Diez años después de la muerte del bombero Marco Antonio Navas, la Justicia trata de esclarecer si se produjo un homicidio por imprudencia grave o si aquel triste suceso fue producto del infortunio. El Juzgado de lo Penal número 1 de Ceuta acogió este martes la primera de las dos sesiones señaladas después de que el pasado mes de marzo, en una vista previa a puerta cerrada, no se alcanzara una conformidad entre las partes.
En el banquillo de los acusados se sentaron M.G.D., jefe de Bomberos en 2009 -fecha en la que se produjo la muerte ahogado de Navas-, V.M.F., sargento, y M.L.F., uno de los cuatro bomberos que realizó la práctica de inmersión en la que se produjo el suceso, en la zona conocida como Las Preciadas. La Ciudad Autónoma, representada por su letrado, también figura en esa acusación como responsable civil directa de lo sucedido, al ser la responsable última del Cuerpo de Bomberos.
Diez años después de la muerte y tras una instrucción judicial complicada que sorteó un archivo y llevó al desarrollo de varias diligencias nuevas, los acusados pudieron prestar declaración. De trasfondo queda ya una cosa clara: los bomberos llevaban a cabo rescates acuáticos sin tener competencia para ello. Pero lo hacían y lo siguieron haciendo bajo conocimiento de la Ciudad Autónoma con varios integrantes del SEIS que solo tenían titulación deportiva, a los que nunca se les había dado un curso para ser profesionales, pero que aun así eran llamados cada vez que se caía un coche al agua o había que llevar a cabo algún rescate en el mar. Así fue hasta que murió Marco Antonio Navas, entonces se les sacó del protocolo y los más de 180.000 euros que la Ciudad gastó en material de buceo y para ofrecerles un curso (ahora sí para especializarse) terminaron en saco roto.
SEIS. No eran competentes en materia de rescate acuático pero todos los solicitaban.
Son datos objetivos de una situación en la que todos coincidieron y que llevaron a que los Bomberos cumplieran fielmente lo que determinan sus siglas: Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento, hasta el 30 de abril de 2009.
El que fuera sargento del Cuerpo, V.M.F., que estaba de responsable del turno de Navas el día de su muerte recordó que ante la insistencia de este le permitió que participara en unas practicas de inmersión “que estaban autorizadas” y que fueron llevadas a cabo por Navas y otros tres bomberos que estaban fuera de servicio. Eran prácticas que “tenían carácter oficial” y que se hacían con material del Parque que había sido comprado por la Ciudad y que se guardaba en una habitación. Esas prácticas se ponían con carácter mensual, así que se trató de una inmersión programada enmarcada en la formación de los profesionales del SEIS.
Aunque no tenían competencia, los Bomberos disponían de buzos, los llamados ‘ranas’, que atendían servicios relacionados con caídas al mar. “Nos llamaban porque actuábamos antes que la Guardia Civil”, expuso el sargento, recordando incluso que era la propia Benemérita la que les llamaba aun sin tener competencia. Pero se hacía. Y así se hizo hasta 2009.
No existía unidad de Buceo como tampoco existen otras unidades específicas y todo parecía tener un cierto ‘orden-desorden’ que funcionó hasta que murió Navas. Porque en aquella habitación del Parque de Bomberos se guardaba material del propio Parque pero también particular de los ‘rana’ del SEIS. No había una persona encargada de controlar específicamente ese material y todos se ponían de acuerdo para formar parejas y hacer inmersiones. Tampoco había un jefe, ni existía una unidad, todo se organizaba en el día a día y todos sabían que eso funcionaba de aquella manera. Todos eran responsables de todo.
La Ciudad sabía perfectamente que se desarrollaban esos ejercicios, de hecho el barco que se usó el día del accidente era el segundo que se adquiría con fondos públicos. V.M.F. recordó haberle transmitido en su día al jefe de Bomberos que “esto del buceo” le iba “a traer un disgusto”... porque no se trataba de una “práctica halagüeña”. Era un servicio arriesgado que lo hacían para, en el fondo, “quitarle trabajo a la Guardia Civil”, recordó, ya que siempre había bomberos en base que podían estar operativos ante un servicio más pronto que el Instituto Armado.
