Categorías: Opinión

Miseria en la calle

La pobreza está tomando las ciudades de una forma sin precedentes, escenas que pensábamos que habíamos dejado atrás; pedigüeños en busca de limosnas, buscadores en los contenedores de basura, personajes pendientes de los descuidos, ladrones por necesidad, traficantes eventuales y un largo etcétera que se han echado a la calle a buscar un porvenir que se les niega por el gris panorama actual.
Quizás es una muestra de la cruda realidad, pero la pobreza en la actualidad toma nuevos derroteros que van más allá del sustento alimenticio. Nuestra necesidad se ha trasladado a otros campos, actualizando las carencias y demostrándonos que las depresiones inundan el alma de muchos que se sienten abandonados a su suerte por problemas diversos, precisando de la ayuda y la compresión para seguir adelante. Una fatalidad oculta en los hogares que limita a muchos en su disposición diaria, traumas escondidos que necesitan de personas que los escuchen y aconsejen.
Por suerte en mitad de la fatalidad surgen unos ángeles entregados que se hacen llamar voluntarios y que suelen aparecer bien desde diversas instituciones o de manera particular, siempre de una forma anónima pero volcados en una dedicación totalmente altruista. Corazones que prestan su tiempo y ofrecen su cariño para alentar a aquellos que perdieron la confianza en la vida. Difícil labor en una sociedad que apenas reflexiona en que ocurre a su alrededor, ni presta atención a la cruel vida de muchos que viven sus problemas en soledad y silencio.
Los voluntarios adquieren un compromiso moral y asumen a su cargo responsabilidades, demostrando la gentileza y la atención a cambio de nada o tan sólo por la satisfacción de ver como superan sus temores, barreras y problemas aquellos a quien prestan su colaboración moral.
La vida es una travesía demasiado dura como para afrontarla sin ayuda y fomentar ciertas actitudes positivas que enriquezcan los modelos sociales a la hora de relacionarse. Llegar al corazón de las personas supone darle un cambio de rumbo a sufrimientos que no encuentran una salida.
Necesitamos abrirnos y relacionarnos con todos los tipos de marginaciones, siendo parte viva de nuestra sociedad, sabiendo que un día podemos ser nosotros quien caigamos en una crisis y requiramos de la sensibilidad de los demás.
Descartar lo innecesario debe ser un buen principio para actuar con racionalidad con nuestros iguales cuando la circunstancias vienen bien dadas caminamos de puntillas sobre el mundo, sobreactuando una felicidad que puede tener grietas y sin tener conciencia de lo que sucede a nuestro alrededor. Debemos dar una oportunidad a nuestras intenciones y mostrar una callada solidaridad con el resto del mundo.
Valga mi artículo como homenaje a todos aquellos que ofrecen lo mejor de ellos mismo como tributo ético, compromiso humano y siempre despojados de falsos clichés.

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