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Memorias de California

Droga, Sexo y Rock and Roll fue el primer título pensado  para este libro según la propia confesión del autor.

Cambió de opinión por varias razones como explica en la introducción.  A pesar del cambio de titulo es evidente que  se trata de unas memorias sobre tres cosas básicas del rock.                                                                                                                          

El escritor catalán Lluis Racionero que fue –entre otros cargos- director nacional de la Biblioteca Nacional, fue testigo directo del movimiento contracultural y pacifista conocido por Hippy. En este pequeño pero jugoso libro, relata su experiencia vivida en pleno corazón del hippysmo. Su estancia de dos años en el centro del movimiento, Universidad de Berkeley en California, marcó su vida y su visión de muchas cosas. Su llegada a EE.UU a finales de los sesenta desde una España gris está reflejada en esta frase del autor: ¿os imagináis entrar en una librería y comprar libros, las ideas de los cuales podemos aplicarlas a la vida y la cambiamos?                                        
Memorias de California es un maravilloso paseo por una época totalmente idealizada hoy día y que indudablemente marcó y cambió muchas cosas a pesar de pecar de mucha inocencia en sus planteamientos iniciales. La visión de Racionero no solo es una experiencia personal sino un estupendo análisis de una época y de muchos de los personajes directos de aquella utopía que fue la revolución de las flores.                                               
Después de una introducción explicativa de los motivos de su estancia en Berkeley, su asombro  ante los cambios del modo de vida  de sus primeros días en California, el autor desgrana paso a paso sus vivencias en forma de capítulos. Cine, teatro, debates, conferencias, manifestaciones, música y otras expresiones culturales y políticas aparecen en su máximo esplendor.                                                                                                                
Su encuentro con el autor del poema HOWL – manifiesto del movimiento hippy- Allen Ginsberg, da paso a toda la conocida como generación beat. Kerouac, Snyder, Lamantia, Maclure, Rexroth, Ferlinghetti y otros autores beat son desmitificados como lo son también parte de sus obras. Racionero relata en un esplendido capítulo titulado: El día que dejé de ser progre, su pérdida de fe en parte del movimiento gracias a Andy Warhol y su: Empire State. Una obra cinematográfica controvertida y siempre en el ojo del huracán. Tiene tantos admiradores como detractores por sus supuestas implicaciones filosóficas.                                                                                                                             
Sus relatos de  sus experiencias vividas en la universidad son muy jugosos. Personajes como Marcuse, Ángela Davis, Alan Watts y sus pronunciamientos a favor o en contra de cambiar muchas cosas e incluso en el caso de Ángela Davis y los Black Panthers de la lucha revolucionaria con utilización de la violencia, son pasajes del libro con mucha atracción histórica.                                                                                                                    Uno de los capítulos del libro donde más  se nota la satisfacción personal del autor es el dedicado a las clases de Berkeley. La forma en que Racionero relata sus asistencias a las clases magistrales, según propia confesión,  de algunos profesores de prestigio internacional demuestra su enorme satisfacción. Milosz, premio Nobel, Kostoff, profesor de historia de la arquitectura; Carlo Cipolla, historia económica; Richard Maier, diseño ambiental, son algunos de aquellos profesores que deslumbraron al joven Racionero y de los que tanto aprendió. Él mismo confiesa que su entusiasmo era tal que, al acabar algunas de aquellas magistrales clases va a prorrumpir en aplausos.                                                                                                   
Para mí el plato fuerte del libro además de su análisis desmitificador de aquella época es el apartado dedicado a la música. Su asistencia a conciertos de figuras mundiales del rock es un hecho inolvidable.                                                                                                        
La narración que hace de su asistencia y visión a uno de los conciertos más comentados en la carrera de Rolling Stones es muy buena. Altamont fue un concierto del que se ha hablado y escrito de todas las maneras y desde todos los puntos de vista. El autor destaca las malas vibraciones que percibió desde su llegada al concierto que más tarde se tradujeron en una mayúscula bronca con un muerto a cargo de los  Hell´s Angels. La posterior actuación de la banda inglesa estuvo marcada por aquel triste incidente. La rabia desatada por Rolling durante su concierto marcó la tensión vivida durante el día. Otro de los incidentes destacados e inolvidables para Racionero fue la actuación rápida  de Grace Slik de Jefferson Airplane. Se interpuso entre uno de sus guitarristas y otro de Hell´s Angels que quería pegarle. Un concierto para la historia del rock pero no por su música, por la violencia desatada.                                                                     
Janis Joplin. Solo pronunciar su nombre, las vibraciones estremecen. Racionero recuerda las actuaciones de Janis en el Filmore West a las que asistió. Fuerza de la naturaleza es la descripción acertada que hace de la cantante. Su energía electrizante, ferocidad y la tensión en la que te sumergía son aspectos destacados. Otros nombres míticos del rock aparecen en las páginas del libro descritos de una forma alejada de todo misticismo.                                                                                                            
Quienes de una u otra manera conozcan la trayectoria de Racionero podrán comprobar que desde aquella época ha sido contradictoria. Sus vaivenes políticos y su militancia en determinadas formaciones lo demuestran. Es una de las mejores respuestas del libro. La visión objetiva por alguien que hoy día está alejado de muchas de aquellas opciones. Por eso no es de extrañar que al finalizar el libro el autor se pregunté: “¿Where have all the flowers gone?” “   “¿Adónde todas las flores han ido?”.  Una buena pregunta que muchos seguimos haciéndonos pero desde distintas ópticas. Algunos seguimos creyendo en que las utopías están para hacerse realidad.

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