Los únicos bomberos que hacían estos servicios eran los que tenían titulación, en este caso deportiva, ya que nunca se les hizo entrega del título profesional a pesar de que la Ciudad pagó un curso y este se les impartió, algo que se llevó a cabo después de la muerte de Navas.
El bombero M.L.F., que participó en la práctica en la que murió Navas, recordó que el sitio de la inmersión se decidió entre los 4 participantes. Primero descendió él con su pareja de buceo hasta una profundidad de 26 metros, sin problemas. Después le tocaría turno a la otra pareja, produciéndose la muerte de Navas. Curiosamente la víctima era el bombero que más titulación tenía de todos.
Recordó que los cuatro habían mirado el material y vio como normal que los bomberos hicieran uso de material propio para las prácticas ya que en el Parque no lo había oficial para todos. Es decir, se hacía un uso de material particular de manera voluntaria. Aquella práctica era de 30 metros, pero Marco Antonio y su pareja llegaron a casi 40 y el difunto la hizo con una botella que cogió del Parque y que era particular de otro compañero.
Su testimonio sirvió para, de nuevo, calificar de normal los rescates en el agua del SEIS, ya que incluso antes de la implantación de los GEAS en Ceuta ellos eran los activados. “Todos recurrían a Bomberos, si no llega a suceder esto hubiéramos seguido así. La misma Guardia Civil nos llamaba porque nosotros estábamos ahí”, siempre activados para reaccionar con mayor rapidez, sobre todo ante caídas de vehículo con gente dentro al mar.
La Ciudad no tiene siquiera RPT de Bomberos, tras la muerte de Navas quitaron la zodiac que usaban, los sacaron del protocolo de emergencia y encerraron a cal y canto todo el equipo de buceo. ¿Cuáles son realmente las funciones de un bombero en Ceuta? Pues a fecha de hoy ni queda claro al menos de manera oficial, porque como todos se encargaron de reconocer, a ellos se les llama para todo: desde abrir una puerta hasta rescatar a un perro, sofocar un incendio o quitar una serpiente. “Nos llaman y vamos”, reconoció.
Bomberos se sumergía porque se les dijo que podían hacerlo a pesar de tener titulación deportiva, ya que estaban “autorizados” a hacer rescates para salvar vidas. Nadie les dijo que para eso tenían que tener titulación o licencia de profesional. La Ciudad tampoco lo ordenó. Así que cualquier bombero con título que estuviera de guardia, si algo sucedía en el mar, literalmente acudía y se tiraba al agua.
En el turno de declaración de testigos se contó con la manifestación del bombero que iba de pareja en la práctica de buceo con Navas. Fue el que narró cómo se produjo el accidente, del que tuvo constancia cuando su compañero empezó a desvanecerse. Ocurrió en la subida, cuando empezó a mostrar síntomas de descoordinación o aturdimiento.
Se le cayó el regulador y este compañero le puso el suyo. Lo intentó agarrar pero en un momento de corriente se le fue. Cuando subió a la superficie dio la voz de alarma a los otros dos bomberos. No pudieron localizar su cuerpo. Quien lo hizo fue el buceador profesional Juan Carlos Rivas. “Lo encontré en el fondo, boca arriba”, recordó. Con más de 40 años de experiencia insistió en que para hacer un salvamento se tiene que ser buceador profesional y calificó la zona de Las Preciadas como un punto en el que se necesita experiencia para sumergirse.
Hacía falta tener esa titulación pero los Bomberos de Ceuta llevaban años haciendo servicios sin tenerla y sin que nadie les hubiera dicho que actuaban mal al menos de manera oficial, a pesar de que buceadores profesionales no veían con buenos ojos esos rescates.
Nada pasaba y los Bomberos disponían de material comprado por la Ciudad, eran llamados para atender emergencias e incluso se firmaba un protocolo de colaboración con la Guardia Civil en materia de salvamento.
