En homenaje a Juan Carlos Alonso
La dictadura de Franco creó un modelo de militar basado en la separación de castas sociales dentro y fuera del propio Ejército. Trazó un plan integral que no sólo separaba a los propios militares por empleo, también a sus esposas e hijos de la sociedad civil. Los militares y sus familias eran españoles inmersos en una sociedad paternalista. Eran españoles que vivían fuera de la realidad social, política y moral del país. Todo estaba perfectamente planificado. Implantó un modelo social excluyente, pero a la vez les otorgaba unos privilegios inmorales, que algunos aceptaban de buen grado, pero a la vez los separaban de sus compatriotas. Su objetivo era crear un estado dentro del propio estado. Sin embargo, toda afirmación –que esto lo es– debe ir acompañada de evidencias irrebatibles.
Estos privilegios cargados de un marcado tinte ideológico se desarrollo en todo el país, pero como estamos en África, comenzaremos por el Ejército africanista para refrescar la memoria a los lectores. Recordarán grandes extensiones de playas acotadas para el baño y disfrute exclusivos de los militares. De soldados que hacían la compra a la señora del militar, les lavaban los platos en casa, les hacían el cuarto de baño. Clubes sociales donde nuestros hijos gratuitamente servían de camareros a mandos y sus familias cuando disfrutaban del litoral. Dentro de esta exclusión, volvían a ser excluidos, en playas de oficiales y de suboficiales. Dentro de los acuartelamientos bares de oficiales, suboficiales y tropa. Pabellones también por empleos. Economatos militares o, lo que es lo mismo, tiendas exclusivas para militares. Hoteles y residencias por empleos. Estos selectos clubes también eran disfrutados por la selecta sociedad civil del régimen.
Esta segregación de castas sociales y por rangos tenía un evidente tinte ideológico y un gasto para los contribuyentes, pero el objetivo era la separación de la sociedad civil de la militar. Y ese objetivo se cumplía. Los militares obedecían ciegamente a los superiores y no pensaban en algo tan infame y pueril como ser militares y con derechos. Eran privados de libertad por hechos inasumibles incluso para aquella sociedad civil de la dictadura. Pero esta separación evitaba la contaminación de los militares con ideales aperturistas y democráticos.
Han pasado muchos años desde que aquél malvado falleció y nos permitió sumarnos a la Europa de las libertades, de las estrecheces económicas, de los Bárcenas, ERE, de los desahucios. Han pasado muchos años, pero la estructura clasista del Ejército no ha cambiado en su esencia. Se acabaron las casetas de playas, pero sigue la estructura clasista de privilegios pagados con el dinero de todos los contribuyentes. Sigue la segregación de castas “residencias y clubes por empleos”, de privilegios y también siguen siendo privados de libertad por hechos inasumibles para esta sociedad democrática.
El pasado 2 de mayo ingresó en prisión el guardia civil Juan Carlos Alonso, condenado a tres meses y un día por “un delito de insulto a un superior”. Nunca había sido sancionado en los años de servicio,todo lo contrario, fue felicitado de forma individual y colectiva por su participación en diversas operaciones y actividades profesionales, como así consta en su hoja de servicios, donde en 2011, por ejemplo, “se le conceden felicitaciones al mejor servicio y al mayor número de intervenciones”. Ingreso en prisión a pesar que el artículo 7 bis del actual Código Penal Militar que excluye a los guardias civiles por el desempeño de funciones policiales.
Desde AUGC mostramos nuestro rechazo, nos hemos concentrado para pedir su libertad, hemos pedido el indulto y lo hemos acompañado en su entrada y salida de prisión. Han sido muy pocos días, pero interminables. Hoy está junto a su familia y nosotros “los guardias civiles y nuestras familias” estamos contentos, porque se ha hecho justicia. No son pocos los ciudadanos que comenten delitos muy reprobables y después de ser condenados no ingresan en prisión al no ser penados a más de dos años. No son pocos los funcionarios públicos que se apropian de lo que no es suyo y por la misma razón no ingresan en prisión. No son pocos los políticos que se les aplican esta misma legislación. Tampoco son pocos los guardias civiles y policías que excediéndose de su condición de funcionarios son detenidos y condenados, pero no ingresan en prisión. En definitiva, en este país es menos importante que un guardia civil se apropie de lo que no es suyo a que supuestamente insulte a un superior.
Los guardias civiles no somos soldados, somos policías. No queremos prebendas que no nos corresponden ni privaciones que tampoco nos corresponden. Ingresar a guardias civiles en prisiones militares por problemas laborales entre guardias civiles no se sostiene en una sociedad moderna y democrática. Nadie lo puede entender a no ser que se trate de insertar en el ADN de los guardias civiles dosis de terror y crear un estado dentro del propio estado; crear ciudadanos de tercera categoría. Hombres, mujeres y familias sin derechos, ciegos y obedientes.
Ni nos domaron, ni nos doblaron, ni nos van a domesticar. Palabras de Marcelino Camacho. Palabra de AUGC.
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