Creo que a José Millán-Astray Terreros, fundador de La Legión, no sólo debe conocérsele como creador de dicho Cuerpo de élite, del que este año se conmemora su Centenario, porque no sólo debe tenérsele como militar, héroe, bravo y duro para imponer una férrea disciplina a sus subordinados, sino que también debe ser conocido por su faceta personal y humana, como hombre con alma y corazón, con sentimientos, virtudes, defectos, flaquezas y debilidades, que todas las personas tenemos. Nadie es infalible.
El emperador romano Diocleciano, conquistó el Norte de África el año 298 d.C.. Los antiguos habitantes del norte de Marruecos eran entonces los “bereberes”, que convivieron pacíficamente muchos años con los cristianos hispanorromanos en la llamada Hispania Tingitana, región del Norte de Marruecos que incluía a Ceuta. Pues a estos bereberes, después arabizados, se les terminó llamando “moriscos”, tras 1492. A ellos me refiero hoy.
Efectivamente, el año 642 d.C., los árabes, invadieron el Norte de África con 40.000 guerreros procedentes de Egipto, Siria, Libia y Arabia. En 647, llegaron al norte de Marruecos, donde gobernaban dichos bereberes, que les opusieron tenaz resistencia. Los bereberes, en principio no eran musulmanes, sino que adoraban a diversos dioses. Tras 50 años de dura resistencia contra los árabes, fueron por éstos vencidos y convencidos para abrazar el islam; mientras que los cristianos hispanorromanos fueron expulsados de la Tingitana a la antigua Hispania.
En 709 los árabes se apoderaron de Ceuta y en 711, gobernando en ésta el Conde don Julián, les habría facilitado el paso por el Estrecho de Gibraltar para que invadieran España. El rey don Rodrigo le salió al encuentro, pero fue vencido en la batalla del río Guadalete. Los árabes, entonces, se apoderaron de toda España y la ocuparon hasta el año 1492 (781 años), que los Reyes Católicos los vencieron definitivamente en su último bastión: el reino nazarí de Granada. Y, una vez derrotados, regresaron a África. Pero hubo otros que prefirieron quedarse en España, con el compromiso adquirido en una pragmática de 14-02-1.502 de convertirse al cristianismo.
Pues la mayoría de estos musulmanes que se quedaron, eran descendientes de aquellos primigenios “bereberes” del norte de Marruecos, después convertidos al islam. El origen de la palabra morisco está en que a sus antecesores remotos, los bereberes, se les llamaba “mauros”, palabra que fue mutando y por el simple uso pasaron a denominarse “moros”. Y el nombre de morisco se les empezó a dar a los de Andalucía; mientras que a los de Aragón y Cataluña, se les llamó “sarracenos”. A éstos las Cortes de Castilla retrasaron su salida de España hasta 1526.
Pero la gran mayoría de aquellos moriscos que se quedaron, tuvieron que ser luego definitivamente expulsados de España el año 1610, ya que incumplieron sistemáticamente su compromiso recogido en dicha pragmática y si bien aceptaron la conversión al catolicismo, siguieron rigiéndose por sus preceptos coránicos, oraciones, ritos, vida y costumbres del islam, teniendo en cuenta que entonces prevalecía en España la Inquisición y entre los árabes el islamismo radical. Y también lo fueron, porque se rebelaron todos los que se quedaron en las Alpujarras (Granada), mediante una revuelta que duró desde 1568 hasta 1571. Tras ser pacificados, primero fueron separados y distribuidos por toda España, principalmente en Andalucía, Extremadura y La Mancha, unos 80.000 rebeldes alpujarreños.
A Hornachos (Badajoz), fueron desterrados tras la revuelta de las Alpujarras, 4.500 moriscos. Casi toda la población hornachense era morisca, siendo ellos los que regían la vida de la vida del pueblo. A mi pueblo, Mirandilla, que en 1610 tenía 217 habitantes, desterraron 5 moriscos, originarios de la llamada Hoya de Málaga (valle entre los ríos Guadalhorce y Guadalmedina). En 1610, fueron expulsados casi todos los de Hornachos, porque actuaban en connivencia con los musulmanes marroquíes, urdiendo tramas antiespañolas, siendo de carácter muy rebeldes. A otros que cumplían con sus preceptos religiosos como bautizados católicos y que también eran pacíficos, se les permitió quedarse.
Los expulsados, la mayoría fueron a parar a Rabat (capital de Marruecos); los menos a Xauen, Tánger, Fez y otras poblaciones marroquíes. Los de Rabat, terminaron fundaron la que llamaron “República de Rabat-Salé”. La expulsión de los moriscos de Hornachos la realizó el juez Gregorio López Madera en enero de 1610. Hornachos quedó casi despoblado siendo repoblado por cristianos llegados de otras provincias, que tan agradecidos quedaron que rebautizaron el pueblo con el nombre de "Madera", apellido del juez, aunque luego recuperaría el de Hornachos.
