El Mesón de Pepe dice adiós para siempre

Esta mañana hemos dicho adiós en Ceuta al mesón de Pepe Salas, conocido por todos por su especial dedicación y cariño a su establecimiento y clientes durante 26 años.

Pepe dice adiós a su rincón, el Mesón de Pepe ubicado en el Ceuta Center, con motivo de su jubilación y ahí hemos estado para acompañarlo en su despedida. El Mesón de Pepe nació con Pepe y morirá con Pepe, aunque gracias a su venta, las puertas del local volverán a abrirse con distintos dueños.

Pepe tiene 63 años, dos hijas, tres nietos y disfrutará con todos ellos y junto a su mujer Carmen Camúñez todo el tiempo de descanso que le brinda la jubilación.

Según Pepe, ganarse el cariño de los clientes no habría sido posible sin la intensidad que lo caracteriza y con mucho amor hacia la gente, “porque a la gente hay que valorarla mucho y quererla”, y eso es lo que ha hecho Pepe.

El ceutí trabajó durante 24 años en un bazar, pero debido a su cierre en 1998, este buen hombre quedó en paro y fue cuando decidió abrir el conocido Mesón de Pepe a los tres meses de su desempleo con la ayuda de su familia. “La hostelería era algo que me gustaba mucho”, añade.

Pepe asegura que los 26 años que ha conseguido mantener su negocio han estado “llenos de alegría”.

Ahora, dice adiós a su pequeño local, pero las puertas se volverán a abrir. “Se quedarán unos chavales con el establecimiento y van a seguir con la misma historia y los mismos artículos. Yo les estoy pasando la lista de proveedores y ellos vendrán con cositas nueva, lógico, porque es gente joven y emprendedora y les deseo la mayor suerte del mundo”, dice Pepe.

En cuanto a las anécdotas acumuladas a lo largo de estos años han sido muchas, pero hay una en especial que tocaba el corazón de este simpático hostelero. “Es muy graciosa porque cuando ya cerrábamos el negocio yo echaba la persiana abajo y esto era un cachondeo. Los clientes se ponían los gorros, desfilaban y nos lo pasábamos muy bien, ya no era un negocio era una fiesta de amigos”.

El Mesón de Pepe no era un establecimiento común, tanto él como su mujer han afirmado que era “un bar familiar”.

Relata Pepe que, cuando algún cliente estaba enfermo se preocupaban por su salud, si venían de fuera se interesaban de su procedencia y les gustaba conocer las historias de la gente. Es por esto que Pepe se hacía con el afecto de los que eran más que clientes.

El mesón fue visitado por los actores de la serie El Príncipe cuando la ciudad fue escenario de esta producción audiovisual, también lo ha sido por “periodistas reconocidos de Madrid dedicados al ámbito deportivo, periodistas del programa ‘El Larguero’, para ser exactos y también por personalidades de la embajada de Marruecos”.

Con el anunciado cierre del Mesón de Pepe, los clientes acudieron al local para llevarse un recuerdo del mismo. Las gorras, gorros y cascos que decoran el lugar, así como las distintas chapas y otros objetos fueron tomados por los clientes como “souvenir” de este apreciado lugar.

Además de esta acción, sus clientes también lo homenajearon con una despedida que, según explica Pepe, se ha quedado grabada en la retina de sus ojos.

“Fue muy bonita, muy entrañable. La gente nos daba besos y nos pedía que no nos fuéramos y eso, pues lo tengo en mi corazón”, concluye Pepe.

Fuera de cámara, Pepe nos ha contado cómo sus nietos le pedían que no vendiera el negocio y que lo guardara para cuando ellos pudieran trabajar, pues dos tienen 11 años y otro nueve, sería difícil hacerse cargo del mesón ahora.

Las paredes del mesón están decoradas con regalos de clientes. Las fotos de la ciudad fueron una donación de su hermano en la apertura del negocio, las gorras son también obsequios de clientes, así como las chapas y otros objetos que caracterizaban el lugar.

A Pepe se le erizó la piel hablando de sus clientes, un hecho del que fuimos testigos. La pasión y devoción con la que habla de ellos brinda un halo de esperanza que devuelve la creencia en la entrega incondicional en el trabajo, haciendo de un oficio un hogar, una familia.

Será difícil no echar de menos a este agradable hombre y, quien ocupe su lugar, deberá ponerse las pilas para que los clientes fieles sigan sintiendo la esencia de Pepe en su ausencia.