Acabamos de terminar una campaña científica en los fondos que rodean al impactante volcán de Montaña Clara situado al norte de la isla de Lanzarote. Es un cono que se yergue orgulloso del fondo y presenta unos tonos ocres y rojizos según le esté dando el sol, muy abrupto y con forma del pez que se tragó a Jonás; es una isla desierta, pero ofrece una belleza poco común que invita a pasear alrededor de sus repisas litorales y respirar su aroma salobre de fuego y agua. Podríamos decir que es una joya petrificada, impasible ante las miradas de generaciones de hombres que transitan sus aguas y pasan por encima de la montaña invisible, un territorio escondido bajo el mar, sin advertir el gran tesoro que conserva bajo su agreste figura. El promontorio rocoso es orgulloso y nada tiene que envidiar a Las Encantadas: el libro que publicó Herman Melville tras su viaje a las islas Galápagos. Al igual que escribió el genio norteamericano sobre su periplo por las islas que inmortalizó Darwin, nuestro islote canario capta la esencia misteriosa y verdadera de las islas volcánicas de todos los tiempos y en todos los mares. La sensación de soledad gustosa y su silueta monstruosa da pie a la ensoñación romántica y a la posibilidad de resucitar al monstruo dormido que lleva en sus entrañas telúricas. El peligroso espectáculo de fuego y magma que forjó los mundos, lo podemos sentir en nuestro interior contemplando su cetácea silueta. Aquí, el pirata naturalista con alma de marinero, debe buscar el tesoro en tierra sumergida donde el mismísimo Dios quiso plantar una sucursal acuosa del Edén primordial. Así hace las cosas el Altísimo, tan misteriosas como es su propia existencia, animándonos a no ser vencidos por la pereza y perseguir sueños y realizaciones que hagan significativa la vida mortal que nos regala por un tiempo. Para los que estamos excitados por la naturaleza y vamos constantemente buscando los paisajes sublimes, este volcán y sus fondos son una provocación permanente a la exploración. Amar el planeta es fácil cuando se lleva el fuego interior del conocimiento y se trabaja por la conservación de tanta belleza; todo ser humano es hijo predilecto de la evolución y está ungido por el espíritu para elevarse siempre que este receptivo a la llamada interior; la esencia de la vida susurra e inspira, nunca obliga. Vivimos y morimos en un planeta mágico y lleno de misterios que cuentan la historia de la eternidad del ser. Justamente descifrar estos mensajes superiores es una de las grandes misiones del intelecto, pero necesita de la emoción para avanzar más decididamente en la senda del conocimiento que es también sentir contemplando y admirando. La mirada debe traspasar el umbral del ámbito mensurable para deambular por otros lugares insospechados pero reales; intelecto, sentimiento, humildad, admiración, contemplación y sorpresa. Nunca encerrarse en un corral con límites racionalistas que impidan soñar y cercenen la imaginación del explorador impidiendo al investigador realizar su vuelo sin motor.
Sobre la maravilla de “la montaña invisible” que forma el volcán bajo la superficie del mar ya hemos hablado hace un año aproximadamente en el artículo “La creación de un mito científico: las gerardias”. Justo en el otoño pasado realizamos otra incursión en este sagrado rincón hijo de la lava y perdido en el tiempo: una ventana a un mundo sumergido desparecido en gran medida y donde se desarrollan bosques de corales únicos. Estos proyectos están destinados a conocer más sobre la enorme población del inigualable coral Gerardia savaglia, de bellas morfologías y colores amarillos y rosáceos. Quizá, siempre que los estudios analíticos llevados a cabo con suma prudencia en laboratorios y gabinetes den resultado, será posible incluso describir una nueva especie de coral para la ciencia.
