Mi prensa cofrade

Me sería harto complicado determinar el comienzo de mi amor por las publicaciones de índole cofradiero. Quizás, desde los doce o trece años fue cuando comencé a interesarme más tras leer el famoso libro de mi admirado Antonio Burgos “Folklore de las cofradías de Sevilla” (1972), una obra imprescindible para conocer y entender términos, costumbres y valores de una forma sencilla y amena. Tanto me condicionó la lectura de dicho libro que llevó a sumergirme en la búsqueda de la opinión de los más cualificados escritores, periodistas, investigadores y todo aquel que mediante el uso de la palabra fuera capaz de ilustrar las infinitas variables de la opinión cofrade.
A la vez, la radio jugó un papel importantísimo en aquellos comienzos, donde a pesar de mi lejanía no dejaba pasar ni un solo programa de “Saeta” de COPE Sevilla en el 837 de la AM y que gracias a un magnífico transistor Philips de cinco bandas lograba alcanzar desde Melilla (grabando a la vez ese sonido distorsionado con un cassete Sanyo y que aún conservo en numerosas cintas en mi particular archivo). Programa que comandaban el insustituible Carlos Schlatter y José Manuel del Castillo, ambos ocupando ya las ondas celestiales, pero que marcaron una época con más de cincuenta años de historia y auténtico pilar de muchos de las fórmulas radiofónicas utilizadas en la actualidad. El programa “Saeta” me marcó por su forma única de interpretar la actualidad cofradiera, quedando en mi memoria por ejemplo la sección “Las saetillas” donde los presentadores daban su punto de vista sobre diversos temas de manera clara, sin tapujos y manejando la sapiencia del lenguaje para decir todo aquello que querían de decir sin dejarse nada en el tintero. O ese apartado llamado “Se dice…” donde se intercalaban noticias de la calle, dando pinceladas de aquellos secretos que se cocían en el seno de las hermandades. Mención especial para los versos que remataban los programas y que evocaban como pocos la llegada de la Semana Santa. Dicho modelo de interpretar la radio cofrade sirvió en una de las etapas del programa “Tiempo de Pasión” de COPE Ceuta, donde colaboré desde 1998 hasta 2005.
Pero circunscribiéndonos a la prensa escrita mis más tempranos acercamientos fueron al Diario ABC, donde con poco menos de catorce años me dedicaba a recortar cada uno de los artículos que jalonaban el periódico cada cuaresma y que guardo como oro en paño… así en mi memoria quedan títulos como “Riesgos de figuroneo” publicado por Antonio Burgos en 1989, con ese inigualable “Yo podría escribir ahora…”( pellizco de actualidad con más de dos décadas escritas y que marcaron mi adolescencia y mi crianza). O esos artículos llenos de verdad, donde la ironía y las metáforas adornaban las crónicas de la Semana Santa, como hizo mi también admirado José Joaquín León en aquella columna de un Miércoles Santo de 1990 titulada “Vicios y virtudes”, además de otras muchas columnas firmadas bajo esa columna bautizada como “Campana” y que guardo como acaudalado tesoro en los altillos del almacén del negocio familiar. El disfrute de destapar de vez en cuando esas cajas cerradas durante años me deja desempolvar esa prensa, aquella que me hizo contemplar las hermandades de una forma idealizada, mezcla de la agudeza periodística y de la más delicada literatura, combinación de versos y critica que caló en mi particular forma de concebir la prensa cofrade.
