Después de la cruel y fulminante enfermedad que se llevó a Benito estuve releyendo sus poemas incluidos en el libro sobre nueva poesía ceutí que se publicó en el año 2016. Al descubrir pensamientos poéticos como estos:
“Barbitúricos, antidepresivos y ansiolíticos prescritos en las dosis adecuadas para una sociedad de zombis hechos con rinoplastias, liposucción, aumento de mamas y toda clase de cirugías; Prostituidos, penetrados, pintarrajeados y perfumados para la ocasión……”
“Sociedad de Naciones la hipocresía se desborda por los lujosos salones…….Arde el Amazonas con sus indígenas, Tumores para todos, Aguas asesinas en Fukushima, Mareas negras por todos lados y animales solo en fotografías….”
Comprendí que me había perdido mucho de Benito en esta etapa de su vida. Podía haber conversado sobre estas realidades que tan certeramente exponía su poesía de denuncia y que en prosa hemos desarrollado tanto desde esta tribuna de opinión. Imagino que su faceta pictórica también estaría impregnada de una visión crítica del mundo.
Mi niño, Mi niño, son palabras que me perforan y que son pronunciadas sin cesar por su madre, mi desconsolada hermana Angelines. A ella le diría, sin pretensiones de consuelo, que sobrevivir muchos años sin enterarse de nada no es de aplicación a Benito que vivió comprendiendo lo esencial para entender que una vida sin compromiso artístico e intelectual no era para él. Se fue pronto pero bien impregnado de la mejor tradición artística que siempre es fiel a sí misma y escribe desde sus entrañas (no se puede escribir de otra forma sin ser un simple escriba burócrata) como por ejemplo lo siguiente en relación a sus orígenes ceutíes: “….Y así el sueño de ser hombre se fue forjando a cada martillazo incierto de la vida”. Primero hay que aprender a ser hombre (ser humano) y luego ya se verá es quizá uno de sus mensajes.
Cuando me llegó la noticia sobre la conclusión del ciclo vital de Benito a través de un mensaje de voz quebrado de mi hermana Mavi, tía de Benito, me quedé sin voz y esta mudez me acompañó casi toda la ascensión al “Yebel Bou Sliman” en la región de Bab Taza. En nuestro librito sobre las montañas y ríos de esta región del norte marroquí, mi mujer Francisca Serrais, nuestro amigo el geólogo ambiental Paco Pereila y yo mismo habíamos hablado de un bosque encantado cuando nos referíamos precisamente a esta montaña que siempre nos pareció mágica por sus frondosos bosques llenos de contorneados quejigos y majestuosos abetos rifeños. No hay un solo día de excursión que no anote en mis diarios de exploraciones todo lo que observo y mi imaginación es capaz de inspirar, pero el sábado no supe como hacerlo ni tampoco quise. Así que solo escribí la fecha, el lugar de excursión y añadí mi sobrino Benito partió hacia puertos desconocidos.
Siguiendo mis imágenes interiores decidí escribir mentalmente una excursión especial en la que sin dejarme llevar por los fatalismos existenciales fuera capaz de disfrutar de la compañía de los recuerdos agradables de familia en el sublime escenario de una singular montaña. Qué mejor lugar para pensar en los que nos preceden en el viaje definitivo, qué mejor lugar para soñar la trascendencia que estando en la compañía de rocas con millones de años y bosques que han sobrevivido a las mayores trasgresiones marinas agrupados en torno y sobre las islas rifeñas de aquel pasado remoto. Además estábamos buscando un grupo particular de macacos alpinos que son unos faunos muy esquivos con pelajes maravillosos que se asoman fugazmente a mirarte a los ojos si eres capaz de encontrar su lugar de residencia habitual. Después de leer su poesía y lamento por el abandono de la naturaleza y el extravío existencial del ser humano pensé que le hubiera gustado que le enseñara este rincón; un pequeño mundo perdido de la mano del hombre en el que conversar íntimamente con la naturaleza y elevar el espíritu.
Al observar los espigados abetos rifeños pensaba en el alto y fibroso cuerpo que había logrado en estos últimos años de dedicación a la actividad física en las instalaciones del Club Natación Caballa. Subiendo hasta la cumbrera, a partir de los 1500 metros una delicada planta empieza a ser abundante, sus hojas son de terciopelo; inspirado por Munford pienso que no hemos inventado nada de lo esencial, pues todo lo bello y sublime ya estaba creado en la naturaleza a la que pertenecemos. El caso es que el suave tacto de la planta me recordó también al espíritu sensible de Benito siempre buscando conciliaciones familiares desde que tengo memoria sobre él. Por eso quiso, junto con su madre, que lo visitáramos para darle un empuje moral y ayudar a su tranquilidad psicológica en esos duros momentos por lo que estaba atravesando su existencia. Jamás olvidaré su gesto ejemplar en relación a la conciliación, en pura línea con la filosofía de Gomá y de tantos otros hombres coherentes y elevados; al menos habrá que intentarlo, su memoria nos obliga.
