Opinión

¿El Pecio Isleos de Santa Catalina se merece un museo en Ceuta?

El viernes 18 de abril de 1692, hace 332 años, un día de temporal, ocurrió un acontecimiento histórico que debió impactar en Ceuta, por entonces con un urbanismo modesto y unos 3490 habitantes (1240 eran militares), cuando aparecieron por levante 16 impresionantes navíos de guerra; es de imaginar la inquietud de la población ante tal despliegue de fuerza sin conocer destino y objetivo. Las olas y el viento hizo naufragar a dos de ellos: Le Assuré y Le Sage, frente a los Isleos de Santa Catalina y los escollos del Sauciño. Aquella flotilla bajo el mando de Víctor Maríe d´Estrées, a bordo del Sceptre, había partido el 21 de marzo de Tolón.

Tenían orden de Luis XIV de navegar hacia Brest para reunirse a una gran flota a cargo del Almirante Tourville e invadir Inglaterra, con la intención de derrocar a Guillermo III de Orange y devolver el trono inglés a su aliado Jacobo II, lo que facilitaría la expansión del rey Sol por territorios alemanes. Estamos en plena Guerra de los Nueve Años o del Palatinado en la que una coalición, La Liga de Augsburgo, a la que pertenecía España, se enfrentaba al rey más poderoso de Europa.

Le Assuré tenía una eslora de 43 metros, tres palos y portaba 60 cañones en dos puentes. Le Sage algo más antiguo era de 40 metros y llevaba 53 cañones; en ambos una mitad eran de hierro, la otra de bronce. El personal estaba formado por oficiales, suboficiales, infantes de marina y marineros, estos últimos los más numerosos.

Una de las cinco anclas del pecio. Se sacó en 1970. Actualmente está rota y muy deteriorada.

En aquel naufragio se ahogaron 317 personas y fueron rescatadas 480, en gran medida gracias a la ayuda de los ceutíes, pero pasaron a prisión por orden del gobernador de la ciudad, Francisco Bernardo Baraona, al estar la España de Carlos II y la Francia de Luis XIV en guerra. Según parece los oficiales se albergaron en casa del gobernador, el resto quizá en casas particulares. Más tarde estos prisioneros se enviaron a Cataluña para ser canjeados. Desconocemos el lugar de enterramiento de los fallecidos. Una vez resuelta la ayuda humanitaria, es muy probable que los ceutíes dieran buena cuenta de las provisiones y pertrechos de los navíos tan necesarios para una ciudad aislada y pobre en recursos.

En 1694 el nuevo gobernador, Sebastián González de Andía, inicia la recuperación, con buzos, de la artillería sumergida, seguramente con la intención de reforzar las defensas de Ceuta por el asedio iniciado por Mulay Ismail en octubre de ese año. En aquellas fechas se sacaron 62 cañones, cuyo destino final ignoramos, no podemos asegurar que se quedaran en nuestra ciudad.

Uniformes que podrían usar los oficiales, infantes y marineros de los navíos naufragados. Reproducción.

El naufragio queda en el olvido hasta que en 1962 Ernesto Valero Narváez y Agustín Pizones Cortés redescubren los restos que aún quedaban frente a los Isleos de Santa Catalina. Desde entonces el pecio ha sufrido varios expolios, el más importante el de dos cañones de bronce, actualmente en el Museo de la Marina de Francia en París, allí, al menos hasta 2001, los tenían a la entrada; también algunos buceadores locales han extraído piezas, unas depositadas en el Museo Arqueológico local y otras siguen en colecciones particulares, todas dadas a conocer, dibujadas y fotografiadas, la disposición de los submarinistas ceutíes ha sido de total colaboración.

En 1970 y 1980 bajo la dirección de Juan Bravo Pérez y el apoyo del Ayuntamiento son recuperados 14 cañones de hierro, un cañón de bronce de 2094 kg y un ancla de grandes dimensiones, fue la recuperación arqueológica submarina de mayor envergadura realizada en nuestras aguas a pesar de la escasez de medios, quizá la única de un navío de esta época en Europa. En 1984 efectuamos un plano de las piezas aun sumergidas y se obtiene la información documental detallada de este acontecimiento histórico que había quedado en el olvido, relacionado con el intento de invasión de Inglaterra por Luis XIV de Francia, que resultó fallido, pues la flota anglo-holandesa derrotó a la francesa en la batalla de La Hougue, donde no pudieron participar los navíos que pasaron por Ceuta debido al retraso que les causó el naufragio.

"En aquel naufragio se ahogaron 317 personas y fueron rescatadas 480, en gran medida gracias a la ayuda de los ceutíes"

En total la investigación de este pecio nos ha llevado algo más de 60 años y aún no está concluida. El inventario es de unas 84 piezas recuperadas, de las que dos han sido expoliadas, es el caso de los dos cañones de bronce que están en la capital de Francia, 17 se han extraviado y 22 están en colecciones particulares. Algunas piezas muestran un deterioro importante como el ancla (rota por la mitad) y los cañones de hierro ubicados en las almenas de las Murallas Reales y Parque del Mediterráneo, a la intemperie, sin un tratamiento adecuado. El cañón de bronce recuperado en 1970, una pieza magnífica por su decoración, ha pasado de estar expuesto en la puerta del antiguo museo de los jardines de la Argentina, a una zona de almacenado al aire libre junto a una portería deportiva, como si fuera una pieza sin valor, a la entrada de la asamblea y ahora detrás de la puerta del Museo de las Murallas Reales; poca gente sabe que ese cañón tiene la misma procedencia que siete de los ubicados en las almenas de las Murallas Reales, los del Parque del Mediterráneo y el Museo del Desnarigado. Por desgracia hay piezas de indudable valor extraviadas (cerámicas, guarda de espada, planchas de plomo etc..), el Museo Arqueológico de Ceuta ha cambiado varias veces de ubicación y hay que asumir el riesgo de perdidas en los traslados.

Indudablemente la historia y recuperación de este pecio nunca se ha expuesto correctamente, en su conjunto, y tiene envergadura para que así sea; en mi opinión si merece adecuar un presupuesto y un espacio que se puede llamar MUSEO DEL PECIO ISLEOS DE SANTA CATALINA donde se pueda reunir el material presente en los almacenes, los cañones recuperados y el resto del ancla, todo esto acompañado de la documentación francesa y española, una atractiva exposición de la historia del pecio con medios audiovisuales y una maqueta de uno de los barcos.

Mapa: Ruta de los navíos al mando de Víctor Marie D’Estrées en 1692.

Ese espacio, sin lugar a dudas, servirá para un mejor control y conservación del material recuperado, además se puede enriquecer con la localización de las piezas extraviadas y la donación de particulares, señalando debidamente la persona que la cede, sería una forma correcta de contextualizar la historia y los hallazgos del pecio. Esta iniciativa es imposible sin la implicación de la Consejería de Educación y Cultura de la Ciudad Autónoma para proteger este patrimonio que puede ofrecer conocimiento, investigación y turismo cultural.

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