Los moriscos de Rabat eran utilizados por el sultán marroquí como base de corsarios y piratas para que atacaran la flota española y cometieran incursiones en países cristianos, principalmente en las costas españolas de Cádiz, Huelva, Málaga y Almería. Entre estos corsarios, se encontraban principalmente berberiscos y turcos, pero también europeos renegados, sobre todo holandeses, ingleses y franceses. Sin embargo, los moriscos hornacheños fueron los que ejercieron mayor influencia y poder en estas ciudades costeras y en 1626, aprovechando la debilidad del sultanato marroquí y con el beneplácito del caíd (gobernador) Sidi al-Ayachi, declararon la independencia de la República de Rabat-Salé.
En 1631, los hornacheros de Rabat propusieron un tratado de entrega de la República de Salé a la Monarquía española de Felipe IV, a cambio de que se les permitiera volver a su tierra de origen, Hornachos, pero España no se lo permitió, en defensa de monarquía marroquí. Y de Hornachos eran los que después entregaron dicha república pirata al rey marroquí, como fueron: Brahim Bargaschs, primer Gobernador de la república, Mahamet Abdelkaer, y los escribanos Mumanet Blanco y Musa Santiago. Lo mismo sucedió luego con la posterior República del Rif declarada por Abd el-Krim, que duró desde 1916 hasta 1927, que éste buscó apoyo en España contra Marruecos, que se le denegó, dada la vieja amistad de ambas monarquías hispana y marroquí. Y exactamente igual que cuando durante el Protectorado los franceses quisieron cambiar a Mohamel V por otra estirpe dinástica, que España se opuso rotundamente. Ese constante apoyo español al reino marroquí, nunca fue agradecido por los reyes alauitas a nuestro país.
La república corsaria atrajo a numerosos refugiados moriscos de España, andalusíes de otras partes de Marruecos, renegados europeos, sefardíes y comerciantes cristianos. Se hicieron famosas sus incursiones o razzias en Ceuta y en las costas de los reinos de Sevilla y de Granada. Llegarían incluso a sitios tan lejanos como Islandia y arrasaban con todo lo que encontraban de valor, incluso realizaban secuestros de españoles, para después utilizarlos como moneda de rescate. La República de Rabat-Salé, vigente durante 1627-1668, llegó a tener en su apogeo tantos piratas y potentes flotas que alcanzó gran florecimiento y esplendor.
Pero duró hasta que se desataron las luchas internas por el poder entre los moriscos originarios de Hornachos y los antiguos andalusíes que llevaban en Rabat mucho más tiempo. Hacia 1636 las luchas civiles entre ambos grupos de presión se hicieron irreconciliables, incluso habiendo tenido que intervenir Inglaterra apoyando a los indígenas morabitos y en contra de los moriscos hornacheños. A partir de 1640, la república cayó en manos de los berberiscos del Valle del Muluya hasta que en 1668, fue reintegrada al reino de Marruecos bajo la recién llegada dinastía alauí, procedente de Arabia Saudí, que actualmente sigue gobernando en Marruecos. Sin embargo, mantendría su actividad corsaria hasta 1829 y una gran influencia en la política de Marruecos, hasta el punto de que hasta años recientes, los moriscos procedentes del extremeño Hornachos, no dejaron de ser Gobernadores de Rabat. Y actualmente, uno de los Bargasch descendiente de aquellos viejos hornacheños es persona muy cercana al rey Mohamed VI.
Muchos apellidos de aquellos moriscos extremeños que se instalaron en Rabat pertenecen a estirpes familiares que son genuinamente extremeñas y andaluzas, como Palambo, Ronda, Crisebbo, Cortobi (de Córdoba), Malgui (de Málaga), Almodóvar, Álvarez, Balfres (Palafox). Los extremeños se apellidaban Díaz, Guara, Enríquez, Lara, Mendoza, Esteban, Chaves, Marchina, Gómez del Castillo, Ximénez, De la Puerta, Carrasco, Bohórquez, Cuevas, Sierra, Álvarez, Fernández, Chamorro, Moreno, Nogueras, Plata, Blanco, Trendado, Zapata (Sebatta), Peña, Vargas (actual Bargasch), que proviene de Diego Vargas, quien en 1610 al dejar Hornachos era el alcalde de dicha población extremeña.
