Categorías: Opinión

Matanzas de Sebrenica y Lusitania

Recientemente fue detenido e l general serbo-bosnio Ratko Mladic por orden del Tribunal Penal Internacional, para ser juzgado por crímenes contra la Humanidad por el asesinato de unos 10.000 musulmanes en julio de 1995, entre ellos mujeres, ancianos y 1.500 niños inocentes. Esa matanza es el caso moderno más flagrante de crímenes de lesa humanidad, porque durante más de tres años Mladic asoló cualquier vestigio de vida musulmana cometiendo un genocidio contra un pueblo por el único hecho de haber nacido musulmán, como si ello no diera derecho a vivir como los demás seres humanos. Sarajevo, crisol europeo de culturas y religiones, al igual que Ceuta, fue su obsesión y, además, el conflicto de los Balcanes estuvo a punto de provocar una guerra mundial.
Los diarios de Ratko Mladic, 3.500 páginas escritas a mano y 99 cintas grabadas, registran sus atrocidades contra la población musulmana de Bosnia y la colaboración que se planteaba con los croatas para aislar a los musulmanes. Varios dirigentes croatas ya han sido condenados por sus crímenes. Así, Mladic coincidirá en La Haya con su jefe político de entonces, el psiquiatra  Radovan Karadzic, que está a la espera de sentencia tras la celebración del juicio hace dos años. El gran responsable de los Balcanes, el serbio Slovodan Milosevic, murió antes de conocer su sentencia. Serbia cierra una espantosa página de su historia con la detención de Mladic, un militar que despreciaba la vida de los que consideraba enemigos con una crueldad sobrecogedora. Han pasado 16 años desde que se firmó la paz de Dayton que ponía fin a la guerra en Bosnia-Herzegovina y todavía es imposible olvidar la gran matanza cometida contra el pueblo musulmán.
Cestos de mimbre en los que se echaban los ojos de los enemigos asesinados. Casas donde se abría el gas, se encerraba a las familias y se hacía explosionar una granada de mano. Corbata con la que se cortaba el cuello al enemigo y se le sacaba la lengua por la herida. Violación y asesinato de miles de mujeres. El odio alimentado entre personas que convivían sin problemas meses antes. El sufrimiento por el placer de machacar al enemigo. En el caso de Sebrenica, la crueldad infame se grabó en unas imágenes donde Mladic acariciaba la cabeza de los niños y les decia: “No os preocupéis, no tengáis miedo, no va a pasar nada”, y les daba trozos de pan. Pero cuando la televisión se retiró, les quitó el pan a los niños y al día siguiente asesinó a sangre fría a varones musulmanes de entre 12 y 77 años. Desde entonces se le conoce como el carnicero de los Balcanes o  de Bosnia. Temido y odiado por sus enemigos, aunque héroe para algunos de sus compatriotas.
Y es curioso ver cómo la matanza de Sebrenica tiene un enorme parecido con el genocidio que igualmente cometieron los romanos el año 150 antes de Cristo contra los lusitanos, o antiguos aborígenes de los que en gran parte procedemos quienes somos extremeños. Y es que la invasión de los romanos fue  casi un “paseo militar” hasta llegar al territorio de la actual Extremadura. Sus aborígenes fueron desposeídos de sus ricas tierras de la llanura y expulsados hacia las montañas, donde sólo había terrenos pedregosos improductivos con los que no podían sobrevivir. Decidieron entonces luchar contra la ocupación de sus tierras y, mediante la guerra de guerrillas, un puñado de aquellos valientes infligió serias y humillantes derrotas a todo un ejército imperial romano.