Nombro tan solo al ABC como referencia de la prensa cofrade pues supuso el verdadero cambio en la forma de entender la información, pero no se quedan atrás el sin fin de periódicos de toda Andalucía que han forjado un verdadero subgénero periodístico gracias a la pluma de magníficos investigadores cofrades que han forjado una documentación riquísima para la generaciones venideras (Diario de Sevilla, El Correo de Andalucía, diario “Sur” (Málaga), La Opinión, Málaga hoy… etcétera). Pero mi razón de subrayar la labor del ABC de Sevilla es clara y notoria, pues allá por los finales de la década de los sesenta tuvo un becario llamado Antonio Burgos, que renunció a las crónicas escritas de un año para otro y se alejó de los hastiados tópicos de una prensa triunfalista y narcisista, atreviéndose a relatar las jornadas santas y sus incidencias de una forma distinta, mientras las afamadas plumas disfrutaban de los palcos o de un adelantado verano en la costa. Así, tuvo la osadía de enfrentarse a un modelo de prensa cofrade anquilosada, ayudado por esos tiempos de cambio que se percibían se aventuró al cambio y a darle un giro tanto a la crítica como al estilo a la hora de contar todo aquello que acaecía en las calles y templos. Una forma mucho más dinámica de alcanzar el interés de los lectores y que sigue viva hoy en día gracias a su incombustible don y a tantos que han sabido beber y continuar con el modelo creado por Antonio Burgos.
La opinión y la diversidad de puntos de vista han hecho crecer y alcanzar la mayoría de edad a un subgénero que bien entendido es enriquecedor, testigo de la historia y que va unido de la mano a la madurez social de las hermandades (cada ciudad tiene la prensa cofrade en virtud del grado de incidencia que tengan las hermandades en su día a día y no a la puntualidad de las convocatorias, que se ciñen a un reducido ámbito de forma eventual y con escasísima sustancia).
Son muchas las secciones y programas, pero quizás tanta divulgación han dejado tan sólo un crecimiento cuantitativo pero muy poco cualitativo. Globalización mediática que creció desde mediado de los noventa, cuando muchos intentaron hacer de la opinión un arma, dañando siempre, confundiendo los límites de la vida pública con la privada, desvirtuando y ensuciando la palabra de quien construye con fundamento y manchando a aquellos libres del mezquino deber de llenarse la billetera por la cara.  
En la actualidad podríamos nombrar a muchos que se han preocupado en seguir dándole lustre a los espacios dedicados a las cofradías, tanto en Sevilla como en otros puntos de Andalucía. Así, podría señalar a modo de ejemplo a Enrique Víctor de Mora de Jerez de la Frontera, pregonero del 2001 y que dirige y presenta “Los puntos sobre las íes” en su caso bajo la fórmula de la televisión en Una TV (sí así se llama el programa, un verdadero ejemplo de opinión entorno a una mesa llena de expertos cofrades), a Francisco José López de Paz tanto en ABC bajo el pseudónimo José Cretario como en la dirección del programa “El Llamador” de Canal Sur Radio junto a José Manuel de la Linde y Antonio Cattoni, a Antonio Roche en el diario “Sur” de Málaga y a un largo etcétera.
En el recuerdo quedan las magníficas retransmisiones de los periodistas taurinos malagueños Pepelu Ramos y Enrique Romero, que eran capaces de describir con la misma maestría la dificultad para maniobrar de un trono que los lances a la verónica de Julio Aparicio en la Malagueta. Crisol de comunicadores donde también fueron referente Francis Castell y Andrés Cañadas con “La levantá” en Onda Jerez Radio y que hoy están embarcados en otros proyectos de radio e Internet.
Además de los medios de comunicación no me gustaría pasar por alto las publicaciones bien de carácter anual o mensual de los ochenta y comienzo de los noventa, como fueron y siguen siendo el Boletín de las Cofradías de Sevilla gracias a mi amigo Miguel Martínez, artículos marcados por la rigurosidad y documentación abaladas por firmas de peso (editado desde 1959). O en el caso de Málaga con la interesantísima revista “La saeta” con sus treinta años ya de publicaciones.
En definitiva un elenco de periodistas, comunicadores, investigadores y colaboradores que colmaron mis archivos e influyeron en mi forma de expresión acerca del mundo de las hermandades y cofradías. Tanto en el ámbito local con numerosos artículos en el Faro, como colaboraciones en medios de comunicación como “Pasión en Sevilla” y artículos como “Conciencia Cofrade” o “Recuerdo a José Álvarez Allende”. Bagaje suficiente como para determinar sin titubeos que tipo de trabajos se acercan más a los cánones, siempre sustentado en un formado criterio.