La muerte, para empezar

A lo largo de algunos cursos los profesores de Filosofía utilizábamos como libro de texto " Las Preguntas de la vida" De Fernando Savater.

Comparto con Fernando la pedagogía divulgadora que hace salir de la torre de marfil grandes teorías y sistemas filosóficos inasequibles para el común de los mortales.

La muerte para empezar es el primer capítulo del libro antes citado.

Argumenta el profesor Savater que " La muerte nos hace realmente humanos cuando nos hace pensar. Esto sucede porque la muerte no es un hecho ajeno ni ningún problema de otra persona excepto yo. El hecho de que la muerte nos haga pensar es porque nos hace comprender la diferencia entre aprender y repetir pensamientos ajenos, sino a tener un pensamiento propio. La muerte nos hace madurar, por otra nos humaniza, es decir, nos convierte en verdaderos humanos, en mortales. No hay nada mas personal que la muerte, porque éste en un hecho personal e intransferible, es un hecho natural y que resulta que es absolutamente personal y no puede traspasarse a otra persona. Es decir, nadie puede morir por otro. Resulta imposible que nadie con su propia muerte pueda evitar a otro definitivamente del trance de morir."

Ha pasado un año en el que tuve que deambular por los abismos de una depresión que me llevó a tener que dialogar con la parca de tú a tú. En esa batalla en la que vas recogiendo las ausencias, vacíos, recuerdos de lo que un día fuiste y el inmenso dolor de estar vivo, andas sobre silencios interiores en los que preparas un " plan de fuga".

Salí a flote, aunque como hacían los Nazis con los Judios en los Campos de exterminio, la sociedad te graba un número en el brazo en el que se cuenta tu historia y se te inhabilita para volver al mundo de los cuerdos.

Conforme pasan los años, el sentido de la vida y la muerte de los otros nos merodea cada vez más cerca. La visión idílica de la Primavera eterna es cambiada por el otoño que llegó sin darnos cuenta a, sabiendas de que el invierno es la última estación.

Comparto este verano con una amiga de la infancia a la que se le diagnosticó ELA (esclerosis lateral amniotrófica).

Describir la enfermedad es dibujar las rutas de un viaje sin retorno. El deterioro físico será cada vez más pronunciado: dolores musculares, parálisis, dificultad para comer, pérdida del habla, dificultad para respirar... Todo ello siendo consciente de la situación en la que te encuentras.

Mi amiga, mi compañera de peripecias vitales, decide no prolongar el dolor, el sufrimiento de verse conectada a una máquina para comer y respirar pasando las horas eternas a la espera de la hora definitiva.

Respetar su decisión es un acto de amor, una forma de solidaridad complicada de asumir.

La regulación de la eutanasia, el testamento vital, el respeto a decidir sobre uno mismo comienza a desarrollarse en esta Democracia que anda a trancas y barrancas en temas tan complicados.

Saber despedirse, soltar las manos que unimos, desabrazarnos, interrumpir los besos, desacariciarnos. Todo ello para darnos cuenta inexorablemente que no podemos encarcelar lo que da sentido a nuestras vidas, que el amor, la amistad, la gratitud, son conquistas del paraíso existencial.

Tres despedidas jalonan la Historia de la Literatura. Ahí van, como homenaje a ellos y a nosotros:

“Serán polvo más tendrán sentido, polvo serán, mas polvo enamorado”

“Solo vine por unos besos, guardad los labios por si vuelvo”

“A las aladas almas de las rosas del almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas compañero del alma, compañero”

Cernuda, Quevedo y Miguel nos guiarán en la sendas desconocidas.

Cernuda, Quevedo y Miguel nos guiarán en la sendas desconocidas.