La Congregación de Mena y La Legión son indisociables. Es impensable la presencia de la una sin la otra. Igual que nadie entendería París sin la torre “Eiffel”, Barcelona sin la Sagrada Familia, el mar sin peces o un pintor sin pinceles. Mena sin La Legión o La Legión sin Mena formarían un cuerpo mutilado de raíz, una sinfonía inacabada, una cabeza sin cerebro. Después de ochenta y dos años de unión, los lazos entre ambas instituciones son más que sólidos; se han convertido en una ramificación imposible de cortar. Para los congregantes la presencia de los “legionarios” es apreciada y querida. Y los legionarios llevan muy hondo su amor y devoción por el “Cristo de la Buena Muerte”. Sienten como una parte de su cuerpo la imagen de su “Protector”.
La llegada en 1924 al cargo de Hermano Mayor del comerciante de tejidos D. Félix Sáenz Calvo va a proporcionar a la “Congregación de Mena” una oportunidad incomparable de proyectar su imagen en los círculos más selectos de la política, de la nobleza, de la milicia e incluso de la España de la época. En efecto, la figura de Félix Sáenz abría muchas puertas en la España de mediados de los años veinte.
Fruto de esta vinculación será la primera de una serie de presencias de señeras personalidades en los actos de culto en la procesión y en la propia capilla de la Congregación de Mena que se suceden entre 1925 y 1930. De todo ello daremos la oportuna información en estas colaboraciones (3), que considero muy interesantes.
No obstante, me voy a permitir la licencia de informar de forma general y muy breve, lo que representa la “Congregación de Mena”.
La desaparición casi completa del archivo de la Congregación de Mena en los sucesos de mayo de 1931, hacen difícil reconstruir documentalmente los primeros contactos institucionales entre ambas entidades (Mena-La Legión). Pero la bibliografía y la prensa disponible nos hablan que las relaciones espontáneas y personales de años anteriores, tanto a nivel de simples oficiales como de las más altas instancias habían dado sus frutos. Para mediados de 1928 se puede afirmar con seguridad que los mandos de La Legión se sienten identificados con lo que representa devocional y popularmente el “Cristo de Mena”. “Es el momento de hacer oficial lo que el corazón y el sentimiento ha vinculado”.
No obstante, me voy a permitir la licencia, antes de entrar en materia sobre la “Vinculación Mena-La Legión”, exponer una muy breve exposición sobre la situación que rodea a Mena y sus instituciones malagueñas.
La Iglesia de Santo Domingo de Guzman de Málaga, popularmente conocida como el Convento de Santo Domingo, es un templo que data del siglo XV, edificado tras las conquistas cristianas y originalmente situado a extramuros de la ciudad medieval. Grabado, S. XIX Convento de Santo Domingo
La Iglesia que hoy se contempla, situada en la margen derecha del río Guadalmedina, es el resultado de una larga historia, desgraciada en muchas ocasiones, y que comenzó en 1489 con la entrega a la Orden dominicana, a instancias de los Reyes Católicos, en unos terrenos en la zona alta del barrio de El Perchel.
Allí se construyó el Convento, agrandándose la ermita en 1495. Pronto el espacio quedó pequeño y a principios del siglo XVI se amplía, convirtiéndose la Ermina en una Iglesia de tres naves de estilo “gótico-mudéjar”.
A lo largo del siglo XVII, la Iglesia alcanzó su máximo esplendor, cuando Fray Alonso de Santo Tomás engrandeció y embelleció el convento. Fray Alonso que fue Obispo de Málaga.
Hubo nuevas inundaciones en 1907, pero el hecho más importante durante el siglo XX fue su práctica destrucción en 1931 a causa de un incendia provocado por los movimientos anticlericales. No obstante posteriormente fue restaurada. Mostramos un grabado bastante fidedigno, a principios del siglo XIX, del Convento de Santo Domingo, y la singular capilla de la Soledad.
Pedro de Mena (Granada .628 – Málaga 1688), es uno de los más afamados escultores del barroco español, que se dedicó principalmente a la realización de imaginería religiosa; oficio al que también se había dedicado su padre, Alonso de Mena, y del quien heredó un taller en Granada. Además, tuvo otro taller instalado durante treinta años en Málaga, donde se había dirigido para participar en unas de sus obras más conocidas “la sillería del Coro de la Catedral de Málaga”. En esta ciudad ejecutó gran cantidad de encargos, especialmente para órdenes religiosas.
Sus obras son innumerables, lo que me impide señalar, puesto que ello llevaría muchas páginas.
