José María Díaz es un auténtico caballa. Su vida ha estado unida siempre al mar, de raíces pesqueras, su palabras desprenden pasión y amor por todo el arte que se encuentra a él ligado y que desde hace años deja plasmado a través de sus manos en el modelismo naval. Díaz enumera los tesoros que ha elaborado y que le han hecho valedor ,en concursos de esta naturaleza, de diferentes premios. El último que llegó a tierras ceutíes fue un bronce procedente de Fuengirola. Pero hace unos ochos años decidió sacar a estas joyas de casa y ponerlas a navegar. Las costas fueron el primer destino, pero los temporales o la climatología a veces truncaban este disfrute que rápidamente se vio solventado con un nuevo escenario, el Parque Marítimo, cuya magia contribuye a recrear cada viernes un espectáculo.
Con la caída del sol y cuando la paz ya reina en todo el recinto, el último de los lagos ve surcadas sus aguas por barcos de diferentes tamaños y características pero, en la mayoría de los casos, cargados de historia. Un ejemplo es el Guadalete, que ayer se abría paso en manos de Díaz. “Es un barco que se hundió en el 1954, cuando alrededor de las 22.00 horas salió del Puerto y un fuerte temporal le dio la vuelta y lo hundió”, explica.
No es el único de sus “barquitos” arraigados a la historia naval de la ciudad. El ‘Virgen de África’ le hizo ganador de un oro el pasado 2017, y los barcos de pesca se presentan como su especialidad, que ha elaborado a lo largo de los años bajo petición. Aunque entre su colección también destacan algunos que hacen las delicias visuales hasta para los menos entendidos. La Perla Negra, el conocido barco de ‘Piratas del Caribe’, se divisaba en la distancia y con el zoom sobre el mismo destacaba por una cargada minuciosidad en su elaboración. “Es mi favorito, está hecho basándome en la película fotograma a fotograma”.
Todas las piezas son elaboradas manualmente con materiales como cajas de fruta o pinceles, cuya precisión se basa en documentación de planos y fotografías o, en caso de los más antiguos, “con imaginación, tiempo y paciencia”.
Todos ellos confiesan que cada viernes cuando depositan sus barcos sobre el agua la emoción les recorre por dentro. “Es palpitante saber que lo estás navegando y dirigiendo hacia donde quieres. Además que no solo navegan a motor, también lo hacen a vela”. Un hobby que se lanza viento en popa cada semana y que está abierto a todo aquel que quiera unirse a navegar.
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