Roma simuló pactar con ellos. Les engañó prometiéndoles las mejores tierras si entregaban las armas y los lusitanos se avinieron a firmar la paz. El pretor romano Galba, una vez que entregaron las armas, los dividió en tres grupos y los concentró en un amplio valle a la espera de que les fueran entregadas las fértiles tierras prometidas. Galba les había antes arengado diciéndoles que “no se preocuparan, que no les iba a pasar nada y con las tierras más productivas que les prometían tendrían riquezas”. Pero cuando soltaron las armas y estaban ya indefensos y divididos en tres grupos, los  romanos los rodearon y les atacaron por la espalda masacrándoles. Unos 10.000 lusitanos fueron asesinados de forma alevosa y premeditada, entre ellos, mujeres, ancianos, 1.500 niños (igual número de muertos y de niños que en Sebrenica), y a otros 20.000 los esclavizaron. A los pocos lusitanos que quedaron se les obligó a hacinar sus miles de muertos y prenderles fuego para así incinerarlos en una noche de luna llena, ensañándose todavía más con ello, porque esa era la forma como los lusitanos adoraban a sus dioses, velando alrededor del fuego en las lindas noches de luna llena de Extremadura.
Refiere Apiano, que el joven pastor lusitano de 20 años, Viriato, consiguió escapar de la tragedia y logró reunir a los que quedaron de los suyos y a otras tribus celtibéricas. Diodoro Sículo dice que sus huestes le nombraron dux lusitianorum (líder de los lusitanos), y comenzaron una segunda guerra contra Roma, con escaramuzas, atrayendo hacia sí a los romanos mediante fingidas huidas en las que repentinamente se revolvían contra los que les iban persiguiendo y les causaban numerosas pérdidas. Roma, escandalizada y humillada por el hecho de que un puñado de aquellos valientes derrotaran a su invicto ejército imperial, envió la mejor élite de su ejército mandado por uno de sus mejores generales, Serviliano, al que también lograron acorralar aquellos indómitos extremeños, y hasta estuvieron a punto de arrojar a los romanos de toda Hispania, habiendo avanzado hasta Zamora, Toledo, Ronda, Málaga, etc.
Pero los romanos urdieron otra trama contra Viriato, simularon reconocerle como jefe de toda Iberia y le propusieron un nuevo pacto de paz a cambio de salvar la vida de su general Serviliano. Esa promesa de paz estaba envenenada por la idea de quitarse del medio a Viriato al precio que fuera. Éste se negaba a negociar con Roma, pero el pueblo se lo pidió en asamblea porque estaban ya cansados de tanto luchar durante siete años y acordaron parlamentar, mandando Viriato a negociar a tres de los suyos, Audaz, Ditalco y Minuro, que no eran lusitanos, sino de Urxo (Osuna). Cobardemente y de forma vergonzosa, los romanos compraron a los tres; pero, más cobarde y vergonzosamente todavía, los de Urxo se vendieron y cuando regresaron y Viriato dormía lo asesinaron, traicionando a su propio jefe. Luego, cuando fueron a cobrar el precio de la muerte, los romanos le respondieron: “Roma no premia a traidores”.
Muerto Viriato, le sucedió Táutalo, al que los romanos obligaron a rendirse y firmar la paz. Pero, con todo, aquellos bravos extremeños de la antigua Lusitania, con capital en Emérita Augusta (hoy Mérida), fueron los únicos capaces de hacer retroceder al imperio romano en Hispania y dejar así a salvo la dignidad nacional. Y esta es una lección de Historia que todos los extremeños desde niño deberían conocer, porque si algo bueno tiene la evocación de esas dos matanzas humanas es porque las mismas terminan de la misma forma: siendo los tiranos y verdugos odiados para siempre por el pueblo por sus atrocidades cometidas.

Entradas recientes

El Puerto destruirá estos 7 vehículos si nadie los reclama

La Autoridad Portuaria de Ceuta ha publicado un inventario de 7 vehículos sobre las que…

06/10/2024

La policía Elena López, primera en 'II Trail Pueblos Blancos'

Elena López es policía nacional y el pasado sábado se consagró el pasado sábado en…

06/10/2024

Se echa un cigarro dentro del mercado... pero le quitan la multa

La Consejería de Sanidad y Servicios Sociales de Ceuta ha procedido al archivo de la…

06/10/2024

El Ceuta B continúa invicto tras empatar ante el Atlético Onubense (1-1)

La Agrupación Deportiva Ceuta B empató ante el Atlético Onubense por un 1-1. Los de…

06/10/2024

Valencia Basket, campeón de la Liga Nacional 3x3

El Valencia Basket es el campeón de la primera jornada de la Liga Nacional 3x3…

06/10/2024

El Sporting Atlético planta cara al Málaga CF (3-2)

El Sporting Atlético de Ceuta consigue dejar los tres puntos en casa tras vencer por…

06/10/2024