Este “Cristo de la Buena Muerte” de Mena, es el único crucificado de tamaño natural que se sabe por dicho escultor.
Su momento que podíamos denominar de decadencia en su arte, comenzó a partir de su grave enfermedad de 1679 y concluyó con la muerte del artista en 1688.
En la Semana Santa de 1.883 decidieron procesionar al “Cristo de Mena” por las calles de Málaga. La lluvia impidió que saliera procesión alguna hasta la misma tarde del Viernes Santo. Su salida se llevó a cabo el Viernes Santo de 1883.
La Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad había sido fundada a mediados del siglo XVI al amparo del entonces Convento de Santo Domingo. La orden dominicana no tardó en ceder los terrenos necesarios para que se levantase capilla y panteón propios (1579).
De su solemne y severa procesión de LA SOLEDAD: Viernes Santo, a la que asistía el Ayuntamiento; dirá el historiador Medina Conde que era “el simulacro de la mayor veneración del pueblo”. De la pujanza de la Hermandad en la época moderna nos hablan, tanto la pertenencia a la misma de la nobleza local, la creación bajo su tutela de la Hermandad de Arcabuceros, así como la obtención a partir de 1756, de la “Misa de Privilegio” a celebrar cada Sábado Santo por la mostrada intercesión de su Sagrada Titular en el salvamento de la tripulación de una fragata de la Armada Española. Durante todo el siglo XIX quedan demostrados, tanto la pujanza y continuidad en los cultos y procesiones.
Mucho más reciente y humilde en sus orígenes 1862. Hito decisivo sería el descubrimiento primero, y la permuta después de su originario crucificado titular, por el incomparable Cristo atribuido a Pedro de Mena, procesionándose por primera vez en 1883. Sin embargo, este empuje cofradiero resultó flor de un día. Quedó, no obstante, un legado y un enigma histórico-lingüístico, acuñándose el término “menoso” Cristo de la Buena Muerte: Pedro de Mena. Ninguna de las dos Cofradías, ni la del Cristo de la Buena Muerte y Ánimas, ni la antiquísima de la Virgen de la Soledad, ambas con sede en Santo Domingo, pasaban por su mejor momento en 1915. Se hacía necesaria una FUSIÓN.
Hito fundamental lo constituiría el descubrimiento de la talla de un “Crucificado” obra de Pedro de Mena, siendo crucial la intervención del padre jesuita D. Juan Moga, quien confirmó esta atribución. La imagen se hallaba en la parte alta del retablo de madera del altar mayor de la Iglesia de Santo Domingo, donde apenas se la veía. Fue restaurada a principios de 1883, siguiendo las directrices de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, por el profesor D. Antonio Gutiérrez de León, ya que le faltaban algunas partes de los dedos de las manos y tenía bastante suciedad.
Dada la valía del descubrimiento, los hermanos de la Buena Muerte decidieron con buen criterio cambiar su imagen titular, que pasó al retablo del altar mayor, por la obra de Mena.
El 16 de junio de 1915 las dos hermandades celebran sendos Cabildos Generales por separado. Pocos meses más tarde, el 22 de agosto del mismo año se constituía en Santo Domingo de forma especial la “REAL Y PONTIFICIA CONGREGACIÓN DE CULTO Y PROCESIÓN DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LA BUENA MUERTE Y NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD”, aprobándose los primeros Estatutos de la misma que redactó su primer Secretario General D. José María Revello Cázar, y siendo elegido por aclamación primer Hermano Mayor D. Ricardo Gross Orueta.
Los años que siguieron a esta trascendental decisión se caracterizaron por un inusitado auge. Se va a dar continuidad todos los años a la procesión, se van a confeccionar nuevos tronos y se va a crear un valioso conjunto de enseres y túnicas de terciopelo bordadas. En 1916 se estrena el trono de Palma García para el Cristo; al año siguiente, el de D. Antonio Prini para la Virgen.
Buena parte de la burguesía malagueña se integran en la Congregación de Mena. Así, junto a los Marqueses de Larios aparecen figuras emblemáticas en aquellos años, como el constructor y futuro presidente de la Agrupación de Cofradías D. Antonio Baena Gómez y D. Félix Sáenz Calvo que sucederá a D. Ricardo Gross como Hermano Mayor a partir de 1924.
Otros de los hitos importantes en la Semana Santa de Málaga, fue la citada “Agrupación de Cofradías”.
Hay que destacar que en el año 1921 se crea “La Agrupación de Cofradías de Semana Santa”, que fue aprobada por la autoridad eclesiástica, siendo promulgados sus primeros Estatutos.