Creo honradamente que esta delicada y curiosa planta bien podría representarlo y por ello corté unos cuantos brotes que espero me permitan dejar junto a sus restos; quizá las cenizas se contagien de la planta y formen dibujos orgánicos como las arenas que predecían la vida según las observaciones de Thoreau a orillas del lago Walden. Ensimismado en la observación del bosque y sus diferencias desde la base a la cumbre me dejé llevar por Humboldt pero también por Goethe y Thoreau. Estas tres mentes brillantes no concebían el conocimiento sin emoción, por eso Goethe puso en boca de Fausto que no es posible arrebatar la sabiduría a la naturaleza solo con observación, instrumento y experimento; de la misma forma Humboldt reconocía que el gran poeta le había proporcionado nuevos órganos para apreciar la naturaleza en su plenitud más allá de los datos prácticos-científicos; Thoreau decía que “no puede tener una melancolía verdaderamente negra quien vive en medio de la naturaleza” por eso le digo a mi hermana que se acerque al mundo natural para superar el golpe. Con cada paso y pensamiento de la excursión veía posibilidades perdidas de entablar conversaciones con Benito sobre una planta, el vuelo de un ave, los secretos que guardan los corales o la importancia de conocer el clima submarino para entender la poesía del funcionamiento de nuestro litoral. Con este sabor agridulce estuve todas las horas deambulando mentalmente aquí y allá pensando por ratos en mis faunos y sus hábitats favoritos pero siempre con el telón de fondo de mi sobrino cruelmente desaparecido por una despiadada y odiosa enfermedad. Tumores para todos decía Benito en uno de sus poemas mencionado al principio y creo que vislumbraba que esta nueva plaga tiene que ver con nuestro alejamiento de lo salvaje.
El visionario George Perkins Marsh bebió de las fuentes científicas de las obras de Humboldt y se dio perfecta cuenta de los grandes errores del remoto pasado de las antiguas civilizaciones. Su obra Man and Nature fue de una influencia crucial y el origen del moderno pensamiento conservacionista, pero con una visión de los problemas ecológicos basada en la observación de las huellas dejadas por las primeras civilizaciones humanas y una mirada circular de la historia del planeta. A Rachel Carson, un siglo más tarde, no le hicieron más caso por mucho que advirtió sobre la locura del uso descontrolado de venenos en los monocultivos.
Estaba hambriento de conversación con mi sobrino que jamás saciaría y con estas sensaciones y muchas más que ahorro terminó la excursión y con ella mi confusa pero plena experiencia humana; la humanidad duele mucho tanto al científico como al poeta como al árbol o al fauno. Me niego rotundamente a que la última letra que escriba sobre Benito sea esta, así que la inmortalidad científica le está esperando pues su nombre será recordado gracias al vínculo que crearé entre él y un delicada zoófito marino, una flor animada de suaves movimientos que solo se pueden ver bajo el agua del mar y que se alimenta de otros seres animados más pequeños.
Por fortuna, mi gabinete de trabajo y laboratorio entre otras muchas cosas también está bien sobrado de criaturas que debo estudiar y nombrar. Será mi particular decisión que tomaré solo después de entablar conversaciones privadas con Benito a partir de mis recuerdos. Quizá le dedique una magnífica anémona zapadora de los fondos canarios que solo deja ver sus tentáculos sobre el sedimento, la Edwardsia de Benito con la correcta declinación latina o porqué no un interesante y esbelto coral del Mediterráneo oriental que forma unos hábitats de gran interés ecológico en aquella región; la Asterosmilia de Benito quizás sería más apropiada para alguien como él, con corazón de artista romántico y estos siempre han mirado hacia oriente, también podría ser un coral del golfo de Guinea o quizá de los fiordos de Nueva Zelanda, ya veremos. Será un pequeño homenaje a su sentida poesía claramente reivindicativa de un mundo mejor, a su obstinación por la conciliación y a los recuerdos juveniles de un ya maduro naturalista que hace varias décadas llevó al Benito infantil en más de una ocasión en sus hombros desde el Club Natación Caballa hasta nuestra casa del centro de la ciudad.
La selección nacional de Marruecos Sub-17 ha conseguido clasificarse para la fase final de la…
La Navidad en Ceuta ya ha arrancado por todo lo alto con el acto oficial…
El Camoens da la cara ante el filial del Melilla Torreblanca, pero no consigue puntuar…
La Unión África Ceutí no levanta cabeza y son cuatro derrotas consecutivas las que acumula…
Ceuta ha recibido con los brazos abiertos la Navidad. Este sábado se ha llevado a…
El Ceuta B encaraba la jornada 12 de la liga ante el líder Puente Genil…