Ayer conocí la colonia que gestiona Agrevice en el Polígono. Salí igual que entré, sin picaduras de pulgas ni enfermedades raras de las que dar parte a Sanidad. Bueno no, miento. Salí con admiración por las personas que entregan su tiempo libre a cuidar de gatos cuyo único futuro sería la muerte, personas que cogen entre sus brazos a los adultos y chiquitines de los que se saben sus nombres y sus historias. Eso es lo único que pude encontrar en esta colonia: amor por los animales, mucha dedicación y entrega por quienes no pueden defenderse.
Siempre lo he dicho, la Ciudad tiene la suerte de disponer de gran cantidad de gatunos y gatunas que en esta tierra se están echando a las espaldas un trabajo que no les compete pero que lo hacen por cariño, porque sufren por los animales.
Aquí hay personas, muchas, que no pueden mirar hacia otro lado cuando ven un gato abandonado en la calle y en peligro; hay personas que dedican su tiempo libre a una labor que les llena, que les da satisfacción aunque tengan que enfrentarse a la incomprensión de algunos y a las decisiones incongruentes que toman las instancias oficiales.
A la colonia del Polígono la culparon del origen de las pulgas que afectaron al centro del mayor. Es lo fácil. Además creo que hay un interés en culpar a estos lugares porque así matan dos pájaros de un tiro a base de mentiras. En aquel comunicado que difundió la Delegación del Gobierno se mintió al asegurarse a la ligera que las pulgas procedían de este lugar sin haber siquiera entrado para comprobar si realmente los gatos eran los causantes.
Mintió la Delegación y de aquello partió el trámite llevado a cabo por Sanidad para, usando aquella excusa, justificar su idea de retirar la colonia de este lugar, dejando a su suerte a los casi 60 gatos que hoy por hoy están aquí acogidos.
Ordenar la retirada de las casetas, de los comederos y de los techos supone la muerte para adultos y pequeños que están ocupando unas instalaciones limpias, en donde los voluntarios se esmeran precisamente para eso, para no tener problemas con nadie y responsabilizarse de un lugar que cumple las mínimas condiciones higiénicas.
Si ese mismo esmero que ponen las administraciones en cuestionar los centros de acogida lo pondrían en investigar los casos de maltrato animal que se dan en Ceuta o el poco rigor que se tiene en las campañas de esterilización otro gallo nos cantaría.
Pero quizá lo que interese es que cante este, quizá interese que se ponga a la opinión pública en contra de centros cuidados como el de Agrevice para forzar a su retirada. ¿Pero dan alguna solución?, ¿por qué no son más claros y dicen qué pasará con los casi 60 felinos ahora protegidos si desmantelan el centro que les sirve de acogida?
Lo que sucede en este pueblo es que hay demasiado silencio y miedo a denunciar las dejaciones en las que incurren las administraciones responsables del bienestar animal. En Ceuta es un escándalo lo que pasa y lo que todos, con nuestro silencio, permitimos.