Categorías: Opinión

Motivos de la fidelidad de Ceuta a España

Como es bien conocido, Portugal se independizó definitivamente de España en 1640 cuando los portugueses se alzaron contra nuestro país, aprovechando que buena parte del grueso de las fuerzas españolas habían sido destacadas a poner fin a la revuelta que por entonces también surgió en Cataluña con pretensiones igualmente independentistas. Trató de evitarlo el Conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV, unas veces ofreciendo al duque portugués de Braganza el virreinato de Milán y otras el desempeño de relevantes cargos en la Corte, que siempre el noble lusitano rehusó, hasta que en 1640 la nobleza portuguesa se conjuró contra España y la rebelión triunfó proclamándole rey de Portugal y declarando la independencia, que finalmente España tuvo que aceptar por el Tratado de Lisboa de 1668. Pero aquel mal secesionista, que tan  dolorosamente vino a amputar uno de los miembros del mismo cuerpo peninsular, deparó luego a España un bien que antes quisieron proporcionarle los ceutíes: la adquisición de la plena soberanía sobre Ceuta por su propio deseo y libre determinación, porque decidieron permanecer fieles a la corona hispana y solicitar la nacionalidad española. Ceuta fue entonces la única posesión de todas las que Portugal tenía en todo el mundo que quiso permanecer fiel a España, y esa es la causa de que hoy pertenezca a la soberanía española y que todavía bastantes ceutíes conserven apellidos lusitanos, porque aquellos antiguos portugueses de Ceuta quisieron dejar de serlo para cambiarse a ser españoles. Y desde entonces, siempre Ceuta ha mostrado su fidelidad a España para así hacer honor al título que ostenta de Muy Fidelísima y Noble Ciudad. Pero, ¿por qué motivos aquellos  portugueses de Ceuta quisieron ser tan fieles a nuestro país?. De eso es de lo que me voy a ocupar hoy aquí.
En primer lugar, la mayor cercanía de Ceuta a las costas meridionales españolas respecto de las de Portugal y los contactos comerciales que por entonces se establecieron con las ciudades del litoral sureño español, principalmente con Cádiz y Málaga para el aprovisionamiento de los ceutíes, pues fue creando unos lazos de amistad y simpatía hacia lo español, sobre todo, en cuanto a la celebración de festejos, folklore, usos, costumbre y otros aspectos de la vida española que poco a poco los portugueses de Ceuta fueron asimilando, dado que tenían un mayor contacto diario con España que con su propio país. Pero también antes el rey español Felipe II supo inteligentemente llevar a cabo una labor de aproximación y paulatina “españolización” de Ceuta. Incluso antes de que en 1580 ciñera la corona portuguesa junto a la española, ya se había preocupado por enviar tropas castellanas en ayuda de las portuguesas para la defensa de esta ciudad permanentemente acosada con sitios, cercos, ataques, emboscadas, correrías, escaramuzas, etc. Y esa ayuda militar española ya fue muy bien vista por los defensores portugueses de la ciudad, que valoraban mucho la pronta y eficaz respuesta en el apoyo recibido de España frente a la más lenta y lejana reacción de las tropas de su propio país. Más esa ayuda que antes de 1580 se debió exclusivamente al generoso apoyo del rey español, a partir del momento en que ya estuvieron unidas en él las dos coronas, se intensificó con el envío de numerosas tropas españolas, sobre todo andaluzas y extremeñas, con la argumentación estratégica de su mayor efectividad en cuanto a la rapidez de los refuerzos y mayor economía respecto a la logística en los suministros y aprovisionamientos, habida cuenta de la mayor lejanía y dificultades que suponía su envío desde Portugal.
Otra medida que fue acogida con general simpatía por los ceutíes fue la amnistía que concedió el monarca español de los presos y detenidos ceutíes que anteriormente a la asonada de Portugal había tenido en prisión el anterior Gobernador portugués Francisco Almeida, que enseguida se decantó a favor de la rebelión portuguesa, razón por la que los nobles ceutíes le invitaron a abandonar la plaza y acto seguido a su marcha se organizó el plebiscito a favor de adquirir la carta de naturaleza española. El rey español, el 14-02-1641 contestaba a los de Ceuta lo siguiente: “Yo el Rey hago saber a los que este edicto vieren que la ciudad de Ceuta me ha pedido que en consideración de la fidelidad y lealtad con que siempre han procedido los caballeros y moradores derramando su sangre en mi servicio, pidiéndome perdón general de todas las culpas por las cuales estén procesados y esté actuando contra ellos el juez Bernardo de Sampayo de Morais y que fuesen sueltos libremente sin pagar nada, y que así se procediese con los castellanos que están presos por orden del Gobernador don Francisco de Almeida, y teniendo en consideración y deseando hacerles la merced que por su lealtad merecen, tengo por bien y me place de conceder perdón general a los moradores de ella y que no se proceda contra ninguno de ellos ahora ni en tiempo alguno, porque así es mi voluntad; y también quiero y mando a todos los ministros y oficiales que tengan conocimiento de éste que lo cumplan y hagan cumplir sin duda, ni embargo, ni dilación alguna porque así lo tengo por mi servicio y este edicto valdrá, puesto que no ha pasado por la Cancillería y que su efecto tenga que durar más de un año a pesar de la disposición del libro II, títulos 39 y 40 que dispone lo contrario, el cual se registrará en el libro de las cuentas de la dicha ciudad”.
