En relación al artículo publicado por este diario con fecha 21.10.2017 y firmado con las iniciales M.A. bajo el título “Una comedia sin más”, quisiera hacer las siguientes puntualizaciones que espero tengan a bien publicar en su diario y su página web.
Una crítica es un juicio de valor que puede ser positivo o negativo, fundamentalmente lo que se espera de ella es que esté argumentada y por supuesto sea objetiva. Partiendo de la premisa que cuando una persona o colectivo hace algo público, se expone a recibir opiniones negativas, hasta ahí es algo lógico y aunque a nadie le guste recibirlas es algo asumible que puede transformarse en algo positivo que suponga un crecimiento y aprendizaje personal.
El problema surge cuando la crítica no lo es en sí misma, y se convierte en una alegoría destructiva, subjetiva, carente de argumentos con el único fin de hacer daño o desprestigiar a una persona o colectivo. Cuando la “Crítica” consiste en vomitar una serie de palabras carentes de fundamento y argumentación, donde no hay que ser Einstein para vislumbrar que tras esas afirmaciones se esconde un ataque directo e interesado en desprestigiar a un colectivo y por añadidura una animadversión manifiesta a la figura de su director Don Manuel Merlo.
Don Manuel Merlo es una persona que vive por y para el teatro, está al frente del Centro Dramático desde hace más de 34 años, ha puesto en escena montajes complicadísimos tanto dentro como fuera de los teatros, unos con más éxito que otros, algo completamente normal cuando uno tiene una trayectoria tan dilatada, cualquier ciudad de España estaría orgullosísima de contar entre sus ciudadanos un valor con semejante talento y entrega desinteresada a la cultura de la ciudad. Y sólo por su trayectoria y contribución a las artes escénicas locales, ya es motivo más que suficiente para hacerle merecedor de un respeto y reconocimiento del que usted adolece.
El pasado Sábado pude leer con estupor unas palabras referentes a la puesta de escena de la obra de teatro “Melocotón en Almíbar” y eso señor o señora mío/a, no es una crítica, es una alegoría al derrotismo y al desconocimiento y lo que es más grave, tremendamente irrespetuosa a la persona de su director y a la del colectivo que dirige, al que usted tiene el atrevimiento de referirse con una gran dosis de desprecio, como “compañía de amateurs y bajos recursos”. Si, si, amateurs, y muy orgullosos de ello podemos decir que hacemos teatro “por amor al arte” porque ninguno de nosotros vivimos de ello, lo hacemos de una forma totalmente desinteresada robando muchas horas de nuestro tiempo a nuestras familias, amigos y otras actividades para dedicarlo a nuestra gran pasión que es el teatro, eso sí con una grandísima dignidad y consideración a los autores y al público al que va dirigido nuestro trabajo.
Es vergonzoso que un colectivo local, que contribuye a fomentar la oferta cultural de esta ciudad, (que no es precisamente para tirar cohetes), sea fustigado de esta manera por unas afirmaciones tan desproporcionadas y crueles, que esconden una intencionalidad cuanto menos sospechosa.
Continuando con la sarta de despropósitos, llegamos al “capítulo” que hace referencia a los “diálogos eternos”, lástima no haber sabido antes de su infinita sapiencia literaria para que hubiera reescrito y adaptado los diálogos de ese “aficionadillo” dramaturgo que atiende al nombre de Miguel Mihura. La escenografía, “que despuntó más que en otras ocasiones”, esta es muy buena, demuestra sin duda alguna, el tremendo desconocimiento de las puestas en escena del Centro Dramático, porque ha sido la más sencilla y austera en mucho tiempo, reconocido por el propio director, motivada por el recorte presupuestario.
Otra de sus embestidas, hace referencia al cambio de luces, por inexistente, éste tengo que reconocer que me ha hecho mucha gracia, hasta donde yo sé (que es muy poco). Yo tenía entendido que los cambio de luces se utilizan para realzar una escena determinada o un momento concreto, o para remarcar un cambio de situación o de tiempo, una tormenta, etc, y en este caso, toda la acción transcurre en el mismo lugar y en el mismo espacio temporal, no sé qué cambios de luces había que introducir, quizá una bola de espejitos al son de “Fiebre del Sábado noche” para animar un poco el cotarro.
Hablando de animación, para que no falte de nada en sus lacerantes palabras también se atrevió a concluir diciendo que la interpretación “invitaba a echarse una siesta”, quizá si usted hubiera visto la obra, porque dudo muchísimo que estuviera presente en el auditorio, y en caso de estarlo, no creo que permaneciera más de 5 minutos, hubiera escuchado las risas del respetable desde el primer momento, que fueron en aumento a medida que avanzaba la trama de la obra. Por favor, opine pero no manipule ni mienta sus lectores, si es que tiene alguno aparte de mí, y sobre todo, no insulte al publico que estaba allí congregado, porque el público es sabio y la representación culminó con una fuerte ovación cerrada a todos los actores y eso si que no es manipulable, al público cuando algo le gusta lo demuestra y el viernes lo demostró con creces.
Dicho esto, creo que tengo poco más que decir, solo decirle que las críticas hay que aceptarlas siempre que sean objetivas y fundamentadas, las animadversiones personales déjelas en su casa si quiere tener cierta credibilidad y solvencia para con sus lectores. Como decía mi abuela, “La ignorancia es tan atrevida…..”.
(*) Componente del Centro Dramático de Ceuta