Miguel Caiceo siempre ha sido ese “niño que quiere ser artista”. Sevillano de nacimiento (1950), ha crecido con grandes referentes como Marisol o Rocío Durcal. “Ellas fueron las que me dieron ese impulso para ser lo que soy a día de hoy”, dice el artista a través de llamada telefónica antes de actuar en Ceuta.
No dudó de ello y a la temprana edad de 20 años, se trasladó a Madrid. Desde entonces, le han seguido décadas de mucho trabajo y éxitos en la gran pantalla, sobre las tablas del teatro o en la televisión donde dio voz a su mítico personaje de Doña Paca: “Solo tengo ganas de morirme”, rememora Caiceo.
Esta tarde llega a Ceuta con la obra ‘El baúl de mis recuerdos’, que se presentará en el Teatro Auditorio del Revellín, a partir de las 19.30 horas y en colaboración con la Asociación de Familiares de personas con Alzhéimer y otras Demencias (AFA Ceuta). Además, no viene solo, sino que llega con su amigo Manolo Medina y ‘Melu’. “Esta pieza hará reír a la par que emocionará al espectador porque aborda la realidad de esta enfermedad neurodegenerativa, pero desde un punto de vista distinto”.
–Su vida ha dado hasta para escribir unas memorias, ‘Historia de un sueño’. Décadas de trabajo que se ven reflejadas entre sus páginas.
–Sí. En todo este tiempo ha sucedido de todo, etapas de no dormir por trabajar mucho y etapas de dormir porque no trabajaba (ríe). Me fui a Madrid muy joven y sin tener contacto. Recuerdo que los comienzos fueron duros, pero poco a poco fui aprendiendo el oficio. Me colocaba entre los bastidores del Teatro Español para ver cómo trabajan los actores. Cuando uno de ellos se ponía malo, contaban conmigo para sustituirlo. Y así hasta que a los 24, ya comencé con papeles de protagonistas. Incluso, ya hacía reír.
–¿Con qué artistas se ha codeado?
–He trabajado con gente muy buena con la que he aprendido mucho. En mi primera etapa de teatro estuve con Paco Onieva, Esperanza Roig o José Bódalo. Después llegó ese teatro clásico y le siguieron mis comienzos en televisión. Aquí arrancó mi faceta como humorista.
"Mi debut televisivo fue en Telecinco, un canal que no tiene nada que ver con el que se hace a día de hoy"
–¿Cómo recuerda ese debut televisivo?
–Esto fue en Telecinco, un canal que no tiene nada que ver con el de hoy. Me dieron la oportunidad de estar en el programa de Emilio Aragón ‘VIP Noche’. Aquí nació el personaje de Doña Paca, que tantas alegrías me ha dado y que permanece en la memoria colectiva de nuestro país. Ella, en parte, me hizo famoso.
–¿Es difícil hacer humor?
–Sí, bastante. Y más ahora, donde tenemos a un público que está completamente estresado y tiene miedo ante tanta incertidumbre a causa de la crisis económica o por lo que pasará con la guerra en Ucrania. Todos estamos nerviosos.
–¿Hay algún secreto para sacar sonrisas al público?
–Trabajo, trabajo y trabajo. No queda otra más que aprender de este oficio.
–¿Hasta qué lugares lo ha llevado su humor?
–Hasta la cárcel (ríe). En el centro penitenciario de Sevilla II trabajé para hacer reír a los presos, incluso en épocas tan entrañables como las de Navidad. He sido Rey Mago en esta cárcel y ya aprovecho que lo fui en mi ciudad, la cual me otorgó la Medalla de Sevilla. Este momento fue uno de los más especiales que he tenido en mi vida.
"El humor termina cuando a alguien le molesta porque si tú incomodas a alguien, eso es mala leche"
–¿Qué nos puede contar de ‘El baúl de mis recuerdos’?
–Esta es una de las obras más bonitas que he hecho desde que comencé mi carrera profesional. Lo mismo te hace reír, que llorar o emocionar. La pieza habla sobre el alzhéimer y ya sabemos todos que esta enfermedad es una tragedia, pero queríamos llevarla a los escenarios para que se viese con otra mirada.
–Ficción y realismo en una misma obra.
