El Desnarigado, el Museo Histórico Militar de Ceuta, aguarda al visitante para descubrirle los innumerables tesoros que encierra entre sus muros. Un apasionante recorrido que empieza mucho antes de cruzar las puertas del castillo, cuando el azul del mar y el verde del monte dan la bienvenida con su imponente estampa.
Este museo depende y pertenece al Centro de Historia y Cultura Militar, encargado en Ceuta de mantener el patrimonio militar y civil de la ciudad. Su acceso es totalmente gratuito y se puede visitar todos los días, de lunes a viernes, de ocho y media a dos, y, los sábados y domingos, de diez a dos. Las noches blancas son otra opción perfecta para acercarse a este espacio cultural, visitas nocturnas realizadas en fechas señaladas, como lo fue la víspera del día de la Inmaculada.
Al acceder al castillo, el Patio de Armas de esta batería de costa se abre como un gran museo, con las troneras donde se asentaban las piezas de artillería reconvertidas en salas accesibles y con medidas de prevención anticovid, repletas de interesantes piezas militares desde las que adentrarse en la historia del ejercito a través de las diferentes armas, cuerpos y servicios que han estado o están en Ceuta o en la zona del Protectorado.
La sala de cañones sirve de carta de presentación del lugar, una dependencia repleta de tesoros, como un cañón árabe de bronce del año 1635, que se recuperó del Parque de Artillería del Larache, donde estuvo enterrado muchos años. Otro fondo de interés es un gran cañón hecho de hierro fundido (hay otros dos en la entrada) recuperado hace cincuenta años de un naufragio de dos navíos franceses, en cuyo rescate participaron los ceutíes.
De la sala de cañones, se pasa a la de Infantería, donde se pueden apreciar los fondos donados por las Unidades de Ceuta, como Regulares o la Legión, donaciones particulares e, incluso, de otros museos. El coronel Juan Ramón Buján, director del Museo del Desnarigado y gran conocedor de sus fondos, explica al detalle los elementos más curiosos o apreciados de cada sala, como una granada de enseñanza con la que resalta que “no solo hay material de guerra, sino también de instrucción por ser, la formación, una de las bases del Ejercito”.
La siguiente parada es la sala de Caballería, dotada de fondos del Regimiento de Caballería Montesa Nº3 de Ceuta, donde el coronel Buján hace hincapié en una antigua Artola, utilizada a principio del siglo XX para evacuar a los heridos a lomos de una mula.
En la sala de Ingenieros, donde la mayor parte del material expuesto fue aportado por el Regimiento Mixto de Ingenieros nº 7 de Ceuta, merece la pena dedicar un rato a contemplar los instrumentos topográficos o los equipos de comunicación, no olvidando pararse unos instantes para curiosear el heliógrafo de bronce, un instrumento, que según explica el director del museo, servía para realizar señales telegráficas por medio de la reflexión de los rayos del sol en un espejo.
Otro curioso elemento de estas dependencias, que hará las delicias de los amantes de las historias de espías, es un maletín de transmisiones utilizado en la Segunda Guerra Mundial por personal de inteligencia infiltrado tras las líneas enemigas.
El Desnarigado dedica, además, un espacio a la sanidad: la sala más actual del museo, donde están recogidas más de doscientas piezas, obtenidas de los fondos del antiguo Hospital Militar de Ceuta, del de Tetuán Gómez-Ulla, Xauen, Larache y de Alcazarquivir.
Entre otros atractivos, el coronel explica que se ha recreado un quirófano traído del Hospital Militar de Tetuán. Un pequeño espacio en el que adentrarse de lleno para descubrir de qué equipos disponían los sanitarios durante las campañas militares.
La sala de Artillería es el espacio de mayor tamaño del museo, donde entre todas las maravillas que encierra, el coronel Buján destaca dos: una culebrina portuguesa de bronce procedente del Parque de Artillería de Larache y que fue recuperada de los sótanos del castillo de San Antonio. “Este fondo estaba en poder del sultán de Marruecos desde 1578, fecha en que se da la batalla de los Tres Reyes, donde tras el fallecimiento sin descendencia del rey de Portugal, Felipe II se proclamó monarca”, señala. Y una dirección de tiro, que se usaba en las baterías de costa para disparar a los navíos. En ella, curiosamente, todo es analógico, funcionando a base de relojes, por lo que la instrucción para su uso era muy importante.
Una vez visitado el interior, merece la pena completar la expedición por los exteriores de la fortaleza. Llama la atención un pequeño pasillo utilizado en su época como armería y transformado después en una capilla donde están pintados todos los santos patronos de las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil.
Dando un paseo por el patio, se pueden contemplar algunos fondos de distinta procedencia, como la famosa campaña del hospital militar. Y, al final del edificio, se alza una atalaya de vigilancia desde la que disfrutar de las vistas, tomar algunas fotos y poner fin a este baño de cultura militar.
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