Que no hombre, que no. Que con Marruecos, si de Ceuta y Melilla se trata, no es posible establecer unas estrechas relaciones de vecindad y cooperación, que tan interesantes podrían resultar para los habitantes de un lado y otro de la frontera. Y no puede ser porque el gobierno de Rabat no sólo bloquea todos los puentes posibles sino que, con su irredenta ambición anexionista, coloca cuantas zancadillas puede, entorpeciendo con sus reivindicaciones esos deseables lazos propios de buenos vecinos.
Cuando escribo esta columna, siguen colocados en las ventanillas por las que han de desfilar los melillenses para renovar las autorizaciones del paso de sus vehículos por la frontera de Beni Enzar, los letreros de “Melilla, ciudad ocupada”, en español y en árabe, aparecidos unos veinte días atrás.
Si esto no es una provocación, que me lo expliquen. Pero qué se puede esperar viniendo de quien viene, del alcalde de Farhana y Beni Enzar, el polémico senador Yahya, presidente, además, de la Comisión de Amistad de los Senados de España y Marruecos (?). Aquel que en declaraciones a ‘Radio Euskadi’ (El Correo.com 04/11/07), amenazaba con que si el Rey visitaba Melilla, los marroquíes derramarían "hasta la última gota de sangre para defender nuestra tierra” y que “tengan por seguro que si viene esta vez el señor Juan Carlos va a ser francamente un desastre lo que va a ocurrir en Ceuta”.
No conforme con la afrenta de los letreritos, Yahya ha ido más lejos, ordenando que en los documentos que se expidan en el registro de ambas localidades, como certificados de matrimonio, libros de familia o demás, que hagan referencia a Melilla, figure la palabra “ocupada”, certificados que, en muchos casos, se solicitan para su presentación ante la administración española.
Como decía el portavoz del gobierno melillense, es de risa que Marruecos exponga sus intenciones anexionistas de tal forma, cuando ya se sabe sobradamente cual es su cerrada posición sobre el asunto.
A todo esto, desde el Palacio de Santa Cruz, en Madrid, silencio total. Se limitaron a pedir a través del Consulado una respuesta del gobernador de la provincia, a lo que fuentes de Exteriores calificaron como “un hecho poco habitual”. No hubo contestación y el gobernador de Nador rehusó reunirse con el cónsul español. Ahora se dice que España pedirá información a Rabat, aprovechando una “reunión informal” con un consejero de la legación marroquí en Madrid. Así nos va.
Uno no se imagina letreros similares en la Verja de Gibraltar, a pesar de las históricas y legítimas reivindicaciones españolas sobre el Peñón. En cambio si que me complacería ver un enorme cartel en los pasos de Beni Enzar y de Farhana a Melilla en el que, con destacada tipografía, rezarse ¡Bienvenidos a España!
Hombre, ya está bien. Más aún en un país que niega al pueblo saharaui su autodeterminación, un derecho que fueron ejerciendo todas las colonias tras la segunda guerra mundial.
Lo de Melilla no es de recibo. Han transcurrido unos veinte días y la tibieza española, tratándose de Marruecos, es la de siempre. Habrá quienes digan que cuidado con los intereses que tantos inversores españoles tienen en ese país. ¿Y la dignidad española y la de los melillenses?
Rabat reivindica lo que jamás fue suyo. Patria de la Berbería, en el momento de la conquista por Pedro Estopiñán de 1497, Melilla era una plaza destruida en tierra de nadie, tras las refriegas entre el señor de Tremecén con los notables de Fez, de forma que cuando Marruecos no existía, Melilla ya era española.
Incluso con anterioridad a la incorporación de Navarra a la corona de Castilla. Y si nos remontamos a la época anterior a la invasión islámica de lo que hoy es el Magreb, el territorio fue provincia romana en la que brilló la cultura clásica.
En medio de toda esta polémica y provocación no puedo por menos que preguntarme, ¿aduana comercial en el Tarajal? ¿Cuándo y cómo?
Aficionados de la U.D. Melilla, sed bienvenidos esta tarde al Murube. Ojalá logréis el ascenso. Para disgusto de ese tal Yahya. Seguro.