Los ceutíes supieron desde el primer momento que en los acontecimientos de la independencia de Portugal habían tenido una destacada actuación cuatro personalidades de Ceuta que estaban totalmente implicadas en la revuelta, como eran el propio Gobernador Francisco Almeida, el Visitador Bernardo Sampayo de Morais, el Contador-Juez de la Real Hacienda Gonzalo Correa Alcoforado y el Escribano de las cuentas de Aduana, Simón de Andrade de Franca. Y, al margen de la clase dirigente integrada por la pequeña nobleza, Ceuta estaba muy poco poblada, contaba con la presencia de militares y pequeños comerciantes; de manera que, ante las noticias de los acontecimientos de Portugal, la nobleza ceutí acordó mantenerse fiel al rey de España Felipe IV, que también lo había venido siendo de Portugal. El pueblo apoyó esta resolución y así se lo hicieron saber al Gobernador, al considerar que la legitimidad regia correspondía exclusivamente al monarca español. Desde Ceuta se reclamó la presencia del corregidor de Gibraltar, entonces en posesión española, para que tomase a los ceutíes juramento de fidelidad a la corona castellana. Y el 5-02-1641 fue nombrado primer Gobernador español de la plaza Juan Fernández de Córdoba, marqués de Anta y caballero de la Orden de Santiago, cesando Francisco Almeida, a quien por orden de Madrid se le abrió un juicio de residencia.
Desde Madrid se adoptaron medidas prioritarias para normalizar la vida política ceutí y se solucionaron los problemas económicos. El nuevo Gobernador español escribió a Madrid el día 13-11-1641 dando cuenta de la miserable situación del Ejército destinado en Ceuta debido al retraso de las pagas y la carencia de ropas, poniéndose de claro manifiesto el general descontento de la tropa. Y Felipe IV, en carta de 27-01-1642, se comprometió a solucionar la situación, disponiéndose el envío de tropas españolas a la plaza, que contaba entonces con unos 2000 habitantes, más los efectivos militares, unas 420 plazas de Infantería distribuidas en dos compañías, la nueva y la vieja, más otros 130 de Caballería, y también tres barcos grandes y un bergantín de 14 remos por banda, más tres fragatas. En el plano económico se mantuvo el régimen de exención de derechos arancelarios. Y como por motivos de la sublevación portuguesa se suspendieron los envíos desde Lisboa, pues desde Castilla se procuraron los oportunos y difíciles asientos que Ceuta requería. En 1644 Ceuta quedó exenta del servicio de millones, medida que se prorrogaría en años sucesivos. Más también influyó el hecho de que las comunicaciones entre Ceuta y Portugal quedaron prácticamente interrumpidas. Desde Ceuta se solicitó al rey español el envió de moneda acuñada, particularmente para el pago de la guarnición, al haberse dejado de recibir la moneda portuguesa debido a la actitud de los ceutíes de su lealtad a España. Y se enviaron monedas con la efigie del monarca español, de tres reales de vellón y las llamadas “carillas” de real y medio.
Ceuta comenzó a vivir al estilo de como lo hacían las poblaciones del litoral sureño español. Y como la presencia española iba aumentando cada vez más, los ceutíes fueron asimilando las costumbres y la forma de vida españolas muy a semejanza de cómo se vivía en Andalucía. Hay que tener en cuenta que Ceuta era entonces un núcleo clave en el comercio del Mediterráneo, con una salida natural de unos productos y puerta de entrada de otros. Otro motivo importante fue que la mayoría de los ceutíes dependían de la Real Hacienda española, figurando en nóminas estatales no sólo los funcionarios públicos y los militares, sino también los perceptores de “tensas” (pensiones vitalicias como premio por servicios prestados), y “moradías” (subsidio, unido en muchos casos a concesiones de hidalguía o de un hábito de Orden Militar).Y, ante la continua falta de  envíos portugueses, los españoles garantizaban la llegada de abastecimientos y dinero. En 1648, sufrieron la peste Andalucía y Ceuta. Y a ésta llegaron numerosos abastecimientos de la primera, hasta el punto de que a finales del siglo XVIII Málaga se había convertido en el centro gestor del aprovisionamiento de víveres a Ceuta. Nunca faltó tampoco el intercambio comercial con los marroquíes, ni siquiera en épocas de sitios o cercos a la ciudad. Ellos enviaban a Ceuta cera, pieles, alfombras, tapetes, tabaco, ámbar, dátiles, lencería, lino, aves, miel, almendra, leche y queso; mientras que los ceutíes les enviaban a ellos pedrería, grana, añil, paños de Segovia y otros géneros. En resumen, la fidelidad de los antiguos ceutíes a España se debió en buena parte a una serie de factores políticos, económicos y militares, en virtud de los cuales aquellos portugueses de entonces fueron asimilando totalmente el mejor bienestar que les llegaba de España respecto del más exiguo, dificultoso e inseguro que habían tenido con Portugal, y la nobleza de Ceuta comerciaba mucho con Andalucía.

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