Opinión

Este Ministerio no es serio

Hemos dudado mucho antes de redactar este artículo. ¿Merece la pena volver a expresar la misma denuncia durante veinte años, sin fruto alguno? Al final, hemos decidido hacerlo, más por el famoso “imperativo categórico” que por albergar la más mínima esperanza de que, algún día, se remuevan conciencias para despertar de esta pesadilla. Porque los cierto es que, a pesar de las infinitas explicaciones y denuncias sobre el gravísimo problema estructural que convierte la educación en Ceuta en un extraño anacronismo, nadie se siente suficientemente concernido como para afanarse en impulsar un cambio. El conformismo es la enfermedad de la época. Y, en Ceuta, somos militantes radicales de la indiferencia. Hasta perder incluso el sentido del pudor. Insistiremos. Porque rehuir los problemas, no los soluciona. Es de general conocimiento, que Ceuta (y Melilla) llevan veinte años convertidas en un “islote” administrativo, dependiendo en exclusiva del Ministerio de Educación, mientras el resto de territorios españoles (las Comunidades Autónomas) diseñan, ejecutan y gestionan sus propios modelos educativos. Las consecuencias de este (inconcebible) hecho, también son muy conocidas. El profesorado carece del “obligatorio” órgano de negociación (lo que provoca que sus condiciones laborales se mantienen inalteradas desde hace dos décadas). El cuerpo normativo (aún vigente tras un cuarto de siglo) se ha oxidado hasta el extremo se ser casi inservible; y todo lo nuevo ha quedado prendido en un vergonzoso limbo sólo asumible desde el más infame desinterés. Somos el único territorio que carece de un órgano representativo da la comunidad educativa (Consejo Escolar) para definir su política educativa (a pesar de las inocultables peculiaridades que presenta nuestra realidad en el ámbito docente). Pero hay algo peor. Si eso es posible. Carecemos de un órgano de gestión. Las competencias sobre nuestra educación, están cuadradas en la “letra k” de una Dirección General (la de planificación educativa, por más señas). Esto supone, en la práctica, que no hay nadie que se ocupe de Ceuta y Melilla. Nuestros asuntos figuran en el furgón de cola de los negociados en los que trabaja un escaso número de personas. Lógicamente=, un ministerio que carece de competencias de gestión administrativa tiene una plantilla ínfima (cuando alguno está de baja o permiso, se paralizan todos nuestros asuntos). Esta agresión (porque no se puede calificar de otro modo) se ha consolidado, ha tomado cuerpo definitivo después de veinte años. Todos los Gobiernos (del PP, del PSOE y de PSOE-Podemos) han convalidado este atropello. Tampoco en Ceuta hemos hecho mucho para corregir esta anomalía. Fieles discípulos de la docilidad, ya nos hemos acostumbrado. No es un problema de personas. Pasan ministros y ministras, directores generales, directores y directoras provinciales (de toda condición y pelaje); y nada cambia. Todos expresan su compromiso, su dedicación, su interés….

“Y ahí tenemos… un (no) centro, dirigido por un (no) equipo directivo, funcionando de “aquella manera” en espera, paciente eso sí, de que alguien se acuerde de que existimos. Para colmo, la semana pasada, el Ministerio ha publicado la convocatoria para cubrir el puesto de Director del Puertas del Campo. No se especifica si es completo o la mitad. No se sabe si el proyecto habrá que hacerlo contando con la FP, o sin contar con esta modalidad educativa. Tampoco parece importarle mucho a nadie. Sencillamente, este Ministerio no es serio”

Y al final, todo queda en nada. Porque se trata de un problema estructural que requiere una modificación radical en su propia concepción. Debe existir una estructura administrativa específica y adecuada para gestionar una competencia (es el mandato constitucional, y lo que se hace en toda España, excepto en Ceuta y Melilla, al parecer muy españolas para todo, menos para esto. Sólo en un contexto como el que acabamos de describir pueden pasar cosas como la que vamos a contar a continuación. Ceuta es el único territorio en el que no existe un Centros Integrado de Formación Profesional, cuya regulación se legisló en el año dos mil cinco. Bueno, en realidad Melilla tampoco (allí lo que han hecho es “llamarle” centro integrado a un centro de secundaria donde solo se imparte FP). El problema de fondo es que no existe norma alguna que ampare la implantación y funcionamiento de estos centros (cada Autonomía tiene la suya pro, y nosotros, ninguna). A pesar de ello había una manifiesta voluntad política de acabar con esta “diferencia”. Había que abrir un centro integrado, fuera como fuera, incluso remedando el modelo melillense (que no es más que un acto de propaganda). Tardamos cuatro años en “hacer los papeles”, que nunca terminaban de arreglarse (o cambiaban al responsable y empezaban de cero, o se “colaba” otra prioridad, o alguien estaba de permiso…). Por fin, este año, este equipo ministerial, firmemente comprometido con la Formación Profesional hasta el punto de incluirla en el nombre del Ministerio, iba a culminar tan ardua tarea. Ceuta contaría con un centro integrado de FP. Se eligió el Puertas del Campo. Era lo más cómodo, ya que, de hecho, en su edificio original ya solo se impartía formación profesional (era tan fácil como copiar lo hecho en Melilla y cambiar el cartel, en lugar de IES, poner CIFP). Así que se lanzaron a “tumba abierta”. Este es el año. ¡Ahora, sí! Tan es así, que un alto cargo del Ministerio (ni más menos que la Secretaria General de FP) se desplazó a Ceuta para hacer el anuncio oficial. Bueno faltaba un “pequeño detalle” la publicación en el BOE. No importa, se hará, con toda seguridad, el catorce de septiembre. Decían. Habrá que empezar el curso “sin papeles”, pero sólo serán catorce días. Se designó un equipo directivo nuevo, y se dividió, de hecho (que no de derecho) el centro Puertas del Campo en dos (arriba, ESO y Bachiller; abajo, el centro integrado). Y así comenzó en curso. Y pasó septiembre. Y pasó octubre. Y la publicación no llegaba. Y paso noviembre. Y paso diciembre. Y nada. Y ha pasado enero. Y ahí tenemos… un (no) centro, dirigido por un (no) equipo directivo, funcionando de “aquella manera” en espera, paciente eso sí, de que alguien se acuerde de que existimos. Para colmo, la semana pasada, el Ministerio ha publicado la convocatoria para cubrir el puesto de Director del Puertas del Campo. No se especifica si es completo o la mitad. No se sabe si el proyecto habrá que hacerlo contando con la FP, o sin contar con esta modalidad educativa. Tampoco parece importarle mucho a nadie. Sencillamente, este Ministerio no es serio.

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