Otro de los bomberos que hizo esa práctica de buceo la jornada de la muerte de Navas también declaró que hacían prácticas de manera autorizada y que esa se había programado con dos días de antelación.
En el ámbito político prestaron declaración quienes eran en esa época consejero de Gobernación y viceconsejero de Recursos Humanos. El primero reconoció que Bomberos no tenía competencia en rescate subacuático y que nunca se le comunicó por parte de la Guardia Civil que los bomberos estuvieran realizando alguna labor ilegal, de hecho se requería de su colaboración. Por parte del responsable de Recursos Humanos dijo que eso de que no tenían competencia lo sabía pero solo de oídas porque él no era responsable en la materia.
La vista judicial proseguirá en la jornada de este miércoles con la última de las sesiones previstas y la exposición de las últimas testificales así como la lectura de los informes de las partes. Se pondrá así punto y final en el ámbito judicial a la muerte de un bombero de Ceuta cuya desaparición provocó una quiebra colateral en el propio servicio por cuanto se anuló la realización de rescates en el mar y se encerró en una habitación todo el material de buceo adquirido sin dar siquiera las titulaciones que cursaron los profesionales de este Servicio.
La familia de Navas quiere que si algo se hizo mal haya responsabilidad. El joven sufrió, según la Fiscalía, un espasmo en su laringe “a causa de la pulverización del agua que se condensó en la botella a consecuencia de su mal estado de conservación y falta de revisión, que provocó su muerte por ahogamiento a pesar de los intentos frustrados de su compañero de socorrerlo por desconocer el modo de proceder, arrastrándolo la corriente marina hacia el fondo del mar”.
El caso estuvo archivado pero tras la presentación de recursos se logró su reapertura en 2012, fijándose el juicio diez años después de los hechos con lo que concurren ya unas dilaciones indebidas.
Las Defensas plantearon este martes que las periciales de la Guardia Civil sean declaradas nulas al haberse roto el principio de igualdad y a un proceso con todas las garantías. Se ha “destrozado” la cadena de custodia al haber desparecido pruebas porque el ordenador que llevaba el fallecido se quemó en una reconstrucción de los hechos llevada a cabo por la Guardia Civil y la botella y los dos reguladores desaparecieron.
Las Defensas indicaron que existe una total indefensión al no poder disponer de esos elementos disponibles en la sala. El ordenador quedó destrozado en un incendio en diciembre de 2010 pero no se puso en conocimiento de la autoridad judicial hasta meses más tarde. La botella desapareció y se trata de pruebas que, consideraron los letrados de los acusados, les perjudican en cuanto a su ausencia. Por eso pidieron la nulidad de las mismas y, por tanto, la incidencia que hayan podido tener en los informes que elaboró la Guardia Civil. Tampoco entienden que debe darse validez a un informe realizado por un médico ni a las pruebas químicas sobre líquidos hallados dentro de la botella al no haber contado con supervisión expresa del instructor.
La jueza valorará en sentencia la pérdida de la botella y la destrucción del ordenador
La Fiscalía y Acusación Particular se opusieron a esa petición, ya que, por ejemplo a ojos del Ministerio Público se trató de una “desgracia involuntaria” que no impide que se sepa que la botella que se examinó era la de Navas, aunque ahora no esté físicamente.
Por su parte la Acusación Particular consideró que la reconstrucción de hechos llevada a cabo solo se practicó para saber si podía entrar líquido o no en la botella, ya que lo fundamental era saber si Marco Antonio Navas debía estar buceando o no y si gozaba de todas las medidas de seguridad para ello, algo que no se responde por la presencia física o no de esas pruebas desaparecidas.
Tras escuchar a las partes, la jueza determinó que se valorará esta situación en sentencia aunque adelantó que el hecho de que las piezas de convicción hayan desaparecido no significa indefensión.