El último alcalde morisco de Hornachos, fue también en 1627 el primer gobernador de la República de Rabat-Salé, porque estos moriscos extremeños fueron los que declararon la república independiente de Rabat-Salé. De él descienden los actuales Bargasch de Rabat. En Hornachos hasta hace pocos años todavía quedaban muchas que los moriscos habitaron, como las calles Ribera, Zaragoza, Pío IX, San Francisco, Chamorro, Peña, Plata, Nogueras, Tellada, Gata, Larga, y otras.
"En 1631, los hornacheros de Rabat propusieron un tratado de entrega de la República de Salé a la Monarquía española de Felipe IV, a cambio de que se les permitiera volver a su tierra de origen, Hornachos, pero España no se lo permitió, en defensa de monarquía marroquí"
Los moriscos procedentes de la población extremeña de Hornachos llegaron en su mayoría en 1610 a Rabat, aun cuando otros en menor número lo hicieron también en las poblaciones marroquíes de Tetuán, Tánger, Chauen, etc., y se asentaron en la margen izquierda del río que pasa por Rabat, entonces llamada Salé la Nueva, para diferenciarla de la otra ribera del río llamada Salé la Vieja que ocupaba la margen derecha del río Bou Regreg, que es sinuoso de orillas arenosas y aguas peligrosas que hacían su navegación difícil, y que estaba formada por antiguos musulmanes autóctonos del antiguo Marruecos, entonces llamado Berbería.
Todavía hoy, la población llamada de Salé conserva su enfrentada personalidad con la de Rabat, pese a que un puente y la administración municipal las hayan unido. Estos antiguos habitantes rabatíes no vieron con buenos ojos la llegada en masa de los moriscos españoles, sobre todo, porque tenían ya distintas costumbres y tradiciones, las mujeres vivían de forma más liberal, tenían una cultura más moderna y avanzada y una forma distinta de vida; hablaban una especie de dialecto que ni era árabe ni español, sino una mezcla en muchos casos de ambos idiomas, mientras que los anteriores moradores de la actual capital marroquí eran bastante más conservadores; y, aun cuando ambas poblaciones practicaban la misma religión, la de los hornacheños era menos ortodoxa, no tan rígida y más abierta; de manera que los llegados de Extremadura no tardaron en entrar en colisión con los antiguos habitantes de Rabat.
Los de Hornachos comenzaron por amurallar la antigua ciudadela situada en la parte de la Medina de Rabat, llamada “La Fortaleza”, viviendo así separados de los antiguos pobladores. Las desavenencias entre ambas poblaciones se hicieron casi irreconciliables, hasta el punto de que en 1627 los originarios de Hornachos se declararon autónomos y hasta llegaron a proclamar la llamada República independiente de Salé, que llegó a serlo durante varios años y hubo algunos países que la reconocieron, incluso habiendo nombrado embajadores para ella, como Inglaterra, Francia, Alemania y Holanda.
Y como llegaron en masa y no disponían de otro medio de vida, fue por lo que se dedicaron a la piratería, actuando como tales piratas en embarcaciones que llevaban a cabo sus hostilidades en el Estrecho de Gibraltar, en las costas de Ceuta, y también en el litoral de la Península más próximo, como Cádiz, Huelva, Málaga, Granada y Almería. Unas veces actuaban en grupo de embarcaciones dirigidas por sí mismos, y otras en connivencia con los turcos, que por entonces igualmente eran hostiles a España. Fue una pequeña república que desarrollaba su vida interior sin obedecer a los Sultanes; pero, finalmente, las autoridades marroquíes les hicieron ciertas concesiones de autonomía municipal y acataron la autoridad del entonces Sultán de Marruecos, tras la llegada al poder de Muley Ismael, ya en pleno siglo XVIII, rey que tuvo sitiada a Ceuta 33 años.
El primer gobernador de la República de Rabat-Salé, Brahim Vargas, fue famoso corsario que consiguió hacer muy rica y próspera a Rabat a base de dedicarse a la aprehensión de embarcaciones, comercio con España y otros países ribereños del Mediterráneo, para lo que llegó a disponer de una muy importante flota de galeones que era bastante temida incluso por las más importantes potencias navales de aquella época. Recién llegado de Hornachos a Rabat abrazó la religión cristiana, pero luego se volvieron a convertir al islamismo.
Otra familia muy influyente que también gobernó Rabat fue la apellidada Naqsis. Igualmente, Tetuán fue, entre 1727 y 1912, una ciudad de lujo, cuna de hombres eminentes que llegaron a desempeñar los primeros puestos del Estado marroquí, fueron los Torres, Lucax, Medina, Erzini, Lebbadi, Salas, Aragón, Delero, Cegrí, Ercaina, Bennuna, Aljatib, Baeza, Requena, etc. Y los hornacheños nunca olvidaron sus orígenes españoles, y hasta llegaron a acumular grandes fortunas en la vieja capital marroquí con la finalidad de poder algún día regresar a Extremadura.
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