Esta francmasona, psicóloga clínica, es la máxima responsable en la Obediencia masónica europea para los temas humanitarios. Especialmente vinculada con Ceuta (que ya visitó con anterioridad), esta mujer de nacionalidad francesa conoce ya el Triángulo Hércules de Ceuta y a sus miembros.
Además del contacto con la formación masónica ceutí, dependiente de la Logia Masónica Heracles de Málaga, Audrey Desplanques se ha desplazado hasta la Ciudad Autónoma para conocer in situ la realidad de la inmigración en la zona del Estrecho de Gibraltar.
El Faro estuvo con esta francmasona para recoger sus impresiones de la visita.
–-¿Por qué la francmasonería se interesa por Ceuta?
–La francmasonería, y en este caso el Gran Oriente de Francia (GODF), siempre se ha sentido vinculado a Ceuta, y razones no le faltan. Ceuta se puede calificar como una ciudad en la que la Masonería tuvo una implantación muy importante. Antes del golpe de estado de 1936, en Ceuta existían cuatro logias masónicas y una sede en la calle Teniente Pacheco donde se realizaban las tenidas [reuniones de masones], y todo eso en una población de 50.000 habitantes. Además, Ceuta está llena de simbología masónica en cualquier rincón que se mire, desde el antiguo salón de plenos pasando por la Casa de los dragones, en las farolas antiguas o la estatua de nuestro Hermano “Grecia” en la Gran Vía, todo nos recuerda el especial vínculo de Ceuta con la francmasonería. Además, hace un par de años que se creó aquí un Triángulo [estructura masónica básica], con el nombre de Hércules en el seno del Gran Oriente de Francia. El Triángulo Hércules ha venido a tomar el relevo de la logia que fue la de Antonio López Sánchez-Prados. Está claro que la Masonería tiene razones más que fundadas por interesarse por Ceuta.
-Ceuta está siendo una de las encrucijadas de la inmigración...
–Esta es una de las razones de mi visita a Ceuta. Por supuesto, el fenómeno de la inmigración no es algo que sólo incumba a Ceuta, ni mucho menos. No podemos transformar Ceuta en una isla, como lo fue Malta o Lampedusa, en una tierra de nadie a la que Europa no quiere mirar porque el tema es incómodo o de complicada resolución. Al margen de esta consideración que considero importante, para el GODF el tema humanitario es prioritario. De hecho, el GODF materializa importantes ayudas económicas a países golpeados por catástrofes naturales y/o a la ayuda humanitaria (entre otras actuaciones a través de su Fundación. Volviendo al tema de la inmigración en la zona del Estrecho de Gibraltar, estamos obligados a recordar que, precisamente en este trozo de mar en el que se encuentran el Mediterráneo y el Atlántico, es hoy por hoy una de las fosas comunes más importantes del mundo. Aquí, y a pesar de los esfuerzos de Salvamento Marítimo, de la Guardia Civil o de Cruz Roja, mueren en un cruel anonimato un importante número de personas en busca de un mundo mejor. No podemos, ni queremos seguir impasibles ante este genocidio social que se desarrolla a diario, y estoy aquí para llevar información de primera mano.
-¿La inmigración en Ceuta tiene solución?
–Quisiera ante todo señalar que no se puede encontrar una solución a algo que no es un problema, sino un fenómeno. Los fenómenos migratorios están en el origen de la fundación de lo que conocemos por humanidad. Los seres humanos siempre han migrado: para descubrir nuevos territorios, para exportar e intercambiar sus descubrimientos y su saber, para mejorar sus condiciones de vida, o tan simplemente para poder sobrevivir. Desde entonces, nada ha cambiado.
Lo que sí requiere una intervención urgente es la condición de vida de estas personas, y está claro que la ciudad de Ceuta está implicada en esas mejoras, pero no se le puede dejar sola en estos menesteres. Se necesitan más medios aquí para atender a estas personas porque, si una cosa está clara, es que van a seguir viniendo porque en sus países de origen las condiciones de vida son infinitamente peores que las nuestras. Evidentemente, habrá que hacer lo necesario para que, en los territorios de procedencia de estas personas, las condiciones de vida sean lo suficientemente dignas para que estas mujeres y hombres no tengan que arriesgar sus vidas para sobrevivir. Transmitir esa idea y trabajar por ella forma parte de nuestra misión como francmasonas y francmasones.
-Ha podido comprobar cómo es la Ceuta de la inmigración...
