La semana pasada escribía sobre el desmesurado ‘rebote’ que había cogido el portavoz del PP con la presentación de Caballas y su apresuramiento en salir a contestar sin ni tan siquiera haber escuchado de primera mano las declaraciones de la rueda de prensa de presentación. El escrito lo realicé el lunes, y por algunos problemas ‘técnicos’ no fue publicado hasta el pasado domingo. En esa semana, aparecieron en escena más personajes, en primer lugar la portavoz (accidental) del gobierno que se pronunció en los mismos términos que el portavoz del PP, y más tarde el presidente de la Ciudad, a la sazón Presidente (por accidente) del PP ceutí.
Todos tenían clara una postura, no dar publicidad a Caballas, todos hicieron exactamente lo contrario, dar publicidad a Caballas. No entrar a valorar y valoraban. Un simple acto de presentación tuvo presencia mediática durante cuatro días, gracias a la inestimable colaboración de Márquez, Deu y Vivas.
El nerviosismo se ha apoderado de ciertas personas que dicen cosas inconexas y sin sentido. Vivas llegó a decir que nadie le podía dar lecciones de caballismo, creo que todo el mundo tiene cosas que aprender de los demás, y nadie ha hablado de dar lecciones a nadie. Existe una realidad social en Ceuta a la que se le da la espalda, y por mucho que se quiera mirar para otro lado, existe.
Existen diferencias sociales que en ocasiones se parchean con ‘limosnas’ que se venden como esfuerzos del gobierno, cuando son obligaciones y no deberían ni tan siquiera ‘venderse’. Existen dos ceutas, la del centro y la de las barriadas.
Tres ceutas, las de los empleados públicos, los empleados del sector privado y la de los parados. Existe la Ceuta del ‘apartheid’ escolar. Existe la Ceuta moderna, con bonitas calles y aceras, exactamente igual que en la mayor parte de pueblos de España, en los últimos doce años. Pero también existe la Ceuta a la que no llegan los fondos europeos y cuyas calles están igual que hace treinta años, en muchos casos, por ejemplo, con el cableado eléctrico sin soterrar, con aceras rotas y deterioradas, etc. Existe la Ceuta que encabeza la tasa del paro, del fracaso escolar, de falta de viviendas dignas, etc.
Existen muchas ceutas, y no es justo sólo vender la imagen de una de ellas. Aunque curiosamente no siempre es así, ante Europa se venden todas las necesidades de esas otras ceutas para buscar la piedad y el dinero europeo. Pero luego a nosotros, a los que vemos la realidad de este pueblo se nos dice que no es cierto aquello que vemos, y a los que lo dicen, a los que lo ‘denuncian’, se les tacha de mentirosos.
Quizás nadie deba dar lecciones de caballismo a nadie, pero de realismo hay a quién se le debería dar, puesto que es triste que no se quiera ver las distintas realidades de nuestro pueblo.
O bien porque no se quieren ver, o bien porque se vive convencido de que sólo existe una realidad, la que uno mismo llega a inventarse, en ocasiones con la ayuda de los que tiene alrededor.
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