Lo que parecía un hecho inexplicable ha pasado a ser un error sin precedentes en los protocolos de seguridad de una compañía aérea que debe asumir su responsabilidad y comenzar a preparar formalidades de actuación capaces de detectar riesgos que pueden acabar en tragedias humanas.
Hemos conocido por la Fiscalía de Düsseldorf, que el copiloto que estrelló el avión de Germanwings tenía un certificado médico de baja por enfermedad que había ocultado a la empresa y que esa patología de inestabilidad psíquica había sido tratada con anterioridad. Seguramente quedan por conocer otros muchos aspectos de la personalidad de un hombre que presuntamente -consciente o inconscientemente- ha acabado con la vida de muchas personas. En las sociedades garantistas hablar de escarbar o tener información sobre los hábitos y costumbres de personas es entrar en un debate jurídico inevitable entre el derecho a la intimidad y el derecho a garantizar la vida o la seguridad ciudadana. ¿Y por qué digo esto? Porque cuando una persona decide trabajar en profesiones que requieren una especial exigencia, relevancia, peligrosidad y dedicación por estar al servicio público debe saber que estas funciones deben ir ligadas a un plus de controles y exigencias personales que no pueden ser sometidas otras profesiones. No me ciño sólo a los Cuerpos de Seguridad del Estado y Fuerzas Armadas, también a profesionales que tienen en sus manos la vida de muchos ciudadanos, como pueden ser conductores de autobuses, pilotos, capitanes de buques, médicos, etc. Existen muchas razones que pueden avalar estos argumentos, pero un ejemplo será suficiente para que entiendan que determinadas profesiones requieren un plus de compromiso por los profesionales y un plus de vigilancia por parte de la administración o de las empresas. Ejemplo: Sin duda podríamos plantear que estamos vulnerando el derecho a la intimidad si denunciáramos que el charcutero de tu barrio se ha pasado toda la noche de juerga y se ha ido de la discoteca al trabajo sin dormir. Pero mi pregunta, es ¿Sería lo mismo si esta persona fuera el conductor del autobús que llevará a tus hijos a Madrid? El derecho a la intimidad es un derecho constitucional incuestionable que debe garantizarse a todos los ciudadanos, pero ese derecho no puede poner en riesgo el derecho a la vida de los ciudadanos. Y digo esto, porque entiendo, que si los médicos detectaron una patología suficiente para dar de baja a una persona que iba a ejercer una labor de la relevancia de pilotar un avión y tenían la obligación de haber comunicado a la empresa que este hombre carecía de condiciones psicofísicas para ejercer esa profesión. Este es el primer error que se cometió en el caso que nos ocupa, porque no se puede dejar en manos de una persona con esos desequilibrios la decisión de presentar o no la baja laboral a la empresa. Hasta aquí fue lo que escribí el sábado pasado -que no publique- antes de conocer informaciones que han ido apareciendo durante toda esta semana el avión Germanwings. Después hemos conocido que la empresa sabía de la enfermedad del piloto y que no ejercieron su RESPONSABILIDAD y labor inspectora para proteger la vida de los ocupantes del desdichado vuelo y, de las otras muchas que volaron, pero tuvieron la suerte de llegar a su destino con este piloto perturbado. Como decía, hay profesiones – Fuerzas Seguridad, ejercito, pilotos, médicos, bomberos, conductores servicios públicos- que requieren un especial seguimiento de las actitudes psicofísicas del profesional que las ejerce y deben ser los responsables de la administración y de las empresas los que respondan ante los tribunales si esa acción inspectora que se debe ejercer la han efectuado con deficiencia o falta de lealtad. Labores inspectoras que deben ir orientadas a detectar comportamientos anómalos como pueden ser el consumo de drogas, bebidas alcohólicas, tratamientos médicos o cualquier sustancia psicotrópicas que mermen la capacidad del funcionario o trabajador de especial relevancia de los que hablaba. Unas patologías que, en muchas ocasiones, no se les presta la atención debida y, por lo tanto, no se ejerce la labor inspectora necesaria para evitar desgracias o pérdidas de vidas humanas. Los responsables de los departamentos de Riesgos Laborales tienen la misión de reducir a la mínima expresión accidentes o comportamientos anómalos o suicidas de los trabajadores que deben ir encaminadas a proteger la vida de los ciudadanos. Estos mismos departamentos deben velar y garantizar unos medios técnicos correctos –vehículos y materiales-, un descanso adecuado y una capacidad psicofísicas óptimas para proteger a los ciudadanos y al propio trabajador. Labores inspectoras que, en el caso del avión Germanwings, no han funcionado y de las que deben responder las personas que tenían esa función, porque esa responsabilidad no debe limitarse a un piloto que decidió acabar con su vida y no tuvo la decencia de respetar la de los demás. Un último apunte: La compañía era alemana.
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