Categorías: Opinión

Me llamó Mamadú, soy de Senegal

¿Por qué eres diferente y solidario?, preguntaste.

A lo que contesté: Por querer ver salir el Sol a diario y ver llegar la noche, con la satisfacción de no haber hecho ningún daño voluntario

Autor: la sapiencia popular y ancestral, olvidada.

 Llegué de muchas historias desagradables a la valla de Melilla en noche fría, y la toqué y ví su altura y guardias civiles controlando desde la próxima lejanía , sintiéndome satisfecho por tocar a Europa, la civilización  de los atendidos con solvencia cuando alguien tiene sida o pueden comer algún día a reventar, los occidentales que quieren exportar la democracia modelo, los que nos colonizaron para su progreso, y que luego usaron décadas en solucionar  si el O, 7 u 8 en devolución de expolio. Soy Mamadú y ahora formo parte del mundo avanzado, trabajando por horas de vigilante de parking en una gran superficie comercial por suerte, de la costa catalana del Maresme, Mataró para más señas, pluriempleado recogiendo fruta, en temporadas, donde me llaman “moreno 24”, pues el jefe es progresista.( el 24 es el número de mi barraca, lo digo por aclarar ),y no nos podemos quejar, de verdad gracias a Al lah el “Grande”.

Conocí a Pedro, a este ciudadano, ahora en Melilla, tomando un café en un bar de terraza , cuando a pregunta insistente del camarero sobre si quería el café negro o con leche, contestó NEGRO solo, lo que me hizo reír desde mi cercanía de mostrador. A partir de esto, nos abrimos sin necesidad o Dios sabe por qué, y conversamos y expresé interioridades e insatisfacciones tras dos años aquí, después del salto a la valla europea y metálica que me separaba del no  progreso y bienestar de mi gente en la  aldea  de Mupyschassaya, esperanzados en mi  esperanzada estabilidad a conseguir, hoy inestable y sometida a los vaivenes del massa DINERO. Esto ocurría en el verano de 1.992, en la Barcelona olímpica y atrayente, por situar un espacio y un tiempo, necesarios en este teatro crudo y real del  mundo que nos ha tocado protagonizar, al margen de nuestro libre o atado nacimiento. Todo no lo conté en la primera vez, pues nos vimos esporádicamente haciendo balance de lo mal vivido o reclamado, naciendo una amistad en nada diferentes, ni color, ni estatus ni momento presente.

Nos regalamos e intercambiamos música africana, Ismael Lo, Salif Keita, Yousuf N’dnour , Papá M´bemba y tantos, que me descubrieron el ritmo del compartir sentimientos y deseos inescribibles por complejos y únicos.  Le dí, a cambio, tabaco, un cubatilla saltándose sus creencias en contexto comprensible, algún que otro libro de lectura fácil que le ayudase en su curso de formación de castellano en Catalunya, para trascender de los gestos y conseguir “comunicarnos”, al margen de imperativos nacionalistas, pues no hay fronteras si se quiere, y así lo decidimos.  Nos expresamos sinceridad nada mercantilizada o  para salir del paso, y las ocasiones así lo demostraron, dos o tres veces durante cinco veranos, puede que alguno intercalado.

Él, el maestro de escuela colomense regresó a su tierra melillense a cumplir  sus satisfacciones incumplidas por avatares del destino. Me marché a Francia deambulando, siendo hoy un íntimo gigoló de la tercera edad para salir del paso, aunque reconozco mis creencias y espiritualidad están en crisis, como tantas cosas, quedando en mi fondo, así espero, lo que mamé  de abuela Mkomb, viejita mía.

Perdimos el contacto físico  o telefónico, mas no el mental de los recuerdos y deseos de  caminar, salvando obstáculos no queridos. Solo le deseo que no abuse del gratuito Sol radiante, por sobrado natural de melanina, compartiendo su deseo de comprensión y alcanzar el sentirse y ser reconocido por otros, como persona, global.

A los Mamadús del mundo mundial, en situaciones que podrían ser reales, mi comprensión. Espero que algún día regreses al encuentro con los tuyos y ejercer de ciudadano, que no ha de quedar en sueño, superando vallas y tanto desencuentro padecido. Si pasas  por Melilla, volverás a ver la reja desde dentro, extraña paradoja de un ilegal legalizado, francés asimilado, a pesar de Le Penn, Anglada , Alicia y tanta creem purista y elitista.

Suerte mi negro, que no café, con ritmos de África, desde la próxima distancia, real o imaginada, finalizando el “Tajabone” del amigo Lo, que no me canso de  disfrutar, como en aquellos momentos de bar y playa, de amistad y complicidad. Salud, medio mandinga número “guam”.

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