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Mustafa, un joven marroquí atrapado en el limbo del Tarajal

Hay vidas rotas, tan rotas que si uno pensaría en cómo zurcir todo aquello que está deshilachado no encontraría nunca existencias de hilo disponible. Para Mustafa, un joven discapacitado mental atrapado en Ceuta y que malvive desde hace más de un mes a la intemperie en la frontera del Tarajal, el primer pespunte que necesita es regresar a Marruecos con su familia, a la zona de Kenitra. Es ciudadano marroquí –aunque ahora mismo no posee la documentación- pero ha sido expulsado ya en tres ocasiones por los agentes policiales del Reino Alauita en su intento de regresar a casa. Vive en un limbo legal y en un limbo vital.
Mustafa lleva ya varias semanas durmiendo donde buenamente pilla en ese micromundo que se concentra desde la playa del Tarajal hasta las barreras que hacen de frontera entre ambos países y dos continentes. Son las doce del mediodía y está echado en un banco de piedra junto a la cafetería Puerta de Europa. Los responsables de este establecimiento son quienes están cuidando y alimentando a diario a este joven de 29 años que pasó un tiempo internado en un centro penitenciario del Puerto de Santa María (Cádiz), según se ha podido interpretar de lo que dice en árabe ya que no domina bien el español aunque lo entiende. Está dormido y la responsable de la cafetería explica que lo mejor es que lo despierte ella, ya que está asustado y tiene pánico por las vilezas que está sufriendo en sus carnes. Los niños la han tomado con él y es raro el día que no le hacen alguna jugarreta, le pegan o le gastan bromas. “El otro día estaban clavándole anzuelos de pesca”, explican indignados desde la cafetería, donde le recomiendan constantemente que se mueva por otras partes de la ciudad para no ser el blanco de las maldades de un grupo de jóvenes que se ensaña con él en este entorno de la playa que separa los dos países.

Cerca de dos meses ahí

“Pero es el más cuerdo de todos”, espeta su ‘cuidadora’. Son ya casi dos meses en los que se tira en el banco, duerme un rato en la silla o hay otras noches que se tumba en la rotonda anterior al paso fronterizo o intenta conciliar el sueño en cualquier sitio mientras sueña poder volver a casa con sus padres y su familia en Marruecos.
Se despereza como puede y va a los baños públicos a asearse y lavarse la cara pero su expresión no puede cambiarla. Transmite tristeza y miedo y agradece con un gesto cualquier muestra de cariño en medio de su desesperación por volver a su tierra. Con las zapatillas por fuera y mirando de frente posa para este reportaje mientras los que lo conocen de las últimas semanas hacen de intérprete y explican sus principal problema. Es ciudadano marroquí y no puede entrar allí. ¿Por qué? Un enigma para el que no hay respuesta clara, aunque puede ser que las autoridades marroquíes no lo acepten por no disponer de documentación y no estar en posesión de la pauta de vacunación.
La frontera del Tarajal tiene a este vecino durmiendo cada noche mirando al otro lado de la verja con la esperanza de regresar a su país. Una versión en la frontera sur entre Europa y África de la película ‘La Terminal’ aunque con una dureza que hace que no haya motivo para esbozar una sonrisa. La caridad de la cafetería Puerta de Europa, que lo han acogido, hace que pueda echarse a la boca todos los días algún bocadillo y algo de beber. Se ha solicitado ayuda a entidades sociales, sin que por el momento ninguna haya atendido su situación. En realidad es un limbo difícil de solventar, puesto que después de tres tentativas de vuelta cada vez tiene menos fuerza.

Hay cientos de personas en Ceuta esperando poder regresar a su país

El caso de Mustafa, por su dureza y por lo que está sufriendo este joven de 29 años, simboliza en parte la lucha de otras muchas personas que ahora mismo viven una situación similar. Según ha podido conocer El Faro de Ceuta, en la ciudad hay actualmente más de un centenar que están esperando para poder volver a su tierra. Ciudadanos marroquíes que, como Mustafa, no disponen de documentación o los agentes del país vecino les deniegan la entrada alegando diversas razones. Hombres y mujeres que una vez que empiezan a cruzar a pie el paso fronterizo del Tarajal son frenados por las autoridades policiales del Reino Alauita, quienes rechazan su vuelta por cuestiones como que no disponen de la identificación correcta o que no tienen la pauta de vacunación en regla. Un camino complicado para quienes no tienen un horizonte nada fácil en España sin documentación ni opciones laborales pero a su vez no pueden regresar a su tierra, por el momento. Personas a las que, de algún modo, se les para la vida.

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