Ceuta necesita una revisión de su oferta hotelera. De los tres establecimientos existentes de cuatro estrellas, dos han acometido importantes obras de mejora, pero el Parador precisa de grandes inversiones para que se acerque a la categoría que anuncia, ya que la organización estatal tiene abandonados muchos de sus hoteles que están necesitados de remodelaciones y son las ciudades que los acogen las que se perjudican de ese abandono, que en el de Ceuta es crónico. Y tiene en esta ciudad mayor trascendencia todo esto, porque el citado Parador ocupa un sitio emblemático dentro del conjunto de las Murallas Reales.
Y, además, se necesita con urgencia un hotel de tres estrellas que complete la oferta local con un establecimiento de tipo medio que ponga a disposición de los turistas un alojamiento a precio razonable y con calidad acorde con su categoría. He intervenido en la captación de iniciativas de este tipo y en la localización de terrenos adecuados y creo que sería factible su implantación, porque sorprende ver como a ciudades pequeñas y medianas de Marruecos llegan casi todas las cadenas hoteleras internacionales, mientras que Ceuta está necesitada de ellas.
Cené cierta noche en un restaurante de Casablanca que era bueno, pero sin exagerar. Estaba desde luego en un sitio agradable, ya que desde aquel punto de la Corniche se divisaba toda la zona con su enorme faro a un lado y el Atlántico al frente. Al elegir los platos habituales en una carta, observé que ponían uno en letras rojas muy destacado, llamándolo el mejor tiramisú del norte de África. Lo pedí como es lógico y estaba bueno, pero nunca sabré si era el mejor del Magreb. Lo que si es cierto es que casi todo el mundo lo pedía y recordaba después de tan curiosa anécdota.
Pensando si podríamos anunciar alguna vez que en Ceuta tenemos algo que sea lo mejor del norte de África, recordé como un día, después de cierta reunión de trabajo, dos amigos que siguen viviendo en Ceuta, me llevaron a un sitio en el Hacho, durante una tarde soleada, para enseñarme un lugar muy especial. Yo sabía lógicamente de su existencia por varias razones que explicaré, pero nunca había tenido la curiosidad de bajar por el difícil camino hasta llegar a las viejas instalaciones de la antigua Sirena, ya jubilada, que anunciaba la proximidad de la costa a los barcos, durante los días de niebla.
Se trata de una plataforma natural con un acantilado a sus pies y una pared rocosa a la espalda, con algunas ruinas de fortificaciones, desde la que se domina todo el Estrecho y está a merced de los vientos de un lado y del otro. El espectáculo del mar desde allí es impresionante y cientos de gaviotas y otros pájaros planean sin cesar sobre las rocas, comunicando algo de vida a aquel paraje solitario y todavía natural.
"Sorprende ver como a ciudades pequeñas y medianas de Marruecos llegan casi todas las cadenas hoteleras internacionales, mientras que Ceuta está necesitada de ellas"
Estábamos allí dos ceutíes de toda la vida y uno de adopción, recorriendo el abandonado edificio en ruinas que todavía existe y pensando las cosas que podrían hacerse en lugar tan privilegiado. Coincidimos los tres en que un pequeño hotel con decoración adecuada, aprovechando los datos históricos de la zona, junto al atractivo de encontrarse donde termina o empieza África y en la unión de dos mares, mientras el Faro de Ceuta proyecta sus haces de luz por encima del edificio, podía ser algo único. Hoy, cuando se encuentra un lugar tan especial como éste y existe una voluntad empresarial junto al apoyo público, puede construirse y explotarse un establecimiento que prestigie a la ciudad que lo alberga.
Un ejemplo puede ser la Fortaleza do Guincho en Cascais (Portugal) que pasó de ser una batería de costa frente al Atlántico a convertirse en un hotel de cinco estrellas, al que acuden gentes de toda Europa a pasar unos días, de cara a las olas que se estrellan frente a las rocas en que se apoya la construcción. En definitiva, un establecimiento de los llamados con encanto que son de por sí un polo de atracción turística por sí mismos.
Se trataría de ofrecer en la Sirena de Ceuta, un trato familiar y próximo, en un hotelito de pocas habitaciones, con decoración muy cuidada y un restaurante de alto nivel, donde los productos de la zona también contribuyan a hacer inolvidable la estancia. En esta ciudad, la carta del restaurante podría ser de las más variadas del norte de África, ya que se lograría la conjunción de diversas tendencias culinarias, con unas vistas únicas al mar, lo que haría de ese restaurante un negocio quizás mejor que el del mismo hotel.
La conjunción de calidad, alto nivel en la decoración, trato familiar, situación privilegiada y restauración excepcional, son las cualidades que anuncia la prestigiosa cadena Relais & Chateaux que ofrece precisamente esas características en todo el mundo. Viajeros que buscan dichas ventajas eligen muchas veces los destinos, porque existe en el lugar uno de estos establecimientos en los que la estancia puede resultar inolvidable.
De esta forma, Ceuta aspiraría, sin duda, a contar con el mejor hotel del norte de África.
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