El 21 de enero del Año del Señor de 1921, en la intimidad de una sacristía, en el antiguo convento de la Orden de la Merced de Málaga, cerca de la desaparecida Iglesia del antiguo convento de la Real, Celeste y Militar Orden de Nuestra Señora de la Merced de esta ciudad de Málaga. Convocada por el Hermano Mayor de la “Sangre” D. Antonio Baena Gómez, en la que estuvieron presentes catorce Corporaciones: (Pollinica, Huerto, Azotes y Columna, Exaltación, Sangre…….hasta el número de cofradías indicado), y, poniéndose bajo la protección de la excelsa Patrona, “Santa María de la Victoria”.
Esta entidad entre otras actividades trazó las normas por las que se debían regir las procesiones para conseguir una suntuosidad y un protagonismo propio. Su primer presidente fue el propio D. Antonio Baena Gómez, hermano Mayor de la Archicofradía de “La Sangre”.
La Agrupación de Cofradías de Semana Santa fue aprobada por la autoridad eclesiástica en el citado año 1921, siendo promulgados sus primeros Estatutos bajo el pontificado del Excmo. Sr. Y Rvdmo. Sr. Obispo de Málaga, San Manuel González García. Siendo su primer Presidente D. Antonio Baena Gómez.
Finalizada la introducción, y los antecedentes históricos previos, nos adentramos en lo que realmente dice el título de cabecera: “La vinculación entrañable de “MENA Y LA LEGIÓN”.
Como indicamos al principio, con la llegada en 1924 del Sr. Sáenz Calvo, será la primera de una serie de presencias de señeras personalidades a los actos de culto en la procesión y en la propia capilla de la Congregación de Mena que se suceden entre 1925 y 1930. En efecto, el 8 de abril de 1925 llegaron a Málaga por la mañana a través del puerto el propio Presidente del Gobierno, D. Miguel Primo de Rivera, acompañado del prestigioso general D. José Sanjurjo Sacanell, Jefe del Ejército de África y del entonces joven coronel D. Francisco Franco, que había contribuido decisivamente en la fundación y organización de La Legión.
Tras recorrer el centro de la ciudad y visitar la Catedral, les fue ofrecido a medio día u banquete por parte de la Congregación, en la que asistieron todas las autoridades.
Ya en la tarde noche del Jueves Santo, los distinguidos visitantes presidieron el cortejo procesional del Santísimo “Cristo de la Buena Muerte” por las calles de la ciudad en unión del entonces obispo de la Diócesis, hoy ya beato D. Manuel González García y del presidente de la Agrupación de Cofradías y congregante D. Antonio Baena. No cabe la menor duda que con este motivo se produce por vez primera la participación en la procesión de Mena de la cúpula militar que por entonces regía los de España, y de altos jefes militares como Francisco Franco estrechamente vinculado a La Legión.
De todas formas, el logro más destacado de este despliegue institucional se producirá el domingo 26 de febrero cuando S. M. la reina Victoria Eugenia acompañada de sus hijos los infantes D. Jaime, Dª. Cristina y Dª. Beatriz visitan la capilla de la Congregación, donde asistieron a la Santa Misa, oraron ante los Sagrados Titulares y firmaron en el Libro de Honor.
Al poco tiempo D. Alfonso XIII y su esposa aceptaban respectivamente el título de “Hermano Mayor” y de “Camarera Mayor Honoraria”.
Y es que, la procesión del Jueves Santo de 1.929 fue especialmente preparada por el Hermano Mayor de Mena D. Joaquín Mañas y toda su Junta de Gobierno, y colaboradores para que revistiera una especial brillantez. Se volvió a invitar, para que participase en la misma, al general Primo de Rivera, aún Presidente del Gobierno, y se preparó todo lo necesario para que una nutrida representación de La Legión acompañase al “Cristo de la Buena Muerte” por las calles malagueñas. Un total de treinta y dos jefes y oficiales y 200 legionarios (…) y la banda de clarines y cajas de guerra. Estaba previsto que llegaran al puerto de Málaga el Jueves Santo a las cinco de la tarde. Se perseguía también, con esta masiva presencia legionaria por las calles de Málaga, (…) agradecer a Málaga cuanto hizo a favor de sus compañeros heridos y enfermos durante la pasada campaña en el norte de África.