–Me ha impactado la Ceuta solidaria, la Ceuta que se entrega a la ayuda, la Ceuta que se compromete, la Ceuta que comprende, la Ceuta humanitaria. Esta ciudad cuenta con una tasa de voluntariado y de voluntariedad impresionantes. Mis Hermanas y Hermanos, todos implicados de alguna manera u otra en todo lo relacionado con la inmigración, a petición mía ya me habían transmitido información de lo aquí acontecía desde el primer momento, incluida la crisis migratoria del pasado mes de mayo. Además, he visitado los asentamientos en los que malviven personas esperando sitio en los albergues y los propios albergues abiertos por la Ciudad Autónoma y gestionados por la Cruz Roja. Debo volver a decir al respecto que Ceuta es un modelo de cómo se debe afrontar con humanidad una crisis como esta que ha venido a entremezclarse con el Covid y el cierre de la frontera.
-¿Cómo se plantea ayudar el GODF en este tema?
–Las francmasonas y los francmasones del GODF no han esperado un posicionamiento de la Obediencia para ponerse manos a la obra como ciudadanas y ciudadanos que son, y el Triángulo Hércules es buena prueba de ello. No solo han estado relatando de forma muy precisa y objetiva lo que aquí ha ido aconteciendo, sino que han estado donde están siempre las y los integrantes de francmasonería: en primera línea en defensa de los Derechos Humanos. Además de esta circunstancia, en el Gran Oriente de Francia llevamos a cabo desde hace muchos años una reflexión de mucho calado con objeto de poder llevar a cabo nuestra específica contribución sobre estos temas. Pero al margen de lo que orgánicamente podamos elaborar, nuestra primera misión es, y va a seguir siendo, la de evidenciar los problemas para que todo el mundo los conozca, más allá de la primera explosión informativa. Y en ello estamos en el GODF para quien, lo volvemos a repetir, nada del sufrimiento humano le es ajeno, y ello desde sus inicios en 1728.
-¿Usted considera que la francmasonería es necesaria en pleno siglo XXI, en plena era digital?
–La francmasonería es el máximo exponente de la libertad y la impulsora de la separación de poderes. Si partimos de la base que la libertad se debe conquistar a diario y que la separación de poderes es la base de cualquier sociedad democrática, la francmasonería es más necesaria que nunca. Que estemos en plena era digital, como bien apunta, no hace que la francmasonería ya no sea necesaria, todo lo contrario. Estamos comprobando el peligro del control que los ordenadores pueden ejercer sobre la población si no se exigen las garantías necesarias, y para ello tenemos que tener una federación de unidades pensantes, capaces de analizar, pensar, levantarse contra la opresión y evidenciar la injusticia. Así trabaja la francmasonería desde su creación
-Algunos escritos del GODF sugieren que la Francmasonería está especialmente preocupada por el medio ambiente...
–Efectivamente, así es. El medio ambiente no es el desafío de las próximas generaciones, es un problema que nos afecta aquí y ahora a todas y todos. La crisis del cambio climático está teniendo múltiples facetas, una de ellas es precisamente la inmigración. La defensa a ultranza del medio ambiente es una cuestión de supervivencia, y la francmasonería no puede ni debe ser ajena a ello. Estamos trabajando en ello mediante estudios y en comisiones, hay muchas logias y cientos de Hermanos y Hermanas implicadas en ello elaborando propuestas y evidenciando la dramática situación que está viviendo el planeta al borde de un punto de no retorno. Es algo que me compete directamente, y me siento muy implicada con estos temas como lo están el resto de mis Hermanas y Hermanos. Es una cuestión vital para la Humanidad. Todo debe ser replanteado desde un punto de vista humanista y no consumista, desde una visión racionalista y no del mercado. La Humanidad está cada vez más necesitada de Fraternidad, y esto es buena prueba de ello.
"La francmasonería es el máximo exponente de la libertad y la impulsora de la separación de poderes"
-El GODF acepta a las mujeres...
- Bueno esto tiene dos respuestas. Una muy evidente, y la otra aún más. La primera es que sí, y no sólo eso sino que es algo normal que una mujer pueda trabajar en el seno del ejecutivo de la Obediencia, como es mi caso. La segunda es que, a diferencia de otras Obediencias (y si me apura, de otras instituciones) el GODF entiende que no se puede tener apartado de sus logias al 50% de la humanidad. Explicar a estas alturas la igualdad de derechos que debe existir entre mujeres y hombres me resulta decimonónico, como poco. En el GODF, a diferencia de otras Obediencias, no hacemos diferencias ni discriminaciones.
