El Príncipe tiene miedo. El barrio, que ha sufrido muertes de vecinos y guerras enfrentadas entre bandas violentas, asiste al repunte de los disparos que parecían haberse olvidado hace algunos meses. Este rincón de Ceuta, mediatizado para lo malo en todos los medios de comunicación y sin ayudas reales para erradicar sus problemas, ha vuelto esta madrugada a registrar más disparos al aire. Ha sido en torno a las 5:00 horas en las inmediaciones de la calle Norte.
Durante dos días seguidos se produjeron tiros en el barrio que llevaron al desarrollo de un operativo de la Policía Nacional con dos detenidos. Ambos quedaron en libertad.
Esta madrugada han vuelto los disparos y el pesar a la barriada. Ha vuelto el miedo.
Los vecinos hablan con El Faro sobre lo que está sucediendo. Están asustados. Temen declarar, denunciar y señalar a quienes quieren quebrar la paz conseguida. Lo temen por las consecuencias que esto puede derivar en sus vidas y porque no se sienten seguros. Hay un miedo real de toparse con quienes no tienen reparo alguno en violentar las vidas de los demás.
La Policía y la Justicia saben lo difícil que es conseguir testigos que declaren contra quienes, armas en mano, buscan imponer su autoridad. Hay juicios que se suspenden ante la imposibilidad de conseguir declaraciones firmes y otros que salen adelante a duras penas haciendo prevalecer una protección sobre testigos que no siempre funciona. Conseguir solo una declaración supone colocar una pica en Flandes.
En la calle hay miedo. Imagínense estar en sus casas y escuchar disparos, tener a sus hijos en la plaza jugando y pensar que pueden ser encañonados o que salen temprano a trabajar y se topan con quien no quiere parar de sembrar miedo y extender una auténtica escalada de presión en la barriada haciendo uso de armas de fuego.
La Policía ha hecho registros y no ha encontrado armamento. En las últimas detenciones practicadas no decomisaron armas pero los disparos no solo existieron sino que persisten. Las pistolas se ocultan contando con la connivencia de quienes colaboran en esconderlas.
La Jefatura Superior insiste en ‘publicitar’ su atención a la barriada pero algo no funciona cuando los vecinos que allí residen no solo tienen miedo sino que confiesan sentirse desamparados. Y lo peor, comparten su temor a que haya desgracias trasladando sus duras crónicas anunciadas.
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