Sin embargo, las circunstancias no fueron todo lo propicias que hubiera sido menester. Primo de Rivera declinó la invitación por serle imposible venir a Málaga durante la presente Semana Santa, otorgando su representación al Sr. Gobernador Militar de la Plaza. Por otra parte, la travesía del Estrecho no le fue propicia en esta ocasión a La Legión cuyas fuerzas quedaron bloqueadas en Ceuta por el mal tiempo. Así daba cuenta de la noticia la prensa malagueña: A causa del mal estado del tiempo, y debido como natural consecuencia al temporal reinante, las fuerzas de La Legión que habían de escoltar al “Santísimo Cristo” no pudieron llegar ayer, y por tanto, de asistir a la procesión.
Málaga, y su activo puerto habían sido desde principio del siglo XX lugar de paso y embarque de hombres y material con destino a las interminables campañas militares desarrollada en el norte de África, en concreto, en la ciudad de Melilla y su entorno.
Existe una toda tradición oral transmitida en la Congregación de Mena de generación en generación, que nos habla de la convivencia y el conocimiento entablado en cafés y tertulias de la entonces calle Larios entre congregantes y jóvenes oficiales del Tercio. Allí se habla de lo divino y lo humano. Los hombres del Tercio eran llamados ya entonces <<los novios de la muerte>>; los congregantes de Mena dan culto al “Cristo de la Buena Muerte”.
Al mismo tiempo, muchos congregantes ven con simpatía a La Legión y comienza a acariciar la idea ¡por que no!. De que su Cristo sea escoltado por las fuerzas legionarias cada Jueves Santo. Sería un elemento más de realce y atractivo para la procesión.
Otra feliz circunstancias contribuye a consolidar oficialmente estos incipientes lazos fraternales. En 1.927 es elegido Hermano Mayor de Mena el teniente coronel en la reserva D. Joaquín Mañas Hormigo, que al parecer tenía una estrecha relación personal de camaradería con el entonces Alto Comisario, general en jefe del ejército de España en África D. José Sanjurjo Sacanell. Tenía además, el nuevo Hermano Mayor como a uno de sus más estrechos colaboradores a D. José Pérez Asencio, jefe de administración civil y también amigo íntimo del Sr. Sanjurjo Sacanell. Los Sres. Mañas y Pérez Asencio no tardan en vincular a Sanjurjo con Mena nombrándolo “Mayordomo Honorario de la Congregación”, invitándolo a visitar el “Cristo de la Buena Muerte” en su capilla. El general Sanjurjo, en su respuesta, hace una afirmación de su devoción al mismo al manifestar que le debía un testimonio de gratitud por las veces que ha velado por mí durante el desarrollo de mi modesta labor en este territorio.
El año siguiente de 1.928 va a caracterizarse por la consolidación de la vinculación personal del general Sanjurjo con Mena. En efecto, invitado especialmente para participar en la procesión llegó a Málaga el Miércoles Santo 5 de abril de 1.928 el prestigioso africanista en un hidroavión Dornier 6 al puerto, en concreto, al muelle del Marqués de Guadiaro, donde era esperado por las primeras autoridades locales y representantes de la Congregación, especialmente por su íntimo amigo D. José Pérez Asencio.
Al día siguiente, Jueves Santo 6 de abril de 1928, en la procesión de Mena, el general Sanjurjo ya “Marqués del Rif”, figuraba en la presidencia oficial de la misma junto a la duquesa de Montpensier y el general Carranza, “Gentil Hombre de Cámara de Alfonso XIII”.
El Domingo de Resurrección asistió en el restaurante de los Baños del Carmen a un gran banquete invitado por el presidente de la Agrupación de Cofradías D. Antonio Baena, con más de cien comensales, donde se celebró el éxito creciente de la Semana Santa.
Con esta acción, no cabe duda que aquella Semana Santa de 1928 en las conversaciones, sobremesas y tertulias cuajó definitivamente la idea de vincular a la unidad estrella del entonces potente y victorioso ejército de África con la Congregación de Mena, como ya lo estaba su Jefe máximo.
Se tiene constancia cierta que la Congregación otorga al entonces Coronel-Jefe del Tercio D. Eugenio Sanz de Larín, el título de “Hermano Mayor Honorífico”,, y a todos los hombres a su mando el de “Hermanos Predilectos”. Estos reconocimientos son magníficamente acogido en el seno de La Legión, a quien se hace llegar también la invitación de que participe en el desfile procesional del año siguiente de 1.929
•La apoteósica participación de La Legión en la procesión de 1.930
•La Legión escolta al “Cristo de la Buena Muerte 1.930.
•Desembarco de La Legión en el puerto de Málaga en 1.930.
•La primera procesión del “Cristo de Mena” con La Legión en 1.930.
•El “Cristo de la Buena Muerte” proclamado “Patrón de La Legión”
•Los congregantes visitan a La Legión en Ceuta.
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