Este viernes se han cumplido 45 años de los atentados en serie que sacudieron Ceuta el 26 de junio de 1975 y costaron la vida de Fernando Fernández Moreno. El primero de los artefactos estalló en un aparcamiento entre la Comandancia General de Ceuta y el Hotel La Muralla, mientras que el segundo explotó en la Comandancia de Marina, donde se encontraba la única víctima mortal de este trágico episodio de nuestra historia reciente.
Pasado este tiempo, aún se desconoce oficialmente quiénes pusieron las bombas o cuál es la identidad de los autores intelectuales detrás de esta jornada negra que conmocionó a la ciudad.
En menos de hora y media de intervalo, estallaron las dos bombas en diferentes puntos de la ciudad. La crónica de El Faro en aquella época describe las detonaciones como “potentísimas” y “se escucharon en toda Ceuta”. La primera de las bombas a las 15:05 horas, momento del día en el que la mayoría de los agentes estaban en sus domicilios por lo que, por fortuna, el tránsito por la Plaza de África era escaso.
El artefacto estaba adosado a un vehículo de matrícula marroquí, según publicó entonces este periódico, y que al parecer ya llevaba varios días aparcado en la zona. Al estallar la bomba, levantó con fuerza el vehículo quedando este colgado de la verja y dejando herido leve a uno de los soldados que hacía guardia en la Comandancia General. Otros cuatro coches quedaron completamente destrozados.
El Hotel La Muralla también sufrió los efectos de la explosión ya que los cristales saltaron por los aires, entre otros desperfectos, aunque no hubo que lamentar daños personales.
Aún no había transcurrido una hora y media de la primera detonación, cuando a las 16:15 horas se produjo una segunda explosión que alarmó a los ceutíes. Esta vez en la calle Calvo Sotelo número 26, donde estaban las oficinas de la Comandancia Militar de Marina. La explosión fue calificada por el cronista de la época como “horrorosa”, un estruendo que se percibió “en toda la ciudad”. Allí se encontraba un marinero de guardia, quien por fortuna se salvó de la muerte porque atendía una llamada de teléfono.
No corrió la misma suerte Fernando Fernández Moreno, de 25 años, casado y con una hija, carpintero de profesión, que entraba en el edificio con su compañero Luis López Ramírez, de 22 años, cargando un mueble hasta el último piso. Al entrar la víctima el primero, “fue cogido de lleno por explosión siendo despedido con gravísimas heridas a varios metros de distancia, yendo a caer su cuerpo mutilado junto a su vehículo”. La espeluznante noticia concluye que fue llevado, aún con vida, al Hospital de la Cruz Roja, “donde ya ingresó cadáver”. Su compañero resultó herido con quemaduras, de las cuales se recuperó, y años más tarde pudo relatar su sufrimiento aquella jornada y las secuelas que le dejó el atentado. Siempre guardó un grato recuerdo de Fernando.
Fruto del azar o no, un día después del estallido de las bombas en Ceuta, dos marroquíes volaron por los aires cuando intentaban poner una bomba en Melilla, como informó El Faro de Ceuta en su edición local.
La historia de Ceuta volvió a teñirse de sangre de los heridos en otros dos atentados ocurridos en años venideros. Uno de ellos registrado el 24 de octubre de 1978 en la antigua estación de autobuses, en la actualidad la Jefatura Superior de la Policía Nacional en Paseo de Colón. Un inspector de la Policía Armada, Felipe García, resultó herido cuando intentaba desactivar la bomba.
Con posterioridad, el 6 de marzo de 1979 se produjo otra explosión en la tercera planta del Hotel Ulises, que dejó a una quincena de heridos. Las autoridades llegaron a barajar la autoría de ETA, pero ambos atentados fueron reivindicados indirectamente por el Frente Patriótico de Liberación Marroquí.
Tras la tercera explosión, el Ministerio de Información de Marruecos se apresuró a emitir un comunicado en el que negó categóricamente la existencia de “ningún grupo en Marruecos, ni con simpatías hacia Marruecos, que se denomine” de esa manera y, por tanto, rechazaba cualquier implicación de su Gobierno en la colocación de la bomba.
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