Categorías: Opinión

Nada nuevo bajo el sol de Ceuta

El escaso seguimiento que la huelga general del pasado día 14 tuvo en nuestra ciudad confirma que el egoísmo, la falta de solidaridad, la desgana y la indeferencia siguen siendo los patrones de comportamiento a seguir entre los ciudadanos de Ceuta. Es curioso que sea aquí, en la “Perla del Mediterráneo”, donde menos se movilice la gente y donde un partido que tras tantos años de gobierno local nos mantiene como la ciudad con mayor paro de España (41%) y con una de las tasas de pobreza y exclusión social más altas de toda Europa (42%) continúe arrasando de la forma en la que lo hace. Parece que aquí la gente no quiere despertar y se siente bien votando a aquellos que jamás han estado de parte de los trabajadores y cuyas políticas aberrantes apoyan, entre otras cosas, que la banca privada -rescatada con dinero público- ,culpable de esta situación que atravesamos plagada de desahucios, despidos y recortes, infle la deuda que nos ahoga con unos intereses que la hacen hasta siete veces mayor de lo que debiera, permitiendo que esta crisis creada artificialmente sirva para que los de siempre, los banqueros y los empresarios que jamás ven fin a su avaricia, hagan negocio a costa del sufrimiento de millones de seres humanos que ya han asumido, previo bombardeo mediático, la falacia de que “han vivido por encima de sus posibilidades” y que ahora toca pagar los pecados pasados mediante una expiación en forma de destrucción de derechos básicos e intocables. Hacer sentir al desgraciado que él mismo es el culpable de su desgracia para que así no alce la voz contra los verdaderos culpables, contra el poder económico que desde la sombra mueve los hilos de la realpolitik , es un mecanismo de control de voluntades tan antiguo como la propia política. Es lo que ejerce, por ejemplo, nuestro diputado Francisco Márquez cuando escribe tópicos del estilo de que no se puede gastar más de lo que se tiene o de que el Estado se ve obligado a recortar debido a la penosa gestión de los anteriores inquilinos. Por supuesto, en sus intervenciones pidiendo al pueblo que asuma los brutales ataques con una sonrisa, no habla de las liberalizaciones del suelo que el gobierno de Aznar llevó a cabo y que han sido la causa de la burbuja inmobiliaria que ahora pagamos, ni de una posible política fiscal que persiguiera el fraude y gravara más a los que más tienen para así no tener que recortar a la gente más humilde. El señor Márquez, como toda la derecha, pretende que aplaudamos unas políticas que hacen más ricos a los ricos mientras a los demás nos suben las tasas universitarias, nos condenan a ser puros siervos de los patronos y nos empeoran la calidad de los servicios sanitarios y educativos. Y lo peor es que consiguen sus aplausos.
Esta indigna y servil situación en la que los esclavos veneran a los amos que les mantienen en la miseria refleja a la perfección la manipulación que sufre la gente en el circo que es y siempre ha sido esta falsa democracia donde los electores delegan de forma sistémica el poder de decisión en sus enemigos de clase y en la que todo se reduce a la captación de votos a través de eslóganes, manipulaciones, discursos vacíos y representantes del pueblo que sólo representan los intereses de las empresas privadas, la banca y los grupos de presión. El hecho de oír a trabajadores parados y sin futuro rajar sobre las subvenciones que reciben los sindicatos, pero no escucharles ni palabra del dinero que recibe la CEOE, de las desgravaciones fiscales y la pasta perdonada a las multinacionales, de la amnistía fiscal a los defraudadores de guante blanco llevada a cabo por el Gobierno de Rajoy, o de ese robo legalizado llamado SICAV a través del cual las grandes fortunas apenas pagan impuestos, es tan sólo la constatación de que la información recibida por las masas no es en realidad más que pura desinformación nacida del poder con el único propósito de crear autómatas sin ideología que proporcionen votos y no hagan preguntas incómodas o, simplemente, lógicas. No se busca al ser humano racional que pretenda participar activamente en la política de su ciudad o su país y cuya decisión electoral nazca de la reflexión y el estudio, sino al ignorante feliz en su ignorancia, al desentendido fácil de engatusar con falsas promesas, sonrisas, saludos y apretones de mano.
La gente pide culpables y el poder proporciona culpables fáciles de culpar. Si preguntas por ahí sobre aquello que causa los problemas del país, la mayoría de ciudadanos dirigirán sus ataques hacia absurdeces y nimiedades tales como los coches oficiales, los sindicatos, los pinganillos en el Congreso o incluso te saldrán con argumentos racistas que carguen sobre los inmigrantes todo el peso de nuestros males. Muy pocos hablarán del Grupo Bilderberg, del FMI, de la “troika”, de la relación entre el BCE, la banca privada y los Estados, de que el grueso de la deuda del país corresponda a las grandes empresas y a los bancos, de la relación entre trabajo y capital o del capitalismo en sí. La gran mayoría vive atrapada en una concepción de la política facilona y maniquea, hecha para crear perezosos mentales sin capacidad de análisis a los que poder estafar sin complicaciones. Y si España es el paraíso de esta estafa política e informativa desde que el fascismo triunfara en 1939, Ceuta constituye su ejemplo más representativo. A las pruebas y los datos me remito.
Pero si ya es indignante la actitud pasiva y parasitaria de esta ciudad, de muchos de sus parados, de muchos de sus trabajadores y de la grandísima mayoría de sus insolidarios comerciantes, más indignante es aún la insultante desvergüenza de la que lleva décadas haciendo gala el PSOE, partido que siempre ha estado de acuerdo con el PP en las directrices generales de la política económica y que siempre que ha estado gobernando ha preferido pactar con partidos de derechas como CiU antes que prestar la más mínima atención a proposiciones verdaderamente socialistas de partidos como Izquierda Unida. Clama al cielo que, a estas alturas de la película, estos neoliberales de manual sigan hablando de “izquierda” y de socialismo en sus mítines y continúen acudiendo a “posar” junto a manifestantes que protestan contra un paro y una miseria que el propio PSOE ha contribuido a crear junto al Partido Popular. Ambos representan las dos caras de la misma política general, las dos versiones, una más “progre” y otra más conservadora, de ese bipartidismo artificial diseñado para que algunos piensen que algo cambia cuando no cambia absolutamente nada, y ver a dirigentes socialistas ponerse desde la oposición esas chaquetas de pana que guardan en el armario cuando están en el poder, hace que los pocos que en esta ciudad no hemos sido absorbidos por la apatía nos cabreemos aún más. Su presencia en cada movimiento social le resta credibilidad al mismo, y no estamos precisamente para perder credibilidad. Menos aún en el cortijo del Partido Popular, en esta ciudad que amo y odio a partes iguales llamada Ceuta, paraíso natural convertido en infierno social a causa de unas políticas de derechas que sólo generan necesidad, intolerancia, prepotencia e ignorancia.

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