–Así es. Nos hemos basado en la experiencia del padre de Manolo Medina, a quien cuidó durante 11 años.
–¿Y cómo ha sido el proceso de elaboración?
–Cuando me lo propuso Manolo, me fui a centros para ver a los pacientes con esta enfermedad. He comido con ellos, los he cuidado. Al final se convierten en niños y eso lo he metido en mi personaje. Antes, nunca había visto a nadie con alzhéimer, ni siquiera en mi familia hemos tenido algún caso. La función y preparación ha sido un pelotazo, que la gente crea que no va a sufrir porque esta es una obra de dos cómicos.
–¿Cómo ha sido trabajar con Manolo Medina?
–Una experiencia maravillosa. Esto se dice siempre, pero a Manolo lo conozco desde hace mucho tiempo y debo decir que es un gran cómico. Luego, tenemos ese feeling en el escenario que no con todos los artistas se tiene. Nosotros funcionamos desde el minuto uno. Pero al igual que me ha ocurrido con Andrés Pajares, Juanito Navarro o Fernando Esteso.
–¿Ha evolucionado el humor?
–Totalmente. No tiene comparación al que se hacía cuando comencé a principios de los 90 en la televisión. El humor de ahora es más soez, tiene que ver un poco con la poca vergüenza. En mi caso, este no es mi rollo, no soy capaz de meterme con una persona. No tendría agallas, por ejemplo, de hacerlo con Rocío Jurado cuando he sido amigo y vecino en Chipiona de ella. El humor termina cuando a alguien le molesta porque si tú incomodas a alguien, eso es mala leche.
"No tendría agallas de meterme con Rocío Jurado cuando he sido amigo y vecino en Chipiona de ella"
–Comenta que ha sido amigo y vecino de la Jurado.
–A mí me han pasado muchas cosas bonitas en la vida y una de ellas es la amistad y admiración por esta gran artista. Además, le gustaba lo que hacía, incluso escuchaba el programa radiofónico de ‘País de Locos’ con la periodista Reyes Monforte, donde la imitaba. En este espacio me hacía los guiones, pero siempre hilando fino y desde el respeto. No me dedicaba a meterme con Ortega Cano y su alrededor.
–¿Qué le parece todo el revuelo que se cuece alrededor de la figura de Rocío Jurado?
–Lo que se está viviendo en los últimos tiempos tiene un poco de verdad, mentira y otro poco de ganar dinero. Todo esto se olvidará y ella quedará como la mejor artista de una parte del siglo XX y comienzos del XXI. La Jurado ha sido un genio, no se puede aguantar esa voz tan impresionante. Rocío permanecerá y lo de ahora es solo dinero. Y en relación a este revuelo, debo decir que a los artistas nos llaman para ofrecernos dinero para así poner verde a alguien.
–¿Se lo han propuesto alguna vez?
–Claro. Pero no lo he hecho porque cuando te pagan es porque tienes que poner verde a alguien. La única vez que lo hice fue cuando me llamaron por la venta de una casa en Sevilla que le hice a Falete. En los medios decían que me debía gran parte del dinero y recuerdo que me llamaron en directo para ver si entraba al trapo. A mí me pilló en la calle Betis y lo que hice fue desmentir. La casa me la había pagado, solo le quedaba un piquito.
–Esto ocurrió hace unos años.
–Sí. A partir de ahí, ya no más. El último intento fue cuando quisieron que hablase de Bigote Arrocet y de María Teresa Campos. De Arrocet, ¡cómo lo iba a hacer! Si él ha sido compañero y amigo de toda la vida. ¿Y de María Teresa Campos? Que me contrató durante tres años en su programa de TVE.
-Lo suyo es el teatro, hacer reír ya sea desde las tablas o la pequeña pantalla.
–Y la pintura, que también me gusta. Y así es, a través de los fracasos me he cosechado los éxitos. A veces hay que caer para crecer. Desde mis comienzos, donde una vez un actor me dijo que me fuese a casa y que no volviera hasta que no supiera desempeñar un papel. Todo ha cambiado, ahora los espectadores se levantan de sus butacas para aplaudir la obra. Desde entonces hasta la actualidad ha pasado mucho.
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