El coronel Juan Ramón Buján del Campo tomó posesión el pasado martes como coronel jefe del Regimiento Mixto de Artillería número 30, sustituyendo así en el cargo al teniente coronel jefe interino Juan María de Jesús y Villegas. Aquel día fue muy importante para su vida, aunque le faltaba la presencia de su padre, ya fallecido, el conocido militar Manuel Buján Fernández. “Me hubiese gustado que estuviera porque él siempre iba a todos los actos en los que participaba”, manifestó en declaraciones a este medio. Días después concedía una entrevista a ‘El Faro’ para, con la amabilidad que le caracteriza, hacer un repaso de su carrera militar.
–¿El pasado martes tomó posesión como nuevo jefe del RAMIX 30, ¿cómo fueron esos momentos?
–De orgullo, emoción y de satisfacción. De haber conseguido una aspiración que tenía desde que entré en la milicia.
–¿Qué objetivos se ha marcado para esta nueva etapa?
–Conseguir que el Regimiento alcance un nivel de instrucción y adiestramiento lo más alto posible. Es nuestra misión principal y en ella tenemos que volcar el esfuerzo.
Pretendo que la unidad esté preparada para afrontar las situaciones más exigentes. Además, considero muy importante el respeto a la dignidad de las personas que debe ser norma de conducta permanente, la seguridad de las personas, medios e instalaciones que deben estar incluidas entre nuestras preocupaciones y lograr la motivación adecuada, factor esencial para que toda la unidad se implique en la instrucción.
–Supongo que para un ceutí es un privilegio poder servir a España en su ciudad natal...
–Por supuesto, usted lo ha dicho, es un privilegio y también una responsabilidad. Servir a España en una unidad heredera de las unidades artilleras establecidas en Ceuta desde principios del siglo XVIII supone un privilegio pero, como he dicho anteriormente, una gran responsabilidad. Ceuta y la artillería española llevan muchos años conviviendo y el Regimiento de Artillería Mixto nº 30 ha recogido en su Estandarte los hechos sobresalientes y heróicos de las unidades artilleras establecidas en el Norte de África desde entonces. Servir a España bajo este Estandarte implica una gran responsabilidad pero al mismo tiempo una enorme satisfacción.
–Durante su carrera ha tenido varios ascensos y recibido diferentes condecoraciones, ¿en qué se ha basado su progreso dentro del Ejército?
–En el trabajo diario y en intentar cumplir fielmente mis obligaciones basado en la lealtad a mis superiores y subordinados. He tenido suerte de contar a lo largo de mi carrera con unos excelentes mandos y compañeros de los cuales he aprendido mucho. Además, he contado con unos magníficos subordinados que han facilitado en todo momento y situación la tarea encomendada. Desearía hacer una mención especial a mis últimos subordinados de la Sección de Operaciones del Estado Mayor de la Comandancia General, ejemplo de trabajo serio y callado.
–Ha estado destinado en Melilla y Canarias, curiosamente otras dos autonomías extrapeninsulares. ¿Guarda relación con su nacimiento en Ceuta? ¿Qué recuerda de cada una de estas etapas?
–Sí, supongo que el hecho de haber nacido en Ceuta ha influido en mis primeros destinos fuera de la península.
A Melilla la recuerdo con un gran cariño. Fue mi primer destino de teniente recién salido de la Academia General Militar. De ella me quedo con el sentimiento de españolidad que tiene su gente. Evidentemente es igual que en Ceuta, se respira España por todos sus rincones.
En Tenerife estuve destinado en el Grupo de Artillería Antiaérea en Los Rodeos. Fue una etapa muy fructífera, tanto personal como profesional, en ella alcancé el empleo de capitán y empecé a aprender que, además de asumir mis responsabilidades como mando de una pequeña unidad, a veces tenía que hacer de ‘padre’ para muchos artilleros en la Batería, aunque sólo tenía 27 ó 28 años. Estoy hablando de los años ochenta con un Ejército basado en el soldado de reemplazo. La verdad, fueron etapas muy gratificantes y de las que guardo un imborrable recuerdo.
–¿Existen diferencias entre las guarniciones de Ceuta y Melilla?
–Las guarniciones de Ceuta y Melilla son primas hermanas. Son idénticas tanto en estructura como en organización. La única diferencia que veo es que en Melilla la guarnición vive más el día a día porque los fines de semana se van juntos y comparten cosas, mientras que en Ceuta suelen irse fuera a pasar el fin de semana al tener más facilidades de movilidad.
–Ha estado también en tres misiones en el exterior, ¿está satisfecho de sus resultados? ¿Podría contarme con qué se queda de cada una de ellas?
–Sí, he tenido la suerte de participar en tres misiones, cada una en un empleo militar diferente. De todas ellas estoy muy satisfecho por el trabajo realizado. De la primera en Centroamérica, en El Salvador, guardo un especial recuerdo pues era de las primeras misiones en las que el Ejército Español participaba dentro de una organización internacional (ONU). Además, la misión fue un éxito, en gran medida debido al esfuerzo de España, que puso fin a un conflicto que perduraba desde muchos años. Como dato curioso le puedo decir que estaba destinado en un Centro de Verificación junto a otros siete españoles, de los cuales uno era el comandante general y otro el coronel jefe de la Unidad Logística de esta Plaza.
De la misión en Irak y el Líbano destaco la experiencia profesional que se adquiere. Trabajar en un ambiente multinacional, con personal de todo tipo de nacionalidades, en un idioma que no es el tuyo, resulta cuanto menos gratificante. Se aprende a convivir, se conocen culturas y estilos de vida diferentes a los nuestros, pero a la hora de cumplir una misión asignada ‘todos hablamos el mismo lenguaje’.
Lo que me quedo de las misiones en su conjunto es el sentimiento de orgullo de pertenecer al Ejército Español y la satisfacción personal, al sentir que con tu esfuerzo y dedicación, estás colaborando en evitar sufrimientos a las poblaciones de los países en conflicto. Nuestras unidades cumplen sus cometidos con un alto nivel de adiestramiento, muy motivadas, esforzándose por ayudar a esos países castigados por conflictos de diversa índole. Le puedo decir que nuestras unidades son muy queridas allí donde les toca cumplir su misión, conseguido sobre la base de una exigente y completa preparación y disponibilidad para el servicio, no dejando nada a la improvisación. Sinceramente, me llena de orgullo decir que soy del Ejército Español cuando estoy fuera. Todos saben que encargarle un trabajo a un español es garantía de éxito, además, la tropa española tiene un respeto impresionante a la población y su cultura.
–¿Por qué decidió ser militar? ¿Es esta vida tal como la pensó antes de tenerla?
–Desde niño siempre quise ser militar, quizás influenciado por mi padre, también militar. Tenía muy claro que sería militar y nunca me he planteado cómo hubiera sido mi vida si no lo fuera. Me considero militar por vocación. Amo a esta profesión, de servicio a los demás. Creo fielmente en los valores que en ella se aprenden y educa. Me enorgullece el poder pertenecer a la familia militar y el sentimiento de cariño, como caballa, de la sociedad ceutí sobre nosotros.