Música para los oídos, los sentidos y la comunicación. Escucharla o interpretarla encierra una utilidad poderosa y quizá desconocida. Más allá de ser un elemento de entretenimiento, puede servir como una terapia que favorezca a distintos sectores de la sociedad. Esta faceta oculta es conocida por los alumnos de la asignatura de musicoterapia del grado de Educación Infantil en Ceuta.
Ellos la ponen en práctica para ayudar en el futuro a sus estudiantes una vez que se incorporen al mercado laboral. Sin embargo, saben que esta herramienta es de un gran beneficio, sobre todo, para aquellas personas con ciertas necesidades, como lo son las que tienen autismo o algún tipo de discapacidad.
A diferencia de clases anteriores, reciben una visita. Se unen a ellos nuevos integrantes, asistentes que serán los que sacarán provecho de esta sesión. Los usuarios de la Asociación Síndrome de Down se unen a la rutina de estos universitarios para que ellos pongan en práctica sus conocimientos.
Bailes y canciones
El encuentro ha comenzado con una canción compuesta solo para los huéspedes. Instrumentos de percusión los acompañan en esta carta de presentación que no pasa desapercibida para los invitados.
La melodía no es la única arma de la que se sirven estos jóvenes para usar la música como puente hacia la salud. Las coreografías o tocar instrumentos son otros de los elementos que emplean para alcanzar este fin. De hecho, las canciones y danzas tradicionales también están integradas dentro del programa didáctico como una forma de incluir a las cuatro culturas que viven en la ciudad.
De hecho, sacan a la palestra un baile sefardí para promover la movilidad. El área motora es una de las dianas de estas tareas, a la que se suman la cognitiva y la de la comunicación. “Tratamos de abordar estos ámbitos determinados para que los participantes puedan lograr una mayor autonomía”, expone Miriam Maleno, una de las estudiantes que cursan la asignatura. “Se profundiza también en cómo relacionarse con los demás, en abrirse a la convivencia. Se ahonda también en la lateralidad y el tono muscular”, detalla.
Estos encuentros no se hacen de forma improvisada. Hay contenidos de trasfondo que llevan las riendas de cada labor que se desarrolla para cumplir con las metas marcadas. “A nivel teórico se nos enseñan propósitos que tenemos que establecer. Esto no se hace de la nada. A partir de ellos, se lleva a cabo”, comenta.
No es necesario ser un gran maestro para efectuar esta terapia. “No es preciso que sepas leer una partitura, pero si sabes cómo hacerlo, eso es un punto extra de motivación para el usuario”, menciona.
Inclusión
María del Carmen Castillo, educadora social de la asociación, conoce en qué consiste esta disciplina. Julio Ruda, profesor que imparte la materia, le sugirió acudir a una de las clases y ella aceptó.
“Había oído hablar de ella, pero también de danzaterapia. Les encanta la música, así que disfrutan un montón de estas propuestas. Tienen muchos beneficios y son muy importantes, sobre todo, por el trabajo en grupo”, expresa.
A su vez, este tipo de actos abren la vereda a la inclusión, uno de los grandes objetivos de la entidad y del colectivo. “Todo lo que se haga en el exterior hace que se relacionen en este sentido; no solo tienen vínculos con personas con Síndrome de Down sino también con otros sectores poblacionales. Es relevante a nivel comunicativo”, concluye.