Nuestra idea es dedicárselo a Néstor García de la Torre, el gran pintor grancanario que tanto esfuerzo dedicó a representar pictóricamente los fondos marinos de su querida playa de Las Canteras. Un buscador incansable de imágenes sumergidas con su mira-fondos, ayudado por su hermano y una pequeña barca de remos. En esta campaña hemos podido tomar más conciencia todavía de lo que significa enfrentarse a la exploración de una montaña submarina, nada fácil, y en ocasiones peligrosa, pero tremendamente reconfortante para todos los que formamos el equipo. En el mar hay que ser compañeros de batallas y no valen medias tintas pues hay situaciones en las que tu vida puede depender del otro. Rogelio Herrera y Rafa Herrero (los Herrera-Herrero es su nombre de guerra cariñoso) llevan la voz cantante por su mayor experiencia en las montañas sumergidas. Digamos que son mejores montañeros submarinos y se conocen esta montaña como nadie, suben y bajan por picos, laderas y paredes con gran destreza y seguridad; nos indican donde tenemos que ir para ver esto o aquello y su nivel de exploración es muy superior al del resto. Rogelio es un gran naturalista científico y observador, con grandes conocimientos de oceanografía, es el mejor fotógrafo del grupo con diferencia y un fino recolector de rarezas; Rafa es un cámara excepcional, muy laureado, con un gusto exquisito para realizar poemas visuales, expertísimo buceador, por otra parte, un fenomenal cascarrabias que favorece las riñas amistosas y desenfadadas que dan salsa a un trabajo muy duro, por encima de todo es una gran persona. Juanjo Sánchez es un buen buceador técnico, amante apasionado de la naturaleza y conservacionista de raza que dedica su tiempo a contemplar la naturaleza sumergida, restaurador de corales dañados y muy capaz de captar buenas imágenes. Oscar Monterroso es un biólogo marino emprendedor, tiene una próspera empresa que realiza trabajos ambientales y le gusta la investigación; me ha distinguido para que ayude a dirigir su tesis de doctorado sobre los paisajes que forman los corales circalitorales de Canarias y su compleja ecología. Gracias a él y al interés conservacionista de Rogelio estamos todos en este proyecto; además Oscar es un recolector de gran capacidad. Los dos chicos jóvenes, Omar y Lorenzo, que han llevado gran parte del peso de la logística y manejo de las embarcaciones pertenecen a la empresa de Oscar y con ellos hemos trabajado y disfrutado de un tiempo inolvidable en estas dos compañas. El mar, al igual que la montaña, y cualquier medio en el que existen duras condiciones, forja caracteres recios y corazones nobles; somos bien capaces de discutir acaloradamente si se tercia, aunque también hay gran capacidad de reconciliación rápida y sin ningún tipo de resentimiento. Así vamos todos, en una embarcación plagada de aparatos recicladores de gases; botellas de diferentes mezclas de gases, medios de propulsión submarinos, cámaras para captar imágenes y todo tipo de artefactos que llenan la mayor parte del espacio disponible. Buen humor y bromas constantes son ingredientes básicos que debe desplegarse generosamente en estas campañas científicas en beneficio de la conservación de las especies y sus hábitats. La sonrisa fácil y la chanza han acompañado a los exploradores y aventureros de todos los tiempos y son una de las salsas de la vida.
"Para los que estamos excitados por la naturaleza y vamos constantemente buscando los paisajes sublimes, este volcán y sus fondos son una provocación permanente a la exploración"
Un gran promontorio montañoso está debajo de nuestro barco, estamos impacientes por saltar. Nada más llegar dos picos nos miran y las vertiginosas paredes se ofrecen misteriosas y penumbrosas. Los Abades se nos ofrecen lacónicos y curiosos, interrumpen su danza del alimento en busca de los densos bancos de bogas cercanos arremolinados por encima del pico. Avistamos al menos 30 ejemplares de distintos tonos, con sus elegantes libreas de lunares ocres y su prominente mandíbula. Los vemos y nos ven, nos relacionamos solo unos escasos minutos para continuar camino hacia el fondo profundo pero la conexión ya se estableció; ni pez ni simio lo olvidarán. Hay barrancos que bajan por laderas y valles abruptos que se forman entre los escarpes aserrados; dejamos las paredes a ambos lados mientras bajamos hacia la oscuridad rodeados de belleza amarilla. Grandes y centenarias colonias (quizá milenarias, aspecto que tendrá que dilucidar Oscar Monterroso en su tesis) nos siguen en hileras cada vez más majestuosas; las gorgonias y las esponjas son el sotobosque y no faltan rincones llenos de piedras como manchadas de costras de algas y esponjas sacadas de la acuarela divina.
"La esencia de la vida susurra e inspira, nunca obliga. Vivimos y morimos en un planeta mágico y lleno de misterios que cuentan la historia de la eternidad del ser"
Doblando laderas aparecen más paredes y los picos se suceden en cadena, incluso llegamos a pequeños templos de piedra labrados por el mar que hacen recodos inolvidables con un fondo de roca y arena gruesa y grandes rocas llenas de corales por los que navegan los peces risueños y desenfadados. Recorriendo la montaña se observan grandes ejemplares de corales anaranjados y blancos pólipos literalmente colgados en las paredes. Las cuevas tienen un no se qué especial que nos atrae, la esperanza de nuevos hallazgos es una gran ilusión para el explorador naturalista siempre dispuesto a seguir un poco más profundo. En algunas de estas cuevas y túneles hay ramas de corales que cuelgan por doquier y uno no sabe donde mirar para sacar imágenes o coger algo de material; allí al fondo aparece un raro coral ocupando una enorme superficie de la cueva. Posiblemente se trate de Pourtalosmilia anthophyllites, un coral muy poco conocido en Canarias y que se nos presenta en este enclave fenomenal lleno de belleza y magia con sus esqueletos blanquecinos y los tentáculos de color rojo rematados de puntas redondeadas. Al igual que en las montañas emergidas aquí encontramos todos los accidentes típicos que se esperan, pero en vez de sentir el peso de la gravedad contundentemente vamos danzando y jugando con el agua al ritmo de nuestro propulsor: damos espectáculo gratuito a sus sedentarios habitantes. Así son las montañas invisibles y a todas ellas las llevamos muy dentro de nuestro corazón.