El que fuera jefe de los Bomberos durante prácticamente toda su vida se sienta ahora en el banquillo de los acusados para responder de la muerte de uno de los componentes del SEIS. Su testimonio fue determinante a la hora de dibujar con mayor claridad de qué manera estaba funcionando el Servicio de Bomberos en cuanto a los rescates acuáticos llevados a cabo. Declaró que las prácticas de buceo se llevaban a cabo siempre que hubiera personal titulado disponible y buen tiempo.
De las mismas estaba enterado el Ayuntamiento y todo estaba autorizado. “Nunca me dijeron lo contrario”, aclaró. Es decir, nunca ninguna autoridad política dijo que los bomberos no pudieran hacer rescates, aunque una vez muerto Navas se dio orden de suspender las prácticas, se guardó todo el material comprado y el dinero invertido en unos cursos oficiales nunca sirvió de algo ya que quienes los hicieron aún no tienen su titulación. El material para el buceo era solicitado por los propios submarinistas, y desde la Jefatura se hacía una propuesta de gasto a la Ciudad, admitiéndose directamente por el consejero si no superaban los 3.000 euros o, al contrario, obteniendo el visto bueno de Intervención si se superaba el montante. El jefe de Bomberos en aquella época, M.G.D., recordó que antes de morir Navas pidió cursos de titulación profesional para los bomberos, pero la Ciudad los negaba argumentando la falta de dinero. Cuando sucedió la muerte, fue cuando, a toda prisa, se llevó a cabo ese curso sin entregarse nunca la titulación a sus doce participantes. ¿Qué pasaba entonces?, ¿nadie advertía de que sin titulación profesional no cabían estos rescates que, incongruentemente, incluso eran solicitados por fuerzas de seguridad como la propia Guardia Civil? Así era, puesto que el propio M.G.D. insistió en que se les comunicaba que con titulación deportiva podían hacer rescates, encontrándose con que los bomberos tenían que estar al final “para todo tipo de cosas inverosímiles”.
En cinco minutos eran capaces de estar donde había ocurrido el suceso, teniendo una reacción más pronta que otras fuerzas de seguridad, por eso se les llamaba, indicó. En su declaración indicó que, como jefe del SEIS, siempre trabajó por intentar “regular” la actividad del Cuerpo, pero el Ayuntamiento nunca le dio “facilidades” para ello. Sí se mostró sorprendido de que en el cuarto donde se guardaba material de buceo hubiera también particular, algo que, insistió él desconocía. Él, como jefe, se presentó como responsable de la organización y trabajo del Cuerpo, pero advirtió que “por encima” tenía un “órgano político”, es decir, todo al final funcionaba según la voluntad del político de turno. Ellos consideraban que nada estaban haciendo mal porque nunca nadie les advirtió de lo contrario. El que tenía que haber decidido que los bomberos nunca debían bucear tenía que haber sido la autoridad política que pagó cursos, pagó revisiones médicas e invirtió en material. Incluso se firmó un acuerdo con la Guardia Civil que fue publicado por todos los medios.
La botella que llevaba el bombero Marco Antonio Navas el día del fallecimiento no era material del Parque de Bomberos, sino que pertenecía a un compañero que la había adquirido a otro. Esa botella se guardaba en la habitación donde estaba el material oficial y donde había material de buceo de otros integrantes del Cuerpo. Su dueño prestó declaración este martes sin poder explicar por qué Navas cogió su botella para hacer esa práctica de inmersión, cuando la misma no estaba apta para bucear ya que le faltaba el retimbrado. No se podía saber a simple vista si había agua en su interior, como luego verificó la Guardia Civil en un informe. El dueño de esa botella, bombero de profesión, declaró que no era habitual que otros compañeros cogieran material que no era suyo sin consentimiento y que, a su juicio, no podía haber existido una confusión que le hubiera llevado a usarla. Declaró que creía que el propio Navas era conocedor que esa botella estaba fuera de contraste pero que quizá pensó que podía estar bien. También en la vista declaró el dueño inicial de esta botella, otro bombero, que coincidió en que a ningún compañero del SEIS se le ocurría coger un material que no era suyo. Creyó que esa botella sí estaba en buen estado.
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