudes (hasta el día 17 de febrero); son menos que otros, pero hay que tener en cuenta que el INGESA también realiza sus tratamientos. “No es que la ley haya impulsado a la gente a dejarlo, pero sí que ahora tenemos un factor a favor, y es que fumar ya no es una conducta socialmente bien vista”, añade Fernández. A veces, ni por los propios fumadores, como le sucede a  Carmen Casado.

Tres meses Tiempo de espera para empezar
Lo normal es que se tarde tres meses desde que una persona llama a la unidad para obtener el tratamiento hasta que comienza la primera visita. Esto cambia en casos de urgencia, como grave problema cardiovascular, pulmonar, o en mujeres embarazadas, cuando el daño puede ser más inmediato y visible.  El teléfono es el 956 522 136.
Jóvenes Cada vez más numerosos
Según los técnicos del Plan de Tabaquismo, es una cuestión de mejor información. Lo cierto es que cada vez llegan más jóvenes (25-30 años) que empezaron a fumar en la adolescencia temprana (12-14 años) y que desean dejar el hábito.
Terrazas y bares Ninguna solicitud
La Consejería de Fomento no ha recibido ninguna solicitud de ningún bar para instalar una terraza. Entre otros motivos, esto se puede deber a que la mayoría ya tienen, y a que muchos tienen una parte abierta a la calle donde la gente consume de pie, sin necesidad de sentarse. También son controvertidos las opiniones de que sí ha repercutido en el consumo, y las de quienes dicen lo contrario.

 

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