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Mujer e Islam

Con este artículo no pretendo molestar a nadie ni crear un debate, simplemente dar una humilde y certera visión sobre la mujer en el islam. Como musulmana que soy, a veces me pueden los estigmas y estereotipos que impregnan mi papel real en la sociedad. Lucho día a día por superar las dificultades que se me presentan, primero como mujer y después como musulmana.
Por eso creo que dichas etiquetas a las que nos tienen sometidas, a veces te hacen sentir infravalorada con respecto a las mujeres de otras culturas y/o etnias y por consiguiente, que puedas caer en el error de relegarte a un segundo plano. Pero no, puesto que las críticas construidas sobre cimientos sin fundamentos no prosperan y por ello como mujer musulmana que soy, tengo la convicción de que estos prejuicios jamás deben poder con nosotras.
Después de esta breve percepción personal y cotidiana, creo que deberíamos pasar a valorar determinadas ideas a este respecto. Dicen que el Islam es enemigo de la mujer, que degrada su dignidad y humilla su orgullo, y la deja a un nivel más cerca del estado puramente animal, que solamente es un goce sensual para el hombre y un instrumento para engendrar, de tal suerte que la mujer está en una posición inferior al hombre y dominada por él. Ante semejantes acusaciones, por mi parte no cabe más que desmantelarlas desde una posición no sólo sentimental sino también, y sobre todo, objetiva, citando las verdaderas fuentes islámicas y escapando deliberadamente del debate estéril y sin fundamento. El Islam enalteció a la mujer y la equiparó al hombre, hasta el punto que en el Sagrado Corán recibe un trato igualitario con su pareja. La igualdad entre la mujer y el hombre en el Islam es evidente, debiéndose destacar las numerosísimas citas coránicas que hay al respecto:
A título de ejemplo, Dios ( Allah) se refiere tanto a la mujer como al hombre en sus derechos y obligaciones sin hacer distinción. Veamos la Sura 33, Aya (versículo) 35: "Dios ha preparado perdón y magnífica recompensa para los musulmanes y las musulmanas, los creyentes y las creyentes, los devotos y las devotas, los sinceros y las sinceras, los pacientes y las pacientes, los humildes y las humildes, los que y las que dan limosna, los que y las que ayunan, los castos y las castas, los que y las que recuerdan mucho a Dios".
En este mismo sentido, "Nunca despreciaré el trabajo de quien obre de vosotros, sea hombre o mujer, ya que lo uno es de lo otro." (Corán 3:195)
Por otro lado, también es importante valorar la proyección intelectual que se le da en la cultura islámica, pudiéndose citar numerosísimas referencias, de las cuales podríamos recordar, desde la Sunna (segunda fuente islámica después del Ságrado Corán), la ocasión en que el Profeta (saw), reunido en una asamblea con sus compañeros, atendió atentamente la intervención de una mujer planteándole cuestiones sobre diversos temas sociales. En este caso, el Profeta que la paz y las bendiciones sean por él, al acabar el acto preguntó a sus compañeros por la persona que intervino enalteciendo su mente tan iluminada; o desde un plano más personal, igualmente en la Sunna, en otra ocasión, la primera personalidad del Islam besa las manos de su hija y dice "Fátima es parte de mí", quedando patente, a nuestro entender, que cualquier intento actual de demonizar a la mujer en el Islam o su papel en la sociedad carece absolutamente de cualquier sustento o fundamento avalado por las fuentes islámicas.
Si seguimos haciendo hincapié en el estado intelectual de la mujer musulmana, la educación es igualmente importante para hombres como para mujeres. Tal es así, que en el Sagrado Corán Dios (Allah) hace mención a ello valorando esta cuestión y diciendo textualmente: "Él concede sabiduría a quien le place. Y a quien se le da la sabiduría se le concede un bien excelente; y nadie se acuerda excepto los dotados de conocimientos" Sura 2, Aya (versículo): 269. De esta manera deja claro que los únicos que entenderán su ciencia, sin diferenciar entre hombre y mujer, son las personas dotadas de sabiduría, es decir las personas formadas.
Es triste ver como en general la mujer, y en concreto la musulmana, ha ido sobrellevando una inmensa carga cultural y tradicional, que nada tiene que ver con el verdadero concepto del Islam y que creo que en ocasiones ha sido la causa principal de su acceso a no participar activamente en la sociedad, relegando su papel de puertas de su casa hacia dentro.
El problema, por tanto, se ha enfocado en la falta de conocimiento, y por ello a medida que la mujer musulmana se ha ido formando, ha ido adquiriendo una misión correcta para poder desarrollarse con responsabilidad y jugar un buen papel tanto en su hogar como en su sociedad con perspicacia y precisión.
En todo este devenir, los medios de comunicación juegan un papel crucial, ya que con carácter general han presentando distorsionadamente a la mujer musulmana a la opinión pública, cayendo en prejuicios y tópicos, y faltando en muchos casos a su ética profesional. En muchas ocasiones cuando se tergiversa la imagen del Islam y se impresiona a la opinión internacional, cualquier intento de construir puentes de contacto y foros de conocimiento, así como que las relaciones sean más cordiales, caen en saco roto.
Por tanto, es verdad que la lucha se nos hace cada día más dura, primero porque nos enfrentamos a una campaña informativa incorrecta y poco transparente respecto a la mujer musulmana, y segundo, porque hoy por hoy no tenemos la capacidad suficiente para enfrentarnos a estos grandes ataques publicitarios. Desde esta perspectiva, y a modo de conclusión, podríamos adoptar dos caminos o dos actitudes:
Uno es enfrentarnos activamente, de acuerdo a nuestra capacidad, presentando nuestra verdadera posición en el Islam, bajo cualquier medio posible: radio, televisión, panfletos, escritos, etc.
El segundo camino y quizás el más eficaz es demostrar con nuestra práctica diaria la maravilla que el Islam puso a nuestras vidas, ser un buen modelo de musulmanas, será así como nuestro papel y dimensión se diseminará al igual que un fragante perfume y disminuirá el efecto de aquella mala y errónea información.

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