En toda historia hay siempre una segunda versión, y en el caso del accidente sufrido hace una semana por un agente de la Policía Local esa segunda versión la representa el menor Fahd A.A., que desde esta semana está interno en régimen semiabierto en el centro Punta Blanca. Sobre la mesa el expediente del menor rompe con el estereotipo del típico delincuente que chulea a las fuerzas de seguridad. A este joven de 17 años no le constan antecedentes de ningún tipo y sus evaluaciones correspondientes con el curso que sigue en el Instituto Almina (4º ESO) arrastran varios notables. Forma parte además de una familia estructurada y tiene a sus espaldas un examen psicosocial favorable. Eso sin contar su faceta deportiva, bien conocida por sus compañeros del Ramón y Cajal. ¿Qué es lo que ha pasado para que ahora aparezca como el típico ruina que puede enfrentarse a un delito de atentado a la autoridad con resultado de lesiones, otro contra la seguridad vial y un último de denuncia falsa?
La familia reclama que su versión también sea escuchada, precisamente para que esa imagen narrada entre interrogantes no sea la extendida ni en la ciudad ni entre la judicatura. “Mi hijo se ha equivocado, pero no es un delincuente”, narra afectada su madre, que ayer se entrevistó con este medio. “Está arrepentido, pero ha cometido un error, un fallo”, añade. La familia mantiene que ese error del menor ha estado en escaparse de la Policía, pero matiza el porqué de su actuación. “Tuvo miedo”. Una reacción lógica: miedo, primero -dicen- porque la Policía le denunciara por llevar a una chica de paquete sin casco y finalmente su madre se enterara de que ese día no había acudido al instituto. Miedo, después, tras la persecución, por la actuación policial. Por eso, asegura su madre, escapó. Eso sí, la familia asegura que el menor no dio patada alguna al agente y dan otra versión de los hechos. “Mi hijo me ha dicho que el policía le seguía en la moto y que iba a agarrar a la chica que iba detrás, que no pudo y se cayó”, indican, añadiendo que abandonó el lugar viendo al agente en el suelo pero desconociendo la gravedad de lo que había ocurrido. Según les ha comunicado el menor, el policía local llevaba el casco colgando del brazo y no en la cabeza. No obstante, en el plano de los reconocimientos, aseguran que Fahd “está arrepentido”, pero aseguran que no atentó contra el agente.
La madre del menor asegura además que su hijo acudió voluntariamente a la Jefatura Superior, reconociendo lo que había ocurrido; un paso que ha sido clave para poder resolver el caso ya que la Policía Local no disponía de la matrícula de la moto ni sabía siquiera el color, con lo que hubiera sido complicado, o al menos más tardía, la localización del vehículo. “Se ha contado la verdad, no se ha ocultado; si lo hubiera hecho igual no se habría sabido quién era esa persona”, aclaran. “Un fallo lo tiene cualquiera”, avanza la madre, que pide que su hijo no se convierta en un cabeza de turco en esta historia.
Los compañeros de clase de Fahd han escrito una carta de apoyo al menor que han remitido al centro Punta Blanca. “Todos le apoyan, para ellos es el número uno”, advierte la hermana del menor que insiste en el futuro por el que trabajaba el chico. “Quiere estudiar, lo tiene claro, y ahí están sus notas”, explica, mostrando la ristra de notables obtenidos en la última de las evaluaciones.
La familia reconoce el error cometido por el menor pero pide que no se le criminalice torciendo un futuro. En Punta Blanca el menor sigue con sus estudios. Ayer, de hecho, fue trasladado al Almina para realizar un examen. “Él nos va a demostrar cómo es, esto ha sido una equivocación”.