Cuando empiezo mis artículos, siempre llevo la intención de ser positivo, pues vivimos unos momentos en los que, de una forma y otra, tenemos que aportar todos ese granito de arena de positividad, para al menos, insuflarnos algo del animo necesario para afrontar las situaciones mas complicadas. Aunque bien es cierto que en el punto en el que estamos uno no ve nada que le lleve a positivarse, sobre todo al objeto de poder transmitir algo de ese sentimiento a los amigos o allegados.
La situación se torna desoladora solo con visitar cualquier departamento, ya sea del ayuntamiento, de empresas municipales o de todas las que estén interrelacionadas con el gobierno local. En ellas se palpa abiertamente esa sensación de inseguridad del que sabe que las cosas no van bien, situación injusta, pues lo mínimo que tiene que hacer el responsable mas directo, es transmitir la seguridad necesaria para que el personal encargado de tratar directamente con el ciudadano, ofrezca cierta imagen de confianza, con esto no quiero decir que no se cumpla con el trabajo encomendado pero si que, como popularmente se dice, la cara es el espejo del alma.
Y saco esto a colación, porque no hace mucho pase por un medio de comunicación y dado que muchos de ellos son conocidos y amigos míos, les dije “vaya, hoy estáis un poco mas sonriente y no con la cara preocupada que teníais últimamente”, lo cual fue motivo de una sonrisa por parte del personal, gesto este, que me dio indicios de que lo que estaba diciendo era una verdad como un templo.
Hecho este que me lleva a pensar que el miedo lo tienen metido en el cuerpo, pues como todo hijo de vecina, piensan en estos momentos aquello tan popular de “Virgencita que me quede como estoy”, dicho que lleva a pensar que al fin y al cabo aun dentro de los malo uno es medianamente afortunado en estos tiempos con solo poder pagar la hipoteca, la luz, el agua, el teléfono y llenar dos veces al mes el carro en el híper.
Y lo peor de todo esto es que los que tienen la culpa de este desaguisado, se van siempre de rositas con unos sueldos blindados para toda la vida y sin que nadie pueda hacer nada para impedirlo, pues han tenido durante tanto tiempo el poder que al final hasta la ley los ampara.
Es curioso el silencio mediático que impera sobre lo ocurrido en países como Islandia, donde los responsables directos del desastre económico están procesados por su mala gestión al frente del gobierno o en busca y captura a través de INTERPOL, entre ellos dirigentes políticos y banqueros, pero aquí no, aquí nos bombardean, vía medios de comunicación, con la milonga de que tenemos que sacrificarnos ya que estamos en tiempos difíciles, mientras los culpables de todo esto, ni están ni se les espera y encima siguen engordando la nomina.
Eso sí, nos meten una restructuración laboral que al único que perjudica es al que tiene una nomina y deja las manos libres a todos aquellos que hasta ahora se han estado beneficiando del sistema.
En fin, como pude leer no hace mucho a un prolifero autor español, en un trabajo sobre la historia de nuestro país, en el capitulo correspondiente al reinado del efímero Amadeo I, lo describía como un gafe en el trono, afirmando precisamente eso, que además de ser hombre de pocas luces, era peligrosamente gafe. Por lo que se ve esto debe ser algo endémico en nuestra historia política.
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