El negocio de Carmen Marañés comenzó el 13 de mayo de 1992 en Ceuta, una fecha muy especial para la protagonista, que da su nombre a este establecimiento. A partir de ahí creció exponencialmente hasta llegar a ser la tienda que todos conocemos ahora, que lleva casi treinta años de recorrido.
Carmen tiene actualmente 71 años y disfruta de su jubilación, pero su negocio sigue en pie gracias a su hija, Patricia. Ella fue la encargada de convencer a su madre de que abriera el negocio. “Yo fui la que la animó. Mi madre no empezó con esto de primeras, sino que estuvo diecisiete años con ropa de alta costura. Yo la convencí para que se metiera en cosmética. Luego ella fue a entrevistarse con los directores de cada marca a Madrid para ver si se los daban”. Así abrió su primera tienda en San Luis, y su inauguración fue todo un éxito, tal y como recuerda Carmen. “Lo recuerdo muy bonito. Abrimos con una promoción de Shiseido y era la primera vez que tocaba la cosmética. Abrí a las nueve de la mañana y sobre la una se acabó todo. Hasta la misma empresa se asombró, la directora me mandó un centro de flores para felicitarme por el éxito. Fue muy bonito”. Ambas recuerdan que comenzaron en momentos muy complicados, con una crisis económica bastante cercana, por lo que, “o se estrellaban o triunfaban”. Y así lo hicieron.
Los años noventa fueron un momento de esplendor para este negocio, que veía cómo se formaban colas de clientes en su puerta. Incluso aunque hubiera una crisis económica. Y especialmente cuando se trasladaron a la calle Real, el 13 de diciembre de 1993. “Aunque el otro local era muy bonito, aquí arriba nos dimos más a conocer, y han sido unos años con una gran clientela, muy fiel”, comenta con orgullo Carmen. También al poco tiempo llegó la venta de lencería y ropa de baño, con lo que se completó el negocio.
Su hija Patricia comenzó a ayudarla con el negocio a los veintisiete años aproximadamente. Recuerda que fueron unos comienzos bastante buenos, ya que solo trabajaba de ayudante. “Antes era un apoyo, mientras que la que lo llevaba todo era ella. Luego empecé a meterme más a fondo en torno al 2000, y ahí me di cuenta de que no era como cuando estaba simplemente ayudándola”, explica. Y así, poco a poco, fue tomando responsabilidades hasta que su madre se jubiló tras muchos años de esfuerzo y dedicación. “Mi madre tuvo que luchar mucho. Siempre ha sido muy emprendedora y siguió hacia delante a base de mucho trabajo. Escogió las marcas, las levantó, las hizo conocer y buscaba la clientela. Era una labor de mucho tiempo”.
Carmen destaca también el gran interés de Patricia por el negocio familiar. “Para lo que nos está tocando ahora vivir, esta mala época, lo lleva bastante bien. Le gusta, está muy preparada para la cosmética y a cualquiera que va le aconseja. Además ha ido a muchos cursos y vale para tratar con el público. La gente está muy contenta con ella”. Su hija es la que mantiene a flote esta tienda, que ha vivido momentos de alza como en los inicios, y de recesión como los de estos últimos meses. “Ahora estamos aguantando el chaparrón. Yo pensaba que no abría, con eso te lo digo todo. Pero gracias a Dios podemos estar abiertos. A ver si superamos el bache de ahora”.
La competición con los grandes comercios suele provocar que tiendas más locales echen el cierre, pero no ha sido el caso de Carmen Marañés, según detalla la actual dueña. “En los últimos años no solo Ceuta ha cambiado mucho, sino también la mentalidad de la gente, con esta idea de gastar dinero fuera. El mercado está fatal. Los grandes nada más que hacen promociones y rebajas en plenas temporadas, y claro, los pequeños no podemos con eso, imposible. A los pequeños nos aplastan. Pero bueno, no me puedo quejar en absoluto porque todavía sigue abierto”.
Carmen rememora muchos recuerdos de su establecimiento, como cuando ganó un concurso de escaparates en los años noventa, algo que le provoca nostalgia. También cuando, en los primeros años en los que todavía vendía moda de alta costura, acudió el hijo de Elio Berhanyen, diseñador español que falleció el pasado año, a uno de sus desfiles en el hotel La Muralla. “Un modisto de alta costura no se ha visto nunca haciéndole un pase a una tienda, o al menos en ese momento, y fue muy sonado”. Y también ha participado en numerosos actos solidarios y rifas para ayudar a distintas obras sociales en la ciudad.
Madre e hija aseguran que viven apasionadas por este negocio, por lo que les gustaría que siguiera adelante como todos estos años. “Me gusta mucho esto. Tiene muchas desventajas porque es mucho trabajo y no desconectas, pero me gusta. Me voy de vacaciones y ya lo estoy echando de menos. Además, tenemos clientes fieles de muchos años, porque damos un trato muy personalizado y hacemos que el cliente salga lo más contento posible”, confiesa Patricia, a la que todavía le quedan años por delante siempre que se encuentre bien de salud. Pero después de ella, apenas quieren pensar en qué ocurrirá. “Siempre pienso que cuando me jubile, esto desaparecerá, después de tantos años de lucha, y me da mucha pena. A no ser que apareciera alguien que quisiera hacerse cargo de él”, lamenta la hija. Y en cuanto a la madre, aunque reconoce que no hay alguien de la familia que pudiera quedarse con la tienda, ella quiere que continúe. “Me gustaría que siguiera siendo un negocio familiar y que Carmen Marañés fuera una institución en Ceuta”.
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