La decisión de otorgar la Medalla de la Autonomía al Colegio de Abogados ha sido uno de los grandes aciertos de esta Ciudad. Menos mal que todavía se reconoce la labor de una entidad de peso como ésta sobre otros merecimientos que más bien se han basado en un oportunismo o en una alocada decisión de unos pocos. Esta vez no.
Esta vez se elogia a una entidad que cumple 50 años y que durante su historia se ha posicionado de forma valiente y acertada en muchos de los asuntos polémicos que se han producido en la ciudad. Con Isabel Valriberas a la cabeza, el Colegio se ha ido modernizando y evolucionando, reflejo del poder de un gremio, el de los abogados, con un papel significativo en la ciudad y cada vez más profesionalizado. Hermanado ahora con Melilla, podrá hacerse aún más fuerte a la hora de buscar posicionamientos en torno a asuntos que afectan de igual manera a las dos hermanas.
Sin ir más lejos, ahí está el siempre espinoso asunto de la inmigración. La necesidad de respetar los derechos de quienes llegan a esta ciudad fronteriza sin documentos y sin amparo encuentra en los abogados una garantía sobre la apisonadora en la que queda convertida la administración cuando, sin querer ahondar en los asuntos como debe, quiere pasar por encima de los problemas olvidando el respeto a las normas.
Es necesario tener un Colegio de Abogados fuerte, sin complejos, independiente, que ayude a que los abogados puedan estar cada vez mejor formados, que garantice la defensa a todo el que la necesita y que alce la voz contra toda aquella medida que merma nuestros derechos, tal y como ha supuesto y supone el tasazo judicial.
El reconocimiento, con la Medalla de la Autonomía, al Colegio de Abogados es el de todos sus componentes, el de quienes lucharon para su constitución y ya no están o el de aquellos que lo formarán en un futuro. Reconocimiento necesario, que debe ser valorado por todos y que debe suponer el respeto hacia esa independencia judicial que queda muy bien sobre el papel aunque cuesta toda una vida respetar.
Bien por la Medalla. Y ojalá que este paso sirva para dar otros tan necesarios como la consecución de una única sede judicial para que los letrados dispongan de facilidades y tengan infraestructuras que no supongan obstáculos a su labor. Espero que de una vez por todas las administraciones competentes sepan cumplir con la asignatura pendiente que aún tienen con los abogados y, por extensión, con todos nosotros.
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