Mi mujer

Hace unos días cuando me encontraba en el casino militar, de Ceuta, situado en pleno centro, junto a la Plaza de los Reyes, un buen amigo me dijo: “Tu sabes que me divorcié hace unos años y después de esta experiencia fallida pues tengo una convivencia con otra mujer que es como la noche al día con respecto a la otra. Tiene la pobre un poco más de manga ancha, paciencia, y sobre todo sobriedad, me permite hacer lo que la otra no me dejaba, tener un poco más de libertad que es lo que cualquier hombre desea cuando da el paso de pasar por la vicaría, ya que tenemos por muchos años la voluntad de estar todavía solteros aunque en los papeles sea otra cosa. Simplifiquemos las cosas diciendo que antes de las fiestas del cordero, mi nueva pareja se desplazó hacia Casablanca (Marruecos), para disfrutar de la presencia de sus familiares que actualmente están es Italia. Se tiró un buen tiempo. Y cuando todo parecía que podía deparar en que se quedara definitivamente en Marruecos o que los familiares le facilitaran la salida y entrada a Italia, se presentó en Ceuta para estar junto a mi.

Pero antes de todo esto tuve un largo calvario de agonías, ya que después de la llamada telefónica que me indicaba que había llegado bien a Casablanca, que no es “moco de pavo” la distancia que hay que recorrer y la cantidad de trasbordos, añadido queda que no hay que fiarse ni un pelo de todos los elementos que tenemos al otro lado de la frontera de nuestro querido y respetado vecino país. Llegó el largo silencio que a ningún mortal deseo y las “comeduras de coco”, que no se lo deseo a nadie y mira que yo creía que no era celoso, que fueron las palabras que al final del relato de dijeron que era. Creo sinceramente que aunque uno no se de la condición que he planteado anteriormente pero ese “come come”, que te viene a tus células grises donde nos viene una reiteración de las cosas que no queremos olvidar conscientemente y que nuestro subconsciente nos ayuda a no olvidar.

Yo pensaba que como los familiares estaban bien situados en Italia podía llegar a un cúmulo de ayudas psicológicas y poderle a ver comido bien la cabeza e ir su próximo destino hacia un lugar que no fuera junto a mí. Por eso creo que lo que te voy a contar pasó y creo que será. Durante varias noches notaba la presencia de alguien en la habitación, mira que yo no soy una persona que me asusto con facilidad, incluso el olor de la colonia era la misma que la de mi nueva amiga, y a mitad de la noche algo o alguien me tocaba a la altura del hombro, siempre el izquierdo, con un pequeño toque como si lo hubieran hecho con la palma de la mano, quedándome perplejo, asustado, pero ante todo con una sensación de rareza ya que yo sabía que en la estancia donde me encontraba ejerciendo la debilidad que tenemos todos los seres humanos de dormir para recobrar fuerzas para el día siguiente poder estar pletórico para disfrutar de un nuevo día, no había nadie, pero seguro en un cien por cien. O por lo menos eso creía yo, y lo certificaba por la tranquilidad, que ejercía en mí, mi forma de ser cotidiana. Pero cuando esto ocurre un día, otro, otro, al cuarto día ya estaba yo muy “mosqueado”. Lo primero que se me vino a la cabeza y no se por qué era que podía ser que mi “niña” estuviera gastándome una broma y que se hubiera escondido por los armarios o por algún lugar de la casa, así que estuve buscando por todos los rincones del lugar, e incluso hablé en voz alta diciendo: “Nena déjate de bromas que ya somos mayorcitos y sal de una vez del escondite”. Pero no fue ese el caso. Allí no había nadie.

Al día siguiente le comenté a un “colega” lo que me había pasado y me dijo que estaba obsesionado con mi nueva mujer y lo que tenía que hacer es dar tiempo al tiempo para que las heridas se fueran cerrando, dando por descontado que ella no volvería a aparecer nunca más en mi casa. Me vino la verdad una pequeña depresión, que quise conmutarla con la bebida, pero lo único que me pasó fue que me hinchara de llorar como un niño chico por la dichosa eventual pérdida de esa mujer que ya la estaba poniendo en los altares y eso que no sabía nada de ella por culpa de una falta de información. Cuantas veces le había dicho que por favor cada “equis” tiempo me pusiera al corriente de lo que sucediera, pero no sabía por que no había tenido en cuenta estas palabras mías. Ella sabía mi número de teléfono, lo tenía en la memoria de su terminal, y también apuntado en la libreta que tenía para a puntar los números más comunes y utilizados por ella. No se me metía en la cabeza que era lo que podía pasa y mira que hoy en día a través de un simple wasap, o una llamadita telefónica, se podría haber terminado mi agonía, mi condena de tener ese pesar en mi corazón. A los dos días cuando todavía estaba durmiendo se presentó mi “niña” en la casa en silencio entró en mis sábanas y fue la alegría más grande que tuve en muchísimos años. Lo único que se es me que dijo una palabra que hacía muchísimos años que no escuchaba: “Te quiero muchísimo tonto, no te dejaría a ti ni por todo el oro del mundo”. Aún hoy no creo darle forma a lo ocurrido en una larga semanita que para mí se queda. Pero creo que algo o alguien podía estar avisándome que no me preocupara tanto de la falta en mi casa de lo que actualmente quiero más en mi vida. Tú que opinas de lo que te he narrado José”. La verdad que es una historia llena de todo lo que me gusta a mí dramatismo, amor, angustias, suspense y lógica mucha lógica. Y lo único que te puedo decir es que tú mismo te has dado la respuesta. Tu subconsciente te estaba avisando de lo que podía haber ocurrido y ocurrió. Esa espera desesperante que deparó en una felicidad tanto mental como carnal. Felicidades y cuida lo que tienes que no es mucho pero es lo que la vida te ha dado.

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