Sin posibilidad de que todo aquello cambiase el rumbo, el portuense Rafael Alberti describió finamente, ahondando en el corazón de su belleza poética, el devenir impenetrable de aquellos cerrojos que se deshacían en deseos de abrir grietas y, con ello, poner fin a tan maléfica suerte que, no era otra, sino la de albergar a esos seres a los que la sociedad hubo de separar y recluir, y que, aquellos muros, se vieron obligados a ser los garantes de los dictados de la justicia. Fue en el año de 1956 cuando se elabora el Reglamento de Prisiones, conocido como Código Penitenciario, cuya vigencia llega a traspasar linderos que se acercan en el tiempo, y que hoy día, el régimen de vida en las prisiones está asentado por la Ley Orgánica General Penitenciaria y el Reglamento Penitenciario. Sin omitir las características de los nuevos Centros, se elaboran unas normas de régimen interior, adaptado a sus estructuras.
Mucho se ha escrito y mas se ha hablado, sobre la actuación del Partido Popular en los años que gobernó, en relación con la banda sanguinaria ETA. De igual manera, ríos de tinta han emborronado las conversaciones de Argel en las que intervino el PSOE, años finales de los ochenta y que, para ambos partidos, supuso un desgaste por lo que a pérdida de tiempo se refiere. Los contactantes se toparon con el mismo muro, las exigencias de la banda por la autodeterminación y la independencia de las vascongadas, por la amnistía para unos presos que, con una condición propia de delincuentes habituales, eran tratados como presos políticos. Mientras martilleaba el año de 1989 y con la dispersión en plena ebullición en el interior de las prisiones, estos asesinos estaban convencidos de su inminente puesta en libertad, como así entonces manifestaba el hoy dirigente de un grupo de apoyo a terroristas, Estanislao Echaburu Solabarrieta: -Eh Funcionario, ¡no lo dude!. Antes de que termine el año, estamos todos tomando vinos allá arriba-, mientras soltaba una carcajada. Lo cierto es que, el gordito Estanis, seguía dando vueltas al patio de la prisión en la que se encontraba, cuando apretaba el verano de 1996. Sería bueno preguntarse si la puesta en libertad de este artilugio elaborado para asesinar, contó con el beneplácito de los equipos de tratamiento penitenciario, porque, ciertamente, rehabilitado no estaba, ni por supuesto, lo estará nunca. La dirección que ostentaba en ese macabro grupo de apoyo a presos asesinos de ETA, demuestra su vinculación y su rehabilitación antisocial, de esa felónica suciedad mental que le adorna. En este juego, hay que darle relevancia a los Abogados que les asistían, pero que, en realidad, “desasistían”. Tirando de hemeroteca, es conocida la conversación interceptada, supuestamente, en los locutorios de la prisión de Alcalá-Meco, donde el abogado Gorostiza, propone y desarrolla posibles acciones terroristas contra Funcionarios de Prisiones, en diálogo distendido con De Juana Chaos y Esteban Nieto. Lo tienen ahí, en el diario “El País” del 5 de febrero de 1993, en su página 16.
Desde hace años, la vía Nanclares se ha convertido en el pasadizo hacia la libertad de los terroristas. No es necesario decir nombres cuando la clase política profundiza en este hecho, olvidando que hay 800 muertos y 2000 heridos y que las víctimas miran perplejas esta actuación deleznable. Si los terroristas han cometido atentados en toda España, que impide su cumplimiento en las cárceles de todo el territorio español. Hace unos días salió en libertad Anza, ¿se continuará por este infame derrotero?.
Todavía recuerdo aquel momento cargado de instantes que me produjo llegar a la mansión gaditana, donde nadie descolgó el teléfono para decirme que me quería. Solo y con el paso de los meses, mi relación con todos ellos se empezó a naturalizar. Conocí a un joven cargado de despropósitos y regocijado en treinta años de condena o más. Se llamaba Miguel y el dolor que sentía cuando su novia, mediante carta, le decía que lo iba a abandonar, le hacía autolesionarse cada vez con suma vehemencia. Me hice amigo de él y eso le llenaba. Iba casi rapado y no tenía mucha relación con los demás compañeros. En aquel hotel de mala muerte, me hacía leer las cartas que le mandaba su compañera, por poco tiempo, y me las tenía que ingeniar para sacar conclusiones que lo dejaran tranquilo. Como cada día las circunstancias se tornaban de color gris y para llamar principalmente mi atención, con dos cuchillas de considerables dimensiones, se cortaba las venas cuando nos traían las bandejas de nuestra comida de habas con habichuelas que, mi amigo Miguel, se encargaba de pulverizar. Su sangre se empezó a convertir en plasma y su aspecto a sufrir un inusitado y peligroso deterioro.
Una tarde-noche de truenos y tormentas, Miguel había recibido la misiva definitiva. En ella, aquella mujer le comunicaba su decisión de no esperarlo, que estaba cansada de saber que, aquella vida, no era la que ella esperaba junto a él. En la soledad hiriente de su habitáculo, Miguel se anudó unos trozos de sábanas y en los barrotes de su celda, dejó plegada una historia que fue traumática, en realidad no para todo el mundo, pero… pero para algunos tuvo su importancia. En su último sueño, pensó que algún pintor callejero le pintaría una vida, diferente a la que tocó vivir, una existencia que se acercara y tuviera la posibilidad de que fuera un calco de otra historia.
Una cita bíblica dice: -Donde la mano de Dios me lleva, la mano de Dios me cuidará-.