Colaboraciones

Nada que celebrar

Las elecciones del 23-J han finalizado con un resultado que no ha dejado contento a nadie, o a priori, nadie debería estarlo. Desde el punto de vista puramente democrático, la participación ha sido relativamente exitosa pues ha superado en casi 4 puntos la del 2019.

Ahora bien, el panorama final ha provocado diferentes reacciones y el futuro próximo es muy incierto.

El bloque de la derecha está satisfecho ya que el PP ha resultado ganador, si bien tiene muy difícil formar gobierno, pues la suma con sus socios naturales (VOX) no da, y tendría que apoyarse en partidos independentistas como el PNV o Junts. Esta situación no se contempla, aunque no se debe olvidar que cuando Aznar no consiguió la mayoría para gobernar en 1996, necesitó los votos de Convergència i Unió liderada por Jordi Pujol. Pero claro, eran tiempos en los que la derecha no utilizaba al nacionalismo catalán como arma arrojadiza y ahora eso se ha convertido en una pesada losa y es improbable que consigan su apoyo.

Por su parte, VOX ha sufrido un desgaste en esta legislatura y una huida de voto hacia el PP, que es de donde principalmente se nutrían. Sus 33 escaños son poco mas que irrelevantes: no sirven para formar un gobierno y no pueden presentar mociones de censura ni recurrir al Constitucional, las grandes bazas que han utilizado en esta legislatura para darse a conocer y mostrar su ideario. Aparte de esa pérdida de votantes, ha habido poca autocrítica dentro del partido pues se ha culpado a los demás, no asumiendo errores propios, como no haber explicado nítidamente sus medidas o desarrollar los motivos por los cuales no estaban de acuerdo con las decisiones del gobierno. De ello, es culpable tanto el PP como VOX: no supieron hacer llegar su mensaje ya que solo hablaban de derogar el “sanchismo” (algo sin definir y que es sinónimo de no decir nada) y resaltar errores de la izquierda. Si solo puedes ofrecer eso a la ciudadanía, no puedes culpar a otros de tu fracaso.

En el lado contrario, en la izquierda, hay más optimismo si bien debería ser atenuado. Las razones de esa satisfacción radica en que las previsiones planteaban un futuro de lo más funesto: en todas las encuestas (salvo el CIS) salían derrotados de una manera clara y apuntaba a un gobierno del bloque conservador cuyas medidas ya se estaban viendo a nivel municipal y autonómico y cuya declaración de intenciones era un retroceso evidente en muchos derechos ya conquistados.

El PSOE  resistió estoicamente ya que consiguió subir dos escaños a pesar de la debacle del 28-M y a una legislatura marcada por errores, pandemias, guerras y también de muchos aciertos. Respecto a Sumar, la gran esperanza, sacó un buen resultado pero debe matizarse, ya que sacó 7 diputados menos que cuando sólo estaban en coalición IU y Podemos. Por ello, el exceso de euforia mostrado corresponde al hecho de que ya nacieron como muleta del PSOE, sabían que su papel iba a ser apoyarlo y servir de contrapeso a un gobierno PP-VOX. En este caso, adolecen del mismo pecado que la derecha: no han hecho una verdadera autocrítica, ni ahora ni en la gran derrota que supuso el 28-M.

De este modo, el panorama será verdaderamente complicado para formar gobierno. Las derechas, que se autodeclaran constitucionalistas (como si el resto de partidos del Congreso no lo fuesen) no aceptan que vivimos en una democracia representativa (artículo 6 de la Constitución) y protestan ante la imposibilidad de liderar esta legislatura, basándose en el hecho de que han ganado. Esto es un ejercicio de hipocresía ya que el PSOE propuso al PP que gobierne el más votado en seis de las siete mayores ciudades en Castilla-La Mancha y los populares rechazaron la propuesta, que afecta a tres ayuntamientos con mayoría socialista (Toledo, Guadalajara y Talavera) y a otros tres (Albacete, Ciudad Real y Puertollano) en los que el partido de Feijóo fue primera fuerza.

Sin embargo, la izquierda no lo tendrá fácil tampoco ya que necesitarán el apoyo de los nacionalistas (mayoría de ellos de derechas) que no ofrecerán su apoyo desinteresadamente, pero este escenario sí sería más plausible ya que están más dispuestos a la negociación.

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