Opinión

Monetae Mutationae

El Padre Juan de Mariana (1536–1624) muy apreciado por los economistas por su intuición sobre el impuesto inflacionario, y por los liberales de medio mundo por su defensa de la libertad.
En 1602 la moneda de vellón pasó a ser sólo de cobre y al año siguiente se mandó resellar toda la moneda al doble de su valor. Ante las protestas por esta inflación, Felipe III se comprometió a no manipular la moneda durante veinte años, a cambio de una suma de dinero que le entregarían las Cortes. Como cabría esperar, incumplió su promesa.
Así las cosas, el Duque de Lerma -valido de Felipe III- mandó a los embajadores españoles que encontraran la obra y la quemaran, por la imagen déspota que allí se dibujaba de Felipe III y del propio Lerma. Gonzalo Fernández de la Mora, precursos de la tecnocracia en España, estudió el proceso contra Mariana, y dice que la persecución logró que la obra no fuera en su tiempo muy conocida, y el autor, escarmentado, se ocupara desde entonces sólo de una tímida labor de exégesis. Buena prueba de ello fue que su obra “Monetae Mutationae” fue condenada al ostracismo hasta su publicación en español en 1854.
El liberalismo de este ensayo fue lo que dio lugar al escándalo, y lo que llevó a Mariana a ser procesado por la Inquisición, y recluido en el convento de San Francisco de Madrid. Se trataba, dice Lucas Beltrán, de “una defensa de la propiedad privada, de la democracia política, de los presupuestos equilibrados y de la moneda sana de valor estable, que resulta ventajosa para todas las clases sociales”. Dijo Mariana: “El príncipe no tiene derecho sobre los bienes de los súbditos, de forma que pueda tomarlos para sí o transferirlos a otros…El rey no puede adulterar la moneda sin que medie el consentimiento del pueblo. Esta adulteración es una especie de tributo con la que se detrae algo de los bienes de los súbditos…es injusto, porque es como si se arrancasen los bienes violentamente a los ciudadanos…a este abuso ha de seguir necesariamente la carestía de los comestibles en proporción al valor que se quitara a la moneda”.
El egregio Juan de Mariana dejó otras deliciosas citas: “Cuando un asno es de muchos, los lobos se lo comen…El tirano, para impedir que los ciudadanos se puedan sublevar, procura arruinarlos, imponiendo cada día nuevos tributos, sembrando pleitos entre los ciudadanos y enlazando una guerra con otra…la terrible ambición de mandar…Podrán los reyes proponer nuevas leyes, mas nunca cambiarlas sin respetar las instituciones y las costumbres…Hacen más fuerza en los hombres los ejemplos que las leyes…Si el comercio se suprimiera, ¿qué habría más triste ni más infeliz que la vida humana?…Los malos ciudadanos provocan trastornos, deseosos de reparar su indigencia con la riqueza de otros…Se dirá que las razones de Estado exigen que el príncipe engañe. Esta objeción, Dios mío, ¡cuántos males no comprende!”.

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