-¿La francmasonería es utópica?
–Yo diría que la francmasonería defiende una utopía diferida, y me explico. En España, nuestro Hermano Ferrer i Guardia murió fusilado por defender una escuela laica y carente de dogmas, pero menos de 100 años después de su muerte sus teorías no solo se llevan a la práctica en muchos colegios, sino que se enseñan en la universidad. Si la utopía es defender algo que será realidad tarde o temprano, efectivamente somos utópicos. Lo fuimos defendiendo el aborto legal, la contracepción, el divorcio, la seguridad social o, en su momento, la separación de poderes y la separación Iglesias-estado antes de tiempo y trabajamos para su consecución, algunos a costa de su vida. Como decía Eduardo Galeano, la utopía sirve para avanzar... y no cesamos de hacerlo desde la creación de la Masonería.
-¿Por qué la francmasonería está siempre rodeada de tanto misterio y de secretismo?
Ni hay misterio, ni hay secretismo. La francmasonería es discreta, nunca secreta. De hecho, si fuese secreta el GODF no tendría una sede abierta, entre otras cosas. Las y los francmasones somos librepensadores, rechazamos los dogmas... y eso no gusta muchas veces a quienes detentan el poder. Históricamente siempre ha sido así, sobre todo en los regímenes dictatoriales. Mussolini, Hitler, Pétain, Franco, la Unión Soviética y muchos más vieron y ven en la Masonería un peligro porque representa una verdadera escuela de ciudadanos en la que se enseña a pensar por sí mismo, o a entender que una divergencia, lejos de molestar nos enriquece. El camino masónico es iniciático, procedemos de los constructores de catedrales, de quienes hacían del saber un tesoro y por eso para nosotros la cultura y el saber son fundamentales, sin distinción de raza, sexo, condición social o credo religioso.
Nos pasamos la vida adquiriendo conocimientos y mejorándonos como personas porque aspiramos a una sociedad en la que el ser humano se dirija a sí mismo y, obviamente, difundimos estos valores. ¿De verdad es posible que alguien no esté de acuerdo con los principios del GODF a los que antes he aludido? ¿Alguien que defiende posturas democráticas puede posicionarse contra la libertad, la igualdad o la fraternidad? ¿Resulta misterioso defender estos términos? La respuesta es tan evidente...
–También se dice que la francmasonería es elitista?
-En absoluto. Las mujeres y los hombres que componen nuestras logias tienen procedencias sociales muy diversas y todas las profesiones están representadas; no se podría entender de otra forma. La francmasonería no le da ninguna importancia a sus respectivos trabajos y sí a los sentimientos sociales que albergan. Si algo no es elitista es la francmasonería.
-También se le tilda de sectarios...
–Eso no tiene ningún sentido porque somos todo lo contrario. En una secta es muy, muy fácil ingresar y extremadamente complicado salir, cuando no es imposible. En francmasonería es complicado entrar porque se somete a la persona que muestra interés en ingresar a varias entrevistas y a un proceso largo para, finalmente, ser sometido a votación de todos los miembros de la Logia su ingreso, o no. Por el contrario, irse es tan fácil como salir por la puerta. Sin más. Somos una apuesta por la libertad, no por los barrotes.
-¿Una apuesta por la Libertad, en qué sentido?
–El Gran Oriente de Francia se preocupa por lo que sucede en la sociedad, pero jamás a través de un debate partidista. Se trate de opciones políticas o de creencias religiosas, la libertad de conciencia es esencial. La francmasonería tiene vocación de reunir a hombres y mujeres de diversas opiniones y todas las sensibilidades están aquí representadas, exceptuando las que se posicionan contra la Declaración Universal de los Derechos Humanos o favor del odio o la xenofobia.
-¿Si tuviese que resumir la francmasonería...?
-Sin dudar lo haría con el artículo primero de nuestra Constitución: “La francmasonería, institución esencialmente filantrópica, filosófica y progresiva, tiene por objeto la búsqueda de la verdad, el estudio de la moral y la práctica de la solidaridad. Tiene como principios la tolerancia mutua, el respeto a los otros y a uno mismo y la libertad absoluta de conciencia. Considerando que las concepciones metafísicas son del dominio exclusivo de la apreciación individual de sus miembros, rechaza toda afirmación dogmática. Concede una importancia fundamental a la laicidad”. No hay mejor manera de expresar lo que somos y a lo que aspiramos
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