El presidente del Gobierno, haciendo uso de la prerrogativa constitucional de disolución de las Cortes Generales, decidió convocar elecciones generales para el 23 de julio de 2023. El clima político era irrespirable. La campaña mediática de la derecha y la extrema derecha se hacía cada vez más insoportable. No solo a nivel nacional. También en el municipio más pequeño de España las mentiras y las difamaciones se habían convertido en marca de la casa de los partidos de derechas. Dos meses después, el panorama político comienza a despejarse. Feijóo no ha sido investido presidente del gobierno. La estrategia de Pedro Sánchez ha funcionado, de momento.
De todas las ventajas e inconvenientes de la convocatoria electoral, sobresalía una ventaja muy importante. Hizo coincidir el análisis de los fallos y aciertos tenidos en las elecciones municipales y autonómicas, con el diseño de la campaña electoral, lo cual era de gran valor desde el punto de vista del marketing electoral. Algo importante fue constatar que pese al notable incremento de poder territorial de la derecha y la extrema derecha, en porcentaje de votos, el Partido Popular solo obtuvo una ventaja de apenas 3,5 puntos respecto al Partido Socialista.
Pero también hubo otras ventajas. Se ponía a la derecha sobre su propio espejo, para constatar que en este momento no es nada sin la extrema derecha. Esa que niega el cambio climático, que es xenófoba y racista, que odia la igualdad de las mujeres o de los homosexuales, que niega la violencia de género, que añora la dictadura franquista, que aspira a quitarles poder a las Comunidades Autónomas y que se declara antieuropea. Evidentemente, esta ventaja nos llevaba a una tercera. Tenían que hacer de la mentira su marca de la casa, porque si no mentían no podían convencer a la ciudadanía de que ellos no habían votado contra todo aquello que había traído mayor prosperidad e igualdad. Subida de las pensiones. Subida del Salario Mínimo. Leyes de igualdad. Dignificación de la contratación laboral hasta conseguir que más de la mitad de los contratos que se firman hoy sean fijos.
En un artículo anterior, daba algunas claves del marketing electoral. Una era que “La gente vota por expectativas”. Es decir, las elecciones son sobre el futuro. Otra, que “el ciudadano es el que decide. Es el protagonista y espera que hables de él, de su vida y de sus problemas”. Esto significa que las elecciones son sobre la gente, no sobre los partidos, ni sobre las virtudes de los candidatos. Es decir, hay que considerar que el votante vota más por su expectativa de futuro que por el “agradecimiento a lo realizado”. Pese a los espectaculares resultados, respecto a que el paro había bajado en el mes de mayo a 2,7 millones de personas y las afiliaciones a la Seguridad Social habían llegado a 20,8 millones, los ciudadanos votaron lo que votaron. Sin embargo, cuando se ha hablado de futuro, de diálogo, de concordia y de lo que estaba llegando tras los pactos de la derecha y la extrema derecha, la ciudadanía ha decidido que no se puede seguir de esta forma.
El debate de investidura fallido del candidato de la derecha, el Sr. Feijóo, ha servido para corroborar lo que hemos dicho y para que la ciudadanía comprenda por qué su decisión de no darle la mayoría absoluta en las pasadas elecciones era correcta. Ha quedado constancia de que al Partido Popular de ahora sólo lo apoya la extrema derecha. También ha quedado claro que el Sr. Feijóo es un mentiroso compulsivo. Aseguró, sin pudor, que hay medio millón de pobres más en España desde la llegada de Sánchez a la Moncloa. Sin embargo, en la actualidad hay 209.000 personas menos en situación de pobreza que en 2019. También se comprometió a subir el Salario Mínimo Interprofesional hasta el 60% de la renta media. Sin embargo, cuando hizo esto el gobierno de coalición de Pedro Sánchez, el PP votó en contra de estas subidas. Por último, afirmó que España está a la cola en recuperación del PIB pre pandemia. Sin embargo, en la actualidad España supera ya en un 2% el nivel previo a la pandemia. Y lo del paro ha sido para nota. España no ha creado empleo y bajado el desempleo. Solo se han maquillado las estadísticas. Evidentemente, así no se puede ser presidente de un gobierno.
Días atrás se celebraba un pleno ordinario en el Ayuntamiento de mi pueblo. Se hizo antes de que conociéramos el resultado del segundo intento de investidura del Sr. Feijóo. Allí se aprobó una moción presentada por el Grupo Socialista que se encabezaba con partes del Preámbulo de la Constitución Española: “Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución…Consolidar un Estado de Derecho…Proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones”; y se terminaba con una propuesta de acuerdo: Se insta al nuevo Gobierno de España a continuar haciendo del diálogo, dentro del marco constitucional, la herramienta para mejorar la convivencia entre catalanes y de estos con el resto de España. Hubo prácticamente unanimidad.
No sé si Pedro Sánchez conseguirá formar gobierno o habrá repetición electoral. Yo tengo esperanza en que se forme otro gobierno progresista de coalición. También tenía Mario Benedetti esperanza al escribir esta frase: “…Cómo voy a creer, dijo el fulano, que el mundo se quedó sin utopías, cómo voy a creer que la esperanza es un olvido o que el placer una tristeza…”.
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