La Ciudad pasa por momentos muy difíciles en los que la adecuación real del gasto con los ingresos supone un esfuerzo colosal que requiere de medidas únicas y extraordinarias, apelando a la solidaridad y generosidad de todos.
El ejercicio de sacrificio al que se hace llamamiento es aperreado y delicado, pero la procrastinación continuada impetrando el milagro solo consigue empeorar la situación. Mucho más, cuando la oposición se muestra incapaz de proponer alternativa alguna que no pase por la demagogia o la fantasía presupuestaria.
Mientras el gobierno popular rehace las cuentas una y otra vez buscando un ajuste imposible lo menos traumático, la oposición se pasea por los efluvios del electoralismo, incapaz de conseguir ni un solo voto más por méritos propios, esperando el desgaste de un gobierno que toma decisiones impopulares.
Pero gobernar significa eso, tomar decisiones de acuerdo a la base ideológica y las promesas realizadas ante las urnas.
Muy difícil debe estar el camino para tener que refutar cualquiera de esos dos pilares, pero a veces, hay que tomar decisiones amargas como la hiel para evitar males mayores.
¿Imaginan que pasaría en esta Ciudad si el Ayuntamiento presentara quiebra técnica o una suspensión de pagos de facto? Por idiosincrasia histórica somos farolillo rojo en paro y pobreza, con una fuerte vinculación y dependencia social estatal. Si el mayor atendedor de estas demandas quebrase, los resultados podrían ser espeluznantes.
Pero la oposición no piensa en eso. Piensa en sacar rédito de cualquier mal que acecha al gobierno de Ceuta, y por ende a Ceuta.
Lo penúltimo, realizar un brindis al Sol con un plan de empleo específico para determinada zona de la Ciudad, lo que obviamente es ningunear a los que lo están necesitando en otras barriadas.
Y además, realizar ese brindis con 4 millones de euros, cuando se deben 80 a los proveedores, es guindar a los pocos emprendedores que apenas sobreviven con estertores, a un ocurrente y valeverguista gobierno del Partido Socialista.
Realizar una indicación al subsidio de determinadas zonas es no creer en ellos, en que son capaces de salir adelante si se les da la oportunidad. En definitiva, la oposición desvela su auténtico pensamiento: el reconocimiento implícito de ser una casta política especial, diferente, que reparte prebendas a apurados ciudadanos, erigiéndose paladines en lides a las que nadie ha convocado.
¿Han escuchado algún plan de la oposición para emprendedores? ¿Han leído algún proyecto de la oposición sobre fomento de la iniciativa privada? ¿Han advertido algo de la oposición, para esas zonas, que no sea el subsidio? ¿Conocen algún plan de la oposición para el pago a proveedores y funcionarios?
¿Saben que ínfimo porcentaje de los presupuestos de la Ciudad recibieron alegaciones por parte de la oposición?
Como dijo un antiguo presidente del Congreso: “Manda ...”.
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