La actitud indolente del MEFP respecto al modo en que gestiona las competencias educativas en Ceuta (y Melilla) resulta irritante en grado sumo. Los niveles de desafección, desapego e indiferencia son tales que solo pueden provocar asombro e indignación a partes iguales. Durante las dos últimas décadas hemos venido luchando contra esta enfermedad, cuya consecuencia más grave es la progresiva fosilización del sistema educativo local. Las infinitas denuncias, expresadas de todas las maneras posibles no han servido para remover ninguna conciencia. No se atisbe el menor síntoma de cambio. No hay manera de que el MEFP asuma su responsabilidad con el rigor y la determinación que la realidad exige. Este inmovilismo en la negatividad también encuentra una parte de justificación (no menor) en el conformismo que impregna la vida política en Ceuta. Parece que “todo da igual”. Lo cierto es que el MEFP nunca hace sus deberes. Y por eso, cada modificación del sistema (que en Ceuta se ralentiza, o sencillamente no se produce) nos hace distanciarnos más de los estándares nacionales. Ahora le ha tocado el turno a la Formación Profesional.
Como es habitual, descargando sus responsabilidades sobre sobre el lomo del profesorado
El pasado uno de abril de dos mil veintidós (hace catorce meses) que se publicó la Ley Orgánica de ordenación e integración de la Formación Profesional. Supone un cambio radical en la forma de concebir la enseñanza de la Formación Profesional. El nuevo modelo pivota sobre la denominada FP dual. Básicamente este cambio significa que el proceso de enseñanza aprendizaje va a ser compartido entre el MEFP y el tejido empresarial. Cuando esté plenamente implantado, todos los alumnos y alumnas recibirán entre un treinta y un cuarenta por ciento de su carga lectiva en una (o varias) empresas a través de tutores (o monitores) ajenos al Ministerio. La novedad es de tal calibre que desde el mismo día de su publicación el MEFP debería haber empezado a trabajar para planificar, normativizar y aplicar todos los medios y recursos necesarios para intentar cumplir con éxito tan ambicioso objetivo.
En septiembre comenzarán a impartirse, mediante el modelo dual, los ciclos formativos que la administración determine
Para entender la magnitud del cambio, pensemos que, en Ceuta, en la actualidad, existen, aproximadamente tres mil quinientos alumnos de FP que tendrían que encontrar acomodo, sin mermar la calidad de la enseñanza recibida, en empresas locales, atendidos por trabajadores de esas mismas empresas. Como es fácil de adivinar, durante esto catorce meses, el MEFP no ha hecho absolutamente nada (se han especializado en el noble arte de “dejar pasar el tiempo”). El pasado mes de abril se hizo público el calendario de implantación a través de una Orden Ministerial (redactada por ellos mismos). Según sus propias órdenes, el próximo curso comienza la implantación (concluirá en el curso 25/26). En el mes de septiembre comenzarán a impartirse, mediante el modelo dual, los ciclos formativos que la administración determine. ¡Faltan sólo tres meses! Hasta ahora, la única iniciativa del MEFP ha sido ir “encargando los proyectos a los centros”. Como es habitual, descargando sus responsabilidades sobre sobre el lomo del profesorado. Nadie se ocupa de responder a preguntas tan elementales como esenciales: ¿Quién selecciona y forma a los tutores de las empresas? ¿Quién regula sus funciones? ¿Cómo se establecen los turnos y se hacen los horarios? ¿Qué repercusiones tendrá sobre los horarios del profesorado? ¿Cómo se establecen los mecanismos de control de la carga lectiva impartida en las empresas? ¿Qué requisitos se van a exigir a las empresas? Responderemos a todas ellas con tanta claridad como tristeza. A fecha de hoy, el MEFP no ha escrito ni un solo renglón sobre cómo ordenar y gestionar la FP Dual en Ceuta. Nadie sabe qué hacer. Los días pasan ante el estupor de todos los estamentos implicados (incluida la propia Dirección Provincial). El final de esta nueva película de terror también lo conocemos. Cuando ya no haya tiempo para nada se recibirá la ya típica instrucción: “haced lo que buenamente podáis”. Al fin y al cabo, nadie le va a importar y nadie va a protestar.