“Mi corazón está dividido entre la Legión y los Regulares”

Enrique Sánchez Murcia nació en Sabadell (Barcelona) el 7 de Febrero de 1.959. Está casado y tiene cuatro hijos, tres chicas y un chico. Además es también abuelo de tres vivaces chavales. Su vida ha estado siempre ligada a los fogones y al Ejército. En la actualidad es el cocinero del Cuartel General de la Comandancia General de Ceuta.
- ¿Desde qué año está usted relacionado con el Ejército?
Desde el año 1.982 mi vida está unida al Ejército. Trabajé como cocinero 7 años en el Club de suboficiales “Infanta Elena” de Ceuta y otros 20 años más entre  el círculo de Suboficiales y la Comandancia General. Han sido varias décadas cocinando para los militares y de alguna manera han marcado mi espíritu de servicio a los demás.
- ¿Cómo y cuando llegó usted a trabajar en el “Casinillo de la Legión” y en la Comandancia?
Cuando cerraron para su reestructuración la residencia “Virgen de África”, allá en el año 1998, el teniente Vallejo que había estado de Director en esa residencia y se encontraba entonces como Jefe de Gobernación en la Comandancia  me llevó a mí como cocinero y a otros dos compañeros como camareros a trabajar en el Cuartel General de la Comandancia, en este singular edificio blanco de la plaza de África de nuestra ciudad. Y aquí sigo, con las mismas ganas de cocinar que el primer día y con la gran ventaja de acumular una gran experiencia a la hora de confeccionar la comida.
Por otro lado, y compaginando con mi labor de cocinero en la Comandancia, tuve la oportunidad en el año 2004 de aceptar del entonces Jefe del Estado Mayor de esta Comandancia el trabajo de cooperador y gestor en la dirección del  “casinillo de la Legión”,  cargo que dejé al finalizar este pasado año 2011.
- ¿Cómo es el trato diario en su profesión con militares?
Siempre ha sido correcto y agradable. Nunca he considerado a los militares superiores como tales, sino como compañeros y colaboradores, y hemos sabido estar en cada momento cada uno en su sitio. El respeto y la consideración mutuos han sido la clave en el buen trato diario con ellos.
- ¿Cuál es el plato estrella que todo el mundo le pide, el más solicitado en el Casinillo?
La verdad es que hay bastantes, pero si tuviera que destacar algunos de ellos, yo diría el conejo con langostinos, el arroz caldoso con bogavante, el solomillo al café de París, el pescado entero al horno –da  igual que sea de medio kilo o de 30 kilos, pero entero-, la crema catalana casera, el mousse de turrón con crema inglesa, etc. Podría continuar enumerando pero me quedo con esos. Son sin duda los que me salen mejor y los que todos me piden.
- Son muchos años conociendo a bastantes militares en Ceuta, ¿recuerda alguna anécdota con alguno, o a alguno de ellos en especial?
En tantos años es cierto que hay varias de ellas. Una de las más significativas fue cuando nos llevaron de maniobras a Chinchilla (Albacete) en el año 2000, donde se encontraban adiestrándose unidades de la Comandancia, para “montar” una copa de vino a Su Majestad el Rey y demás militares porque venía a visitar a las unidades en el campo. Pero como consecuencia del mal tiempo atmosférico el Rey se adelantó una hora sobre lo previsto y no se puede imaginar lo que  tuvimos que acelerar, entre nervios y sudores, mi equipo y yo para que todo estuviera montado y bien montado. Corrimos como jabatos, todavía tiemblo de pensarlo.
Otra de ellas fue durante otras maniobras de la Comandancia en el año 2004, en esta ocasión en Almería,  para organizar una “pinchitada”, porque así me lo ordenaron, al Príncipe Felipe. Tuvimos que llevarnos las especies morunas, la carne para los pinchitos, el té y la hierba buena desde Ceuta. Pero, al final, todo salió bien y en el recuerdo queda la anécdota.
Y la última que cuento fue, estando el Coronel Pontijas de Jefe del Estado Mayor de la Comandancia, y teniendo que organizar una celebración en la Hípica Militar solamente para 30 personas, se decidió, ya que hacía bastante frío por la amplitud del salón y los pocos comensales presentes, cambiar el asentamiento al salón del Trono de la Comandancia. Como comprenderá  tuvimos que desmontar todo y volver a montarlo en dos horas escasas, llevando el material en nuestros propios coches y con camiones que nos puso el Coronel.
- Aunque no sea militar, ¿se siente parte de esta gran familia militar?
Tengo mi corazón dividido en dos partes, ambas en esta gran familia que son las Fuerzas Armadas. Un trozo pertenece a Regulares, del que soy Regular de Honor y el otro pertenece a la Legión, con quien tuve el orgullo de  llevar el Guión de la Hermandad de la Legión, a la cual pertenezco, durante el acto del Encuentro de las Hermandades nacionales de la Legión celebrado el pasado año. Sí que me siento parte de la familia militar, para contestar a la pregunta.
- ¿Cómo le gustaría que le recordaran cuando, una vez retirado, deje de servir y de cocinar?
Como una buena persona, con agrado y respeto y que se acuerden no solo de mí sino también de mis platos que con tanto cariño he confeccionado para ellos. Con esto me basta.
- ¿Cuáles son los mayores cambios que ha notado en el Ejército desde que está vinculado a éste y como los valora?
La transformación que he notado en la forma de relacionarse mandos, tropa y civiles ha sido muy favorable,  principalmente motivada, creo, con la llegada del Ejercito profesional. También se siente como algo muy positivo la entrada de la mujer en las Fuerzas Armadas. El Ejército debe cambiar al ritmo de la sociedad a la que sirve.
- Para concluir, nos gustaría que nos expresase aquello que considere más importante y que no debe quedarse en el tintero.
Pues, ahondando en el tema, creo que las Fuerzas Armadas han dejado de ser una institución cerrada para el resto de la sociedad. Han sabido abrir sus puertas a toda la población civil, a ser más conocidos que antaño, y eso es digno de mencionar.