Aprovechando la notable ligereza de la cartelera veraniega y que todavía anda en cartel, no he querido que se me escapara la posibilidad de comentar esta cinta mestiza de géneros que ha dado mucho que hablar y que ha sorprendido para bien a tanta gente. A pesar del aplauso generalizado me he resistido hasta ahora porque, como bien sabrá el lector habitual, el género de terror me suele provocar infinita pereza a la hora de su visionado, pero algunas recomendaciones directas de cinéfilos que respeto añadida a todo lo leído me han llevado a darle una oportunidad.
Déjame salir (Get Out en su versión original) es el prometedor debut en la realización de su director y guionista, el popular cómico estadounidense Jordan Peele. Nos plantea aderezando con algún que otro toque de humor a una pareja interracial (negro él, blanca ella) que deciden ir de visita de fin de semana al campo a conocer a los padres de ella, bebiendo claramente de la magnífica Adivina quién viene a cenar esta noche de Stanley Kramer. Al principio es todo correcto aunque los personajes se anden con pies de plomo, pero luego el giro que viene vaticinando la música inquietante (efectiva pero no efectista) es total, y los acontecimientos transforman la mirada del choque blanco/negro tan protagonista en Estados Unidos en un thriller de terror psicológico de corte clasicista (se le viene a uno a la cabeza y salvando distancias películas como El resplandor…) sin efectos especiales ni necesidad de ellos.
La tensión que logra la intrigante propuesta es sorprendente, acostumbrado uno al cine de género desarrollado con el piloto automático, y hace esta frescura de cineasta novato con ideas, entusiasmo y ausencia de complejos que se entienda el aplauso generalizado. Así las cosas, no siempre resulta negativo el dejarse “aborregar” y debo reconocer con gusto que el instinto me ha fallado y las recomendaciones me han empujado a no perderme una cinta agradable de ver con elementos interesantes y variados y que recomiendo especialmente en estas épocas en la que el entretenimiento puro encaja como anillo al dedo. Eso sí, también quiero dejar claro que no es necesario volvernos locos en el halago, porque siendo cierto que la experiencia merece la pena, algunos momentos de solemne tontería y un final entregado al despiporre mental y a la comedia bestia más de lo debido restan seriedad al proyecto en su conjunto y hace que tengamos que hablar del típico metraje “que va de más a menos”. Con todo, el minutaje justo y necesario no permite que lleguemos a resoplar y no llega a deslucir como para evitar que estemos pendientes de la evolución de este ecléctico director que va a dar más motivo para la reflexión sin lugar a dudas. Después de esta película y por burda y obvia que fuera la escena, es muy posible que no vuelvan a tomar té en taza de porcelana de la misma manera…
Puntuación: 6