Meditación es consciencia. Es permanecer consciente, observar lo que pasa fuera y dentro de ti. Da igual lo que observes, eso es lo menos importante.
Tod@s hemos experimentado eso de ir de casa al trabajo y al llegar no recuerdas casi nada del trayecto porque hemos llegado al trabajo en piloto automático. Yo me hice muy consciente de esto cuando iba a trabajar diariamente por la mañana desde la zona de zurrón al centro. Cada mañana recién amanecido pasaba por el semáforo del chorrillo. Me encantaba que el semáforo estuviera en rojo para permanecer esos instantes parada, observando el mar, respirando el aire fresco y escuchando las gaviotas. Pero no siempre era así, muchos días me daba cuenta que había llegado al centro, había aparcado y ni siquiera recordaba el momento de mi paso por el chorrillo ¡ya me lo perdí otra vez!
Y así vamos normalmente por nuestra vida: “ausentes”. Investigaciones sugieren que permanecemos ausentes la mitad de nuestras horas de vigilia. ¡La mitad de nuestra vida no estamos presentes!.
Este estado de ausencia no es algo que conozcamos recientemente, no es contemporáneo. De este estado de ausencia ya nos hablaron algunas religiones. En el hinduismo a este estado lo llaman “maya” “el velo del engaño”. Ramana Maharsi, uno de los más grandes sabios indios dice “la mente es maya”. Según Buda, la mente humana en estado normal genera “dukka”, es decir, insatisfacción, sufrimiento, siendo una característica de la condición humana. Según el cristianismo, el estado colectivo normal de la humanidad es el del “pecado original” que como dice Eckhart Tolle podría traducirse como vivir torpemente, ciegamente y como consecuencia sufrir y causar sufrimiento.
Conocido esto, es más fácil entender que meditación es consciencia. Es permanecer despierto o despierta en tu día a día: en el camino de casa al trabajo, cuando comes, cuando bailas, cuando abrazas a tus hij@s, etc. Y ser consciente también de lo que sucede dentro de ti, de tus pensamientos y de tus emociones, de tus impulsos, de tus “automáticos”.
Es sorprendente cuando comenzamos a ponerle atención a nuestros pensamientos, normalmente nos identificamos con ellos, pero si conseguimos “des-identificarnos” de ellos y observarlos, nos daremos cuenta que no somos tan distintos de ese pobre “loco” con el que nos cruzamos en la calle y habla solo. Es duro darnos cuenta, pero hacemos lo mismo que él pero en silencio. Con la meditación aprendemos a no identificarnos con los pensamientos, a observarlos, y a dejarlos ir, volviendo a poner atención a lo que está sucediendo, volviendo a “estar presentes” en el aquí y en el ahora, comenzamos a pensar menos y a sentir más.
Estar presentes es algo innato en el ser humano. A veces sucede por sí solo, nos ha podido pasar que ante la belleza de algo que nos brinda la vida (como a mí las vistas del semáforo del chorrillo o a una madre y un padre ante el milagro del nacimiento) nuestra mente parlanchina se para, y al pararse sentimos una conexión muy especial con nosotr@s mism@s y con algo más grande…. Son los “momentos vislumbres”, no se pueden explicar, hay que vivirlos, si pones atención seguro que recuerdas algunos de esos momentos.
También se utiliza la palabra meditación para referirnos a “las técnicas de meditación”. A veces la meditación sucede sola pero también podemos inducirla, podemos aprender y practicar diversas técnicas de meditación que nos ayudan a conocer ese estado de estar despierto o despierta. Practicar “las meditaciones” harán que el estado meditativo se vaya desarrollando en ti y que puedas vivir de forma más meditativa tu vida, porque la verdadera meditación, es la que practicamos en nuestro día a día.
Tanto si la meditación ya forma parte de tí como si nunca la has practicado, te invito a que asistas al Taller “La Meditación como parte de mi vida. Diseñando mi propia práctica” que se celebra el sábado 22 de junio a las 11:00 horas en